En su antología sobre la pasión de pintar, el poeta Paul Eluard escribió: «Desde el fondo de los siglos sube la necesidad irreprimible de ver, de mostrar lo que vale la pena de ser visto: ante todo la luz, el espacio y el detalle único; y también la necesidad de un lenguaje universal, por encima de las fronteras y el tiempo, la necesidad de transmitir la emoción y la magia de la vida».
La imagen, como objeto de arte, siempre es la representación de una porción de mundo que construye sentidos. Es un discurso que circula socialmente y comunica, pone en relación diversidad de miradas, se entrelazan, se soportan sobre imaginaciones, sueños, mitor, reverberaciones de lo real. Maximiliano Pedreira tiene 37 años, nació en San Martín (Buenos Aires) y su vocación por la pintura comenzó cuando tenía seis años. Hasta el 31 de mayo se puede recorrer en la sala de exposiciones de MEDANO la muestra que incluye obras suyas y de Maximiliano Rodríguez. Pedreira, quién también se desempeña como docente, ha realizado más de 40 exposiciones fuera del país, en ciudades como Berlín, Stuttgart, Hamburgo y Frankfurt (Alemania), París (Francia), Brasilia (Brasil), Punta del Este (Uruguay), Montreal (Canadá), San Francisco y Nueva Orleans (EEUU), o La Habana (Cuba).
«Considero que es importante poder mostrar el trabajo de cada uno, visité General Pico en varias ocasiones, en una de ellas compartí una muestra con Nicolás Menza. Que existan puntos de encuentro en el interior del país es fantástico, viajo mucho y la recepción siempre es la mejor, se viven experiencias nuevas, se conoce gente, es algo muy enriquecedor. MEDANO tiene una estructura muy linda, hay un grupo de trabajo que le pone mucha fuerza y cada vez que estoy me tratan como si fuera mi casa. Es fundamental continuar en el camino del arte para sortear los altibajos que ofrece la vida» contó a Lobo Estepario sobre su última visita a nuestra ciudad, ocasión en la que también brindó un seminario intensivo sobre Paisaje.
– ¿Qué buscás con tu pintura?
– Lo que uno busca siempre es sacar todo de adentro, gran parte pasa por ahí, como también cumplir con ese sueño que acuné siendo niño, el querer ser un artista, querer pintar y también tocar la guitarra. Poder hacer lo que uno ama. Soy autodidacta y en mí influyeron diferentes pintores como Gustav Klimt, James Whistler, Schiele, Van Gogh, Lucian Freud, de quienes me nutrí, y son referentes importantes en mi trayecto realizado hasta ahora en la pintura.
– ¿Cómo es la relación con otros artistas de tu generación?
– Tengo una manera de actuar que está ligada a realizar y compartir actividades con diferentes colegas, pero no solo de la pintura, trabajo con muchos escultores, fotógrafos o dibujantes, tanto a nivel nacional como internacional. Siempre estoy buscando eso, el poder compartir y fusionar todas las manifestaciones artísticas posibles.
– ¿Qué te conmueve del arte? ¿Qué te emociona?
– Comencé hace mucho pintando personajes del blues, un género musical que me gusta mucho y en el que incursiono -fue integrante original de The Country Blues Boys-, toda la temática afroamericana es algo que me movilizó y me sigue movilizando mucho. El primer arranque del motor fue con eso. Trato de que lo que pinto surja desde el corazón, que esté acompañado de la pasión. Soy muy autocrítico, a veces me enojo y combato con mis demonios, todo eso que surje cuando se está en un proceso de creación constante.
– Zygmut Bauman expresa en su libro Arte, ¿líquido? que el arte inspira eternidad y se pregunta si conseguirá ser la última muralla defensiva de la inmortalidad ¿Cuál creés que es hoy la función de los artistas?
– Es interesante esa propuesta. Es algo tan interno, cualquiera sea la expresión artística, que no existe, ni existirá, creo, máquina alguna que pueda suplantarlo. Es algo que juega con las emociones, con las sensaciones, con el qué decir de cada uno. Hoy continuamos idolatrando a los grandes maestros y seguimos transmitiendo eso de que no todo son pantallas.
– ¿Sos alguien que vive pendiente del mercado?
– En mi caso pinto lo que me gusta, sucede que a veces que se vende y para uno es un mimo, así lo considero. Que le guste a la gente, que te tiren opiniones de mis obras y sí, estoy en el mercado del arte, pero trato siempre de ser auténtico. Me ha pasado estar un tiempo sin vender y sin embargo he continuado siendo fiel a lo que siento cuando agarro un pincel. No pinto para gustar a nadie. Me gusta donar, hay pinturas mías en diferentes museos, lo que trato de hacer es que la obra circule y esté al alcance de todos. Que no sea algo elitista.