«Todo ha cambiado, salvo mi corazón»

París, 18 de marzo de 1945.     

Galochka dorogaia,
      Cécile y yo nos alegramos muchísimo de enterarnos de tus señas. Nuestra separación de ti ha adquirido caracteres de catástrofe. Y quisiéramos saber cuándo volveremos a ver a nuestra pequeña Gala. Es demasiado tiempo, demasiado tiempo. Ahora me veo como un buen vejete. Ya no puedo leer sin gafas. Todo ha cambiado, salvo mi corazón. Y todo el pasado está muy lejos, salvo tú, porque tú, tú siempre estarás presente en mí. Pequeña Gala…

No sé qué decirte de estos cinco años. Hemos pasado momentos desdichados y momentos felices. Pero nuestra desdicha no era gran cosa al lado de la de tantos otros. Y hemos sufrido por los demás y te aseguro que no faltaban razones para ello. Y como mi gusto por la justicia y la bondad no ha cambiado, he sufrido. Hemos tenido el horror casi permanentemente ante nuestros ojos. Hemos esperado, desesperado, rabiado, luchado como hemos podido – y envejecido. Ya casi no sé reír. Pero qué hermosos han sido los días de la Insurrección. 

Vivimos desde agosto del 40 en Rue de la Chapelle, en el n.° 35 (distrito XVIII), muy cerca de casa de mi madre, lo que ha sido buena cosa, porque así hemos podido cuidarnos recíprocamente. Cécile se aloja en 34, Rue du Bac (VII). Su marido, Luc Decaunes, sigue prisionero. Ha estado repetidas veces en campos disciplinarios, por intentar evadirse. Todavía debe estar en uno de ellos. Ha sido muy desdichado. Y me temo que su unión con Cécile esté gravemente amenazada. Tu gran hija es extraordinariamente hermosa. Es hija tuya y por eso mismo la quiero más. Sigue conservando su aspecto de bebé. Hace crítica de cine y escribe pequeños artículos en los periódicos. Tiene talento, y desde la liberación se gana la vida. 

Nusch y yo nos vimos obligados a escondernos durante un año. Tuvimos la suerte de escapar de la Gestapo.

Hemos conseguido conservar vuestro apartamento. Pero como cualquier día lo van a requisar (ya han avisado a la portera), preferimos subarrendárselo a gente que se comprometa formalmente a dejarlo si regresáis. Ese es el peligro: como no hay alojamientos, no se puede echar a los ocupantes. Meteremos todas las cosas frágiles o preciosas en el salón grande, que cerraremos, como también el pequeño despacho, que sigue limpio. Tu portera ha estado impecable. Pero acabo de enterarme de que tienes cosas en un guardamuebles. Estoy inquieto, porque venden para pagarse el alquiler. Dame enseguida la dirección, pagaré el retraso.

Desde la liberación gano no pocas perras con mis poemas, más de las que nunca esperé ganar. Conforme a nuestro acuerdo de 1917, te debo una fortuna. Quizá hayas recibido un librito de mi parte. Pronto te enviaré una edición aumentada, completada. Publico pronto Le livre ouvert (1937-1945): 400 páginas. He publicado en Suiza un libro muy hermoso sobre Picasso (140 reproducciones) . Etc…

    Pero has de saber que la vida aquí es muy difícil. Mucha gente cae enferma. Llevo quince días en la cama, estoy mejor pero no me puedo levantar porque no tengo fuego. En enero quemamos todos los marcos de los cuadros. Y ni siquiera en el mercado negro se consigue calefacción fácilmente. Ha sido un invierno excepcionalmente frío. La nieve tardó tres semanas en derretirse.

Lo mejor sería que pudieras venir de visita, pero sin quedarte a pasar el invierno. La vida es muy dura. Y triste. Pero sería menos triste si estuvieras con nosotros. 

    Abraza afectuosamente a Dalí de nuestra parte. Como te abrazamos nosotros.
T.p.s. Paul 


Pequeña Gala querida, mi padre te lo ha contado todo, el resto tendríamos que decírtelo de palabra. Te echamos de menos y te quiero mucho.
Abrazos, y también para Dalí. Escríbenos.

Cécile

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Autor

Raúl Bertone