Alguien gritó:
¿Hay algún poeta en este lugar?
¿Quién cuenta su historia?
¿No pueden ver que queda todo en el olvido y
sin recuerdos si no hay voces?
Y quedarán sus almas ahogadas
en una eterna
siesta del sol,
secando sus cuerpos
casi muertos
en las llamaradas de un desierto.
¿Conocen
el dolor de una tarde sin palabras?
El viento se los llevará
como hojas caídas,
arrancadas del árbol de la vida.
Ahora solo queda
el tiempo del verso
para que dibuje
las notas del canto
adormecedor.
Una poesía de Dardo Cuellar, poeta piquense, participante del Taller de Literatura de Corpico