Dardo Cuellar encontró en esta última poesía su mejor creación. Fiel a su estilo narrativo, subió esta vez su tono lírico y completó el círculo sagrado de la poesía. Por debajo de ella, subliminalmente está él. No extraña que hable de la infancia y de un pájaro. Dardo Cuellar lleva consigo la expresión aún latente de su niñez y sus ademanes continuos parecen pájaros saliendo de su cuerpo.
Es un niño sobre un tapial
En una tarde clara de final de otoño
Languida y sin ninguna brisa
Tal vez cuando el afán sucumbe
Ante triunfante desgano
El árbol intentando devorarse al pobre galpón
Y sobre sus ramas se apoya la luna
Al mismo tiempo un gorrion cruza el cielo
Y sueño que viajo en su cuello
La luna remontada ya se desprendió del efímero suelo
Como quisiera viajar con vos
Sólo oigo ajenos placeres
Mi alma dibuja algo pero soy indiferente
El niño juega en su mundo de pelota
Igual que el gorrión siguiendo sus deseos.