Visitar un museo es, o debería ser, mucho más que un deber turístico. Que una muesca en la libreta del viajero. Hay que buscar en el arte un significado personal que va más allá de lo que un museo propone. El arte es un ingrediente esencial en el desarrollo humano, es una manera de ver y entender lo que nos rodea. Personalmente no desaprovecho ninguna ocasión que se presenta. Significa refugiarme por un rato del ruido y el caos exterior. Es un sitio de reflexión, de reposo, de contemplación. Días atrás volví a desandar, como tantas otras veces, esos metros de la avenida Poeta Lugones que me separaban del centenario Museo Caraffa, el que siempre me sorprende con un catálogo renovado en sus nueve salas.
Y bajo esa dinámica del MEC pude encontrarme, entre otros artistas consagrados y emergentes, con el prolífico y particular dibujante santafesino Cristóbal Reinoso, conocido como Crist, un diminutivo de su nombre, una particular abreviatura que anuncia desde la breve firma un gran dibujo. La contextura de ese seudónimo, el garabato expresivo y sinuoso, sintetiza la obra de Reinoso; Crist es dibujo y palabra, imagen e historia. Su trabajo como historietista, humorista y dibujante es reconocido en todo el mundo.
«Con los años me di cuenta que la personalidad del dibujo no está en el acierto, sino en el error. El amateur siempre tiene que estar. No el profesional a ultranza que hace todo perfecto. El error debe participar permanentemente. El riesgo y el error forman parte del discurso; la imperfección está presente en los grandes museos, en los grandes artistas. Las obras maestras son aquellas que parecieran no tener dificultad, hasta que la encontramos. Y eso nos acerca a ellas», dice Crist.
Formó parte de las publicaciones más populares e importantes de nuestro país entre ellas Patoruzú, Rico Tipo, Hortensia, El ratón de Occidente, Satiricón, Mengano y Sex Humor. En su muestra Homenaje a la historieta está sintetizada esa referencia crítica de nuestra sociedad, como lo fue la historieta desde sus incipientes comienzos. La popularidad y la dinámica que siempre caracterizó a la imagen gráfica, el significado que a lo largo de la historia del arte tuvieron los afiches, los panfletos y los carteles, se manifiestan en todas las representaciones actuales.
«Armé composiciones mezcladas con unos frotados que elaboraba a partir de un líquido que vendían en la calle para transferir imágenes a las remeras. Al frotar trozos de revistas que no tuvieran fijador con una cuchara, podría levantar la tinta impresa. También la idea de tomar las páginas dominicales de los diarios norteamericanos, de gran tirada de los años 40 y 50 me dio la posibilidad de bromear sobre los errores de impresión. El recorrido también muestra el trazo gestual del pincel que recuerda a la caligrafía japonesa o china. Maestros de la síntesis, siempre los tengo presentes al buscar una composición simple y contundente. Y trabajos que por momentos parecen grabados, y están realizados con lavandina. En ellos busqué la forma plena con el negro y después limpié buscando el efecto casi de un negativo. No es nada nuevo. Goya ya lo utilizaba en sus aguafuertes», comentó el maestro santafesino, quien reside desde hace mucho tiempo en Córdoba.
La obra de Crist es parte significativa de ese contexto en el que se desarrolló la historieta. Además, debemos destacar la genialidad y suspicacia manifiesta en cada cuadro gráfico del autor que detecta, en los sucesos de nuestro tiempo, una singularidad tan irrisoria como trágica.
La genialidad y suspicacia de Crist
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