«Su naturaleza salvaje me hace sentir incómodo»

Me doy cuenta de que mi manera de ser constituye un clima muy duro para usted. No sé qué decirle: no deseo que sea de esta manera. No deseo que usted se marchite como una flor que no tiene suficiente tierra, o bastante agua, o demasiado oxígeno. Deseo que usted no sea jamás diferente de lo que ya es. La acepto más a usted tal cual es de lo que me acepto a mí mismo tal como soy. Sin embargo, usted es para mí como una fuerza devoradora, desproporcionada a mi ser, y que en todo caso también representa para él un clima tan duro como puedo ser para el suyo. No está en su naturaleza pensar en esto, y se lo digo con pocas esperanzas de que lo recuerde. Pero es verdad. Así como soy demasiado «frío» para usted, también esa nieve de la que estoy formado no tolera esas altas temperaturas que usted representa. Siempre la percibo inquieta, sin reposo, sin confianza sobre todo. Siempre la siento al acecho de una falta, de una flaqueza, sin tener en cuenta aquello que responde a sus deseos, y exaltando caprichosamente aquello que los frustra. Su insatisfacción es esencial en usted, constitucional, una suerte de cáncer incurable. Quizás eso sea natural en una persona colmada de todos los dones y poseedora además de las cualidades que permiten utilizarlos mejor. […]

Nunca es totalmente agradable sentirse transportado en un torbellino (lo digo por mí, sé bien que hay personas a quienes eso les complace… No me refiero a usted, que es el torbellino). Queda por saber (esto es lo más importante) si aquello que le atrae en mí, no es precisamente algo que implica una resistencia a los torbellinos, como sé que aquello que me atrae en usted es algo que yo le haría perder, y que por consecuencia, perdería yo mismo si la deseara de una manera diferente de la cual es, por la misma razón de que su naturaleza salvaje me hace sentir incómodo.

R.

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