Cuando Charlie tenía un trazo rioplatense

Por Fernando Garcia

–De haber vivido hoy, ¿imagina a Copi en la redacción de Charlie Hebdo el día del atentado?
–Al Copi que conocimos no. Quizás hubiera pasado a saludar, a tomarse un whisky con Cabú y Wolinski, pero definitivamente no se sentiría convocado por los temas de esta Charlie Hebdo contemporánea.

Copi, dícese de Rául Natalio Roque Damonte Botana (1939-1987). A su frondoso perfil de dibujante, narrador, dramaturgo, actor, performer, “argentino en París”, nieto del director de Crítica , loca, transformista y amante voraz y polifuncional, habrá que agregarle ahora: trazo argentino de la súper mordaz revista Hara Kiri y de Charlie , la publicación satírica parisina nacida en 1969, cuya versión semanal a partir de 1992, Charlie Hebdo , cobró relevancia mundial tras el atentado yihadista de enero. El inabarcable Copi no sólo publicó algunas de sus tiras gráficas en la revista sino que muchas de las tapas de Charlie (cuando aún era un mensuario) llevan su inconfundible sello: personajes de línea suelta, aparentemente descuidados y de constitución ambigua entre lo humano y lo animal.
La mesa de trabajo de Laura Vazquez, investigadora del Conicet, es hoy una especie de yacimiento copista donde conviven la edición original de la editorial Jorge Alvarez de Los Pollos no tienen silla (1968) con una curiosa entrevista junto a Susana Giménez en la revista Gente en 1969; toda la bibliografía posible de reunir de y sobre Copi y lo que la coyuntura ha vuelto la joya de la corona: dos pilas del mensuario Charlie de los años 70, donde Copi publicó sus tiras y cuyos personajes llegaron a la tapa varias veces. Vazquez compró esas revistas en librerías y puestos de segunda mano de París, durante el proceso de investigación del libro sobre Copi que prepara para publicar este año en el Fondo de Cultura Económica. Se trata de un ensayo de largo aliento sobre su obra, con un foco inédito en su trabajo como humorista gráfico desde sus inicios en el periódico Resistencia Popular , Tía Vicenta y la efímera 4 Patas . Vazquez se especializa en la historia y crítica del humor gráfico y la historieta. Publicó en 2010 el necesario El oficio de las viñetas (Paidós), en 2012 compiló sus ensayos publicados en la revista Fierro, en su estudio Fuera de Cuadro (Agua Negra), además de editar junto al semiólogo Oscar Steimberg el anuario Entre Líneas , primer acercamiento académico a la historieta desde los tiempos de Oscar Masotta.
Para quienes tengan la aguja de la memoria emotiva clavada en los 70, aún desconociendo el francés, las Charlie resultan un objeto precioso. La revista es un estallido iconográfico, en el que conviven la relectura pop de clásicos como Popeye y Peanuts (el nombre mismo de la revista es deudor del personaje Charlie Brown) con el entonces “nuevo humor francés” de, entre otros, Reiser, Willem, Cabu y Wolinski, estos últimos dos, dibujantes asesinados por los yihadistas.
Vazquez repasa el itinerario que puso a Copi en el buffet froid de estos medios de la contracultura francesa. “Copi se instala en París en 1962 y subsiste vendiendo collages y dibujos en el Pont des Arts, en las terrazas de los cafés de Saint Germain y Montparnasse. Ahí es descubierto por Jean-Jacques Pauvert, que publica sus bocetos en la revista Revue Bizarre.
Lo conecta con Serge Lafaurie, que publica su célebre tira La Mujer Sentada en el semanario Le Nouvel Observateur a partir de noviembre de 1964 y con una tirada de 300 mil ejemplares.
El éxito de la tira es inmediato y Copi desarrolla nuevos personajes como Libérett y Kang para distintos medios como Libération, Twenty, Bizarre y la italiana Linus . Eso lo lleva a publicar alternativamente en la muy corrosiva Hara Kiri y en Charlie tanto obra gráfica como textos en forma de folletín. Novelas posteriores como La ciudad de las ratas o La guerra de las mariconas fueron adelantadas como folletines en Hara Kiri , por ejemplo.

–¿Cuánto hay de tradición rioplatense y cuánto del nuevo humor francés en el Copi de Hara Kiri y Charlie?

