La maleta perdida de Walter Benjamin

Hace ochenta años en el enclave fronterizo de Port Bou la muerte precipitada del filósofo alemán Walter Benjamin significó un antes y un después para un siglo. La maleta extraviada en la frontera con los papeles más importantes de su vida ocupó todas las pesquisas filosóficas que anhelaban uno de los diagnósticos más originales sobre la génesis de la modernidad. La riqueza insondable de su dispersa producción literaria había radicado en la condición fragmentaria de una obra singular, cuyo desarrollo camina de la mano a un mismo tiempo que su itinerario biográfico, repleto de tropiezos existenciales y una vida exasperada por su condición de intelectual judío alemán en un período histórico marcado por la convulsión bélica mundial y el auge del nazismo en toda Europa. Y precisamente, en esta efeméride la galaxia narrativa de su bagaje filosó- fico relumbra especialmente en dos referencias de los últimos años, el documental del cineasta David Mauas de 2005 que plantea la hipótesis de un asesinato y el imaginario de la isla mediterránea que habitó Benjamin desvelado gracias a la ardua tarea del poeta Vicente Valero, que en varios de sus libros desentraña la larga correspondencia personal del filósofo durante los años que pasó en Ibiza. Cuando se celebró el cincuenta aniversario de la muerte del pensador alemán, Port Bou homenajeaba a Walter Benjamin con una obra monumental del artista Dani Karavan que lleva en unas escaleras hacia el abismo del lugar donde conectan el cielo y la tierra, el horizonte. La promesa de felicidad que brotaba a raudales por la fuente narrativa de Benjamin Nº 536 alcance de miras contemporáneo, titulado El capitalismo como religión, Benjamin predice de forma provocativa el alcance antropológico del fenómeno de la globalización económica, donde el fetichismo de las mercancías alcanzará niveles alucinantes mediante la sacralización de los bancos como depositarios del capital financiero. Y es que muchas veces las citas del propio Benjamin serán tomadas como anticipo justificativo de los postulados más radicales sobre la sociedad espectacular en Guy Debord y las teorías del simulacro por boca de Baudrillard, aunque el crítico español Antonio Méndez Rubio ha sido muy concluyente sobre la originalidad de los augurios del filósofo berlinés ante las nuevas coordenadas histó- ricas. Del paradero de su maleta extraviada nada se supo desde entonces, si acabó en alguna oficina de la policía franquista o simplemente desapareció entre las ruinas del desastre. Hannah Arendt vaticinaba en su poema dedicado a su amigo personal que “la noche descenderá de las estrellas” y los muertos como él serán quienes nos conducirán a los sueños En la efeméride de la galaxia narrativa de Walter Benjamin, relumbra especialmente en dos referencias de los últimos años, el documental del cineasta David Mauas de 2005 que plantea la hipótesis de un asesinato y la isla mediterrá- nea que habitó Benjamin, cuyo imaginario desveló el poeta Vicente Valero, con quien mantuvo correspondencia. La maleta perdida de Walter Benjamin En el ochenta aniversario de la muerte del filósofo alemán quedaba representada por un toque mesiánico heredado de su cercanía a la tradición teológica judaica y la madurez de su análisis marxista sobre la realidad social, que nunca emparentó con la terminología de la ortodoxia soviética, más aún cuando los años de su influencia juvenil tuvieron un sello romántico proveniente de la Jugendbewegung, tal como se desprende de su participación en la Asociación de Estudiantes Libres que acumulaba en su devenir histórico el espíritu libre de la renovación pedagógica en la tradición universitaria alemana. Desde sus primeros escritos, Benjamin tendría un halo melancólico que resaltaría en los anales filosóficos del siglo XX como su peculiar sello estilístico, acrecentado por su apego personal al mundo del coleccionismo, y una visión del pasado totalmente ajena a los postulados historicistas que emanaban de la tradición alemana con Ranke a la cabeza. Una oposición a la idea de progreso que latirá en su Tesis sobre filosofía de la historia bajo la homogeneidad del tiempo histórico, que se vería dinamitado por una ruptura revolucionaria a través de matices redentores, ya que para Benjamin “existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos”. De su vida merece especial atención la época de su idilio amoroso con la activista Asja Lacis y el acercamiento a la poética proletaria de Brecht, ambos factores decisivos en su conformación ideológica, aunque también la influencia romántica de Goethe con la fascinación por las formas eternas que persisten en la historia tendrá su anclaje metafísico, dándole a Benjamin una personalidad singular entre quienes resistían ante el auge de la barbarie bélica y los desmanes de la industria de la cultura. En uno de sus escritos póstumos con mayor alcance de miras contemporáneo, titulado El capitalismo como religión, Benjamin predice de forma provocativa el alcance antropológico del fenómeno de la globalización económica, donde el fetichismo de las mercancías alcanzará niveles alucinantes mediante la sacralización de los bancos como depositarios del capital financiero. Y es que muchas veces las citas del propio Benjamin serán tomadas como anticipo justificativo de los postulados más radicales sobre la sociedad espectacular en Guy Debord y las teorías del simulacro por boca de Baudrillard, aunque el crítico español Antonio Méndez Rubio ha sido muy concluyente sobre la originalidad de los augurios del filósofo berlinés ante las nuevas coordenadas histó- ricas. Del paradero de su maleta extraviada nada se supo desde entonces, si acabó en alguna oficina de la policía franquista o simplemente desapareció entre las ruinas del desastre. Hannah Arendt vaticinaba en su poema dedicado a su amigo personal que “la noche descenderá de las estrellas” y los muertos como él serán quienes nos conducirán a los sueños.

Por Samir Delgado. Publicado en el Suplemento cultural El Perseguidor, Diario de Avisos, Islas Canarias.

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Autor

Raúl Bertone