Ya en la Edad Media −y quizá mucho antes− había personajes, como el bufón o el comediante, que tenían la función de hacer reír. Personajes con la pretensión de llevar ciertas situaciones de la vida a niveles en donde el cuerpo hable por sí mismo al unísono de la carcajada. Porque la risa es precisamente eso: cuerpo, devenir, pulsión, entraña y vida. Más que un suceso fisológico, por qué no pensar que es una expresión del alma. En Pieces, una antología de cuentos cortos, Stephen Chbosky escribe que «no hay nada como las respiraciones hondas tras haberte reído tanto. Nada en el mundo como un estómago dolorido por una buena razón».
Creo entonces que la risa es una interesante evasión. Que es salirse por un momento de quiénes somos y ver que no estamos congelados en una situación. Que podemos ser otros. Nos evadimos de quiénes somos un instante. Nos tomamos distancia. Qué hacemos después, depende de cada uno. Pero por un momento, nuestra risa es más importante. Y en ese sentido, La Risotada, humor y circo constituye un soplo de aire fresco en este mundo compungido. Transmitiendo, aquí y allá, en un escenario, en una calle o en una plaza, el arte del clown, o payaso.
Julián Martín Zoquete Serralta y Luciano Sovaco Roggero utilizan con mucha sapiencia ese antídoto efectivo, sumergiéndose a veces en un mundo de improvisación, y en otras construyendo personajes, en situaciones y espacios inimaginables, logrando una complicidad única con chicos y grandes. Estos artistas de espíritu lúdico se presentarán el próximo domingo 15 de mayo en el auditorio de MEDANO con su nuevo espectáculo denominado El origen de la risa, en lo que ellos dicen concentrar todo lo vivenciado en este camino que han recorrido hasta ahora. Desde las 19:00 horas estará la propuesta entonces de cambiar el estado de ánimo de un niño o un adulto. Al menos por un rato. La entrada general tiene un valor de 50 pesos y las anticipadas se pueden conseguir en Mostacho.
«Es una idea que surgió hace más de un año, trata sobre la vida de Sovaco y Zoquete, mostrando las diferentes etapas de los personajes, desde el mismo momento que nacieron hasta la actualidad. Y en todo ese trabajo se produjo la aparición de variantes, de cosas nuevas, tanto en lo que atañe al humor como a la parte de las destrezas. Sacamos la cuenta y teniendo en cuenta el comienzo de La Risotada como compañía, hemos realizado, con este, ocho espectáculos diferentes. En el verano, cuando estuvimos en Las Grutas, estrenamos además dos espectáculos individuales. Son diez años trabajando juntos y está bueno poder renovar lo que se ofrece, el público lo estaba esperando de alguna manera», contó Roggero, iniciando la charla con Lobo Estepario.
– ¿Cómo calificarías el periplo europeo realizado el año pasado, qué vivencias les dejó?
– Fue importante para alimentar el vínculo entre los dos, y la experiencia en lo laboral fue sumamente enriquecedora. Fue como arrancar de cero. Tuvo sus dificultades lógicas, no resultó fácil hacer que la gente se adaptara al humor nuestro, pero todo eso ayudó mucho para el crecimiento. Las ganas de volver están, y seguramente lo haremos el año que viene. Gracias a los colegas que están dando vueltas por allá pudimos encontrarle la vuelta, la mayoría son argentinos que van a trabajar hace años, especialmente a España, y algunos nos contaron que en su primera vez la pasaron peor que nosotros, que debíamos estar felices. En ese ida y vuelta aparecen también los pequeños secretos que marcan la diferencia en el trabajo de uno.
– Las Grutas seguramente se ha transformado en un sitio donde deben sentirse locales atento a lo que ha sucedido en las dos ocasiones que mostraron su arte callejero…
– Tal cual, nos pasó encontrarnos este último verano con gente que nos vió la primera vez y concurre directamente a la peatonal para volver a repetir la experiencia, familias que hasta asistieron las cinco noches seguidas. Todo eso es algo muy lindo, poder brindarle a personas que en sus ciudades no tienen habitualmente la posibilidad de ver algo como lo que hacemos nosotros en General Pico. Lo disfrutan y lo agradecen.
– En esa exposición de las técnicas del arte de hacer reír, conjugadas con lo tradicional del payaso de circo y el lenguaje teatral, la conexión con el público es vital por lo que la rutina exige siempre horas de trabajo ¿cómo creés que se recepciona ese mensaje que revalida el rol de quien actúa, pero, principalmente, de la risa y su poder exorcizante?
– Personalmente considero que con el transcurrir de los años es algo que se me hace más fácil, el paso del tiempo te va otorgando otras herramientas para defenderse arriba de un escenario. Tanto en nuestra ciudad como en Las Grutas jugamos muy de locales por lo que todo se hace más fácil aún, y todo eso te permite una mayor libertad, cierta comodidad que se la terminás transmitiendo a la gente. Cuando ocurre, se puede crear mucho más y conseguir la risa desde diferentes lugares, de manera más satisfactoria. El estado de ánimo de las personas mayormente está influenciado por las vicisitudes de la vida misma, como la economía, el amor, entre tantos otros factores que a veces no nos deja estar del todo bien. Cargan con esas cuestiones, y bueno, a través de nuestros espectáculos intentamos aislarlas por un momento de lo negativo que puede estar sucediendo, que vivencien algo parecido a un viaje que puede durar media hora o una hora. Como que las distraemos un rato para que se olviden de los problemas cotidianos.
– ¿Y el idea y vuelta que se produce con los chicos?
– La experiencia es distinta, y te diría que se produce a veces algo «muy loco». Ellos nos ven como superhéroes, como personas adultas que hacen lo que otros adultos no pueden hacer. Entonces ese mundo de imaginación que tienen consigo se ve reflejado en nosotros dos. Muchas veces vienen y te abrazan de una forma como tal vez no abrazan a un tío. Todo eso nos genera un contacto muy cercano con ellos, nuestro espectáculo es para todo público, y así como queremos que los adultos se lleven algo de lo que vieron, es hermoso que a los niños también les genere todo eso. Sentimos mucha satisfacción cuando vemos ese disfrute, es algo difícil de explicar.