–Lo rioplatense se verifica en la obra narrativa como tema y en el humor gráfico como estilo. Si observás el dibujo, encontrás la inspiración de Saúl Steinberg, un dibujante rumano editado en Buenos Aires en 1945 por los hermanos Civita (editorial Abril) en un libro que influyó decisivamente en dibujantes de la talla de Oski o Landrú y, a través de ellos, llegó a Copi y a otros jóvenes dibujantes de los 60-70. Para esa generación hubo dos modelos: Disney o Steinberg. Copi siguió la escuela Steinberg, con sus líneas sueltas, desenfadadas, lúdicas. Pero sucede que había franceses como Gebé, Sempé o el propio Wolinski que también tomaron esa línea. Así, se dio una doble influencia en Copi: aprende de sus colegas franceses y aprende de sus maestros argentinos. Hubo influencias cruzadas, puentes y cruces más complejos que la simple nacionalidad. Copi, un dibujante de pasajes, está mirando lo que pasa acá y allá, mira a Landrú y mira a Wolinski. Lo mismo sucede con su literatura y el teatro.

–¿Hay correspondencia o algún tipo de constancia de la relación entre un referente de Charlie como Wolinski y Copi?

–No, lo que hay es él en distintas entrevistas nombrándolo a Wolinski como una inspiración fundamental, además de Landrú y Oski. Por eso no se puede decir ni que Copi fuera un dibujante argentino ni un adoptado por la nueva escuela francesa porque no es ninguno de los dos; es un dibujante cuya única morada es la discontinuidad y el pasaje. Nunca termina de ser francés ni de abandonar Argentina; es un desplazado que no asimila ni el territorio ni el lenguaje. Tiene la mirada del extranjero. El decía de sus lectores franceses: “¿Qué sabrán ellos de la influencia que yo tengo de Landrú o Lino Palacio (creador de Don Fulgencio?”. Pero también le dijo a Primera Plana en 1965 que La Mujer Sentada “solamente puede convenir a un país donde el kilo de tomates hace ocho meses que vale lo mismo”, dando a entender que aquí era impublicable. De hecho, Gente hizo un intento por instalar la tira y fue un fracaso absoluto.
Para los humoristas gráficos rioplatenses de los 60 y 70, la red de publicaciones Hara Kiri , Charlie y Linus funcionaron como una posibilidad de visualización alternativa en un medio dominado por la historieta tradicional o “cinematográfica”, como sostiene Vazquez. La investigadora despliega el mapa de la marca argentina en estas revistas herederas del cisma del 68. “Ahí tenemos a José Muñoz y Carlos Sampayo con su Alack Sinner, que primero salió en Alter Linus y luego en la Charlie Mensuel , a Breccia con la fallida versión de El Eternauta que Linus publicó luego de que acá fuera maltratada por su público y editores, y a Copi con La Mujer Sentada en Hara Kiri , claro. Y podemos agregar también a Napoleón, un gran dibujante argentino radicado en París, que colaboró e hizo tapas para Linus ”.

–¿Participa Copi de la bufa a la religión, una marca de estilo de Charlie?

–No directamente a la religión… no lo diría así, el enemigo para Copi es el sentido común burgués y la hipocresía bien pensante. Le mete crítica tanto al progresismo como a los viejos conservadores. En sus tiras hay curas pedófilos y monjas lesbianas. La temática religiosa siempre está asociada al sexo.

–¿Lo ves a Copi hoy haciendo humor satírico sobre la cuestión islámica?

–No. Copi trabajó la cuestión musulmana a lo largo de su narrativa y, sin embargo, excepcionalmente migró a la historieta. En las novelas muchos de los personajes amantes de Copi, que es a la vez el protagonista de muchas de sus propias novelas, son musulmanes, homosexuales y desposeídos, se llaman Ahmed y él siempre se enamora de ellos. Vas a encontrar a los Ahmed en novelas y cuentos como Las escaleras del Sacré Coeur , La Torre de la Defensa o Virginia Woolf ataca de nuevo . Estos musulmanes son tipificados como exiliados, al igual que Copi, y aman con pasión desenfrenada. En Las escaleras del Sacré Coeur , narra el amor de Lou, una lesbiana, y Ahmed, un homosexual. Seres marginales del barrio de Montmartre en el que conviven musulmanes, maricas y artistas. Ahmed y Lou se casan pero están condenados de antemano. Cuando al fin hacen el amor, en el acto final, él le dice a ella: “Si yo te deseo en mujer también te deseo en varón”. Y eso es lo que pasa con Copi. No hay burla, no podría haberla. No hay sátira en la narrativa ni en su humor. Sólo tragedia.


Fuente: Revista Ñ, edición 6 de marzo de 2015.

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