Hay una frase de Henri Matisse que traduce muy bien todo: «El jazz es ritmo y significado». Así como Armstrong ha sido una de las individualidades que aportaron búsqueda, genio, trabajo, también lo fueron Hawkins, Coleman, Monk, Parker o Coltrane. Definitivamente, esta música, a decir de Alan Lomax, surgió «de un grupo en el que todos los ejecutantes pueden improvisar juntos aportando cada uno algo personal a un constante efecto colectivo». Transcurridos casi 90 años de ese momento, de West En Blues, el jazz sigue vivo, ofreciendo alternativas. Los faros proliferan con distintas intensidades. Tiene algunas similitudes con el tango. Origen urbano, con ligazón al baile. Dos expresiones que se forjaron en sus períodos con intérpretes, compositores, orquestas, estilos, convirtiéndose en músicas para escuchar. Lo que lo diferencia del tanto es la improvisación.
El próximo sábado 20 de agosto los amantes del género en nuestra ciudad y la zona tienen una cita impostergable. Desde hace más de dos años Nilo Trío se viene presentando en distintos escenarios de Capital Federal y el Gran Buenos Aires, dándole continuidad a la propuesta musical. El grupo que integran los piquenses Mariano Palavecino y Wilson Giménez, y el bonaerense Alan Moore, estará actuando ese día en el auditorio de MEDANO, a partir de las 21:30 horas, con el notable guitarrista Julio Ortíz como artista invitado. La propuesta se basa en la ejecución de standars de jazz instrumentales y composiciones propias, con una impronta particular generada a partir de arreglos armónicos, rítmicos e improvisaciones, llevadas a cabo en el marco de un repertorio que incluye obras de autores como Miles Davis, Chucho Valdés, Wayne Shorter o Chick Corea, entre otros, y que tiene como objetivo incursionar en el jazz como punto de encuentro.
«Es como la coronación de un trabajo de casi tres años. Estuvimos cerca de presentarnos el año pasado pero por problemas personales tuvimos que postergar. Con Wilson (Giménez) nos encontramos en Buenos Aires sin habernos conocido en General Pico. Cada uno tenía su camino por separado, yo vengo de la música clásica y el conservatorio, la raíz de Wilson es el folclore, y Alan, que se sumó hace pocos meses -el anterior baterista era el «Turco» Elía-, se forjó en el ritmo latino y el candombe. Hay una mixtura que dio como resultado un estilo muy ecléctico, no buscamos tener un estilo bien definido sino tocar lo que nos va gustando en el momento. La última vez que toqué en mi ciudad fue hace diez años, cuando lo hice a cuatro manos con Leandro Mulatero. En ese momento hacía poco tiempo que había salido del conservatorio donde estuve 12 años trabajando mucho en música clásica, puntualmente con todo lo que tiene que ver con la nota impresa, respetarla. Ahora la perspectiva es otra, empezando por lo personal, tengo una hija, y en lo musical, el estilo del jazz te brinda ciertas libertades, si bien tenés que contar con los recursos para asumir el compromiso», contó Palavecino, abriendo la charla con Lobo Estepario.
– ¿En qué momento apareció el jazz en tu horizonte musical?
– Cuando tomé la decisión de venirme a Buenos Aires lo hice para empezar con jazz pero después me enganché con lo clásico en el conservatorio, buscando hacer una base para encarar en algún momento para el lado del jazz, pero terminé haciendo el conservatorio completo, pudo más eso. Ahora hace 15 años prácticamente que estoy laburando con el jazz y es algo que no deja de sorprenderme. Siempre existen secretos, personas que están más a la cabeza del lenguaje y te aportan cosas, todo lo que uno encuentra en internet. Hace tiempo que no tomo clases pero cada tanto armo algo.
– ¿Cómo es hoy tu relación con el instrumento?
– Considero que hasta el día que me muera voy a seguir aprendiendo, sé que este es un momento en que me puedo permitir tocar y que puede producirse algún que otro piropo de la gente, estoy cómodo realmente. Así me siento. En el momento de aproximarte al lenguaje surgen los interrogantes, te preguntás ¿estaré tocando bien o estaré tocando mal?. Puedo decirte que ahora estoy en otra situación, ayudado además por la cantidad de tiempo que llevo tocando con los chicos, que son dos fenómenos.
– ¿La escena del jazz se ha modificado?
– Hasta hace un tiempo el jazz atravesaba uno de sus mejores momentos, siempre había reductos abiertos en Buenos Aires, y todos los fines de semana uno podía escuchar dos o tres cosas de altísimo nivel. Eso no está pasando ahora, varios boliches cerraron y considero que la política que se está aplicando actualmente no tiene que ver con fomentar el nivel cultural under. En mi caso, uno tiene que ser siempre productor de sí mismo, lo que sucede con el jazz, por ejemplo, es algo diferente a lo que pasa con el tango. Tenemos que pelearla más, principalmente desde la convocatoria.
Mariano Palavecino
Nació en General Pico, en 1973. Es profesor de piano egresado del Conservatorio Municipal Manuel de Falla y dicta clases desde 1997 en forma particular y para el Centro Cultural Sábato UBA, y el CollegiumMusicum de Buenos Aires. Tomó clases de piano con los maestros Claudio Espector y Haydeé Schvartz, y ha tomado cursos de música de cámara con los maestros Jordi Mora (España), Filipo Gamba (Italia), Jorge Pérez Tedesco, Elías Gurevich y Néstor Tedesco (Argentina). En 1998 ganó el 2do. Premio Drago Mitre y en el ’93 integró la Big Band de la EMBA (Escuela de Música de Buenos Aires). Graba y estrena a pedido del compositor Javier Giménez Noble “Stress”, para el sello Cosentino. También ha tomado clases de piano jazz con Guillermo Romero y Manuel Fraga. Ha tocado en los ensambles organizados (en Virasoro Bar) por el baterista Sebastián Groshaus y por el contrabajista Cristian Bortoli. En 2007 cursó la cátedra de Jazz ensamble en el SADEM. Se ha presentado en los siguientes sitios: Teatro Gral. San Martín, Teatro General Alvear, La Scala de San Telmo, Radio Nacional, Salón Gral. Levalle del Circulo Militar, Universidad del Museo Social Argentino, C.E.A.M.C., Auditorio Aguaribay, Museo Quinquela Martín, Museo Fernández Blanco, Jazz Club «Jazz & Pop», Sindicato de Músicos, Jockey Club de La Plata, La Manufactura Papelera, Canal á “Masterclass”, Notorious Bar (Bs As), Centro Cultural Maracó, Auditorio de la Facultad de Veterinarias de Gral. Pico y Casa de La Pampa (Bs As).
Wilson Giménez
Nació en General Pico el 11 de enero de 1987. Comenzó sus estudios de guitarra a los 10 años con el maestro Julio Ortiz. En los años 2005/2006 tomó clases particulares de Lenguaje Musical con Daniel Mollani. Un año más tarde se trasladó a Buenos Aires para perfeccionar sus estudios en la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA), institución donde obtuvo el título de Profesor de Artes en Música para nivel Inicial, EGB 1 y 2. Entre los años 2009/2011 tomó clases de bajo eléctrico con Alfonso Alcoléas, abordando un amplio repertorio musical latinoamericano. En la actualidad continúa sus estudios de Armonía y Bajo Eléctrico orientados al jazz con Flavio Romero. Participó en dos ocasiones en el Festival “Guitarras del Mundo” y como músico sesionista acompañando a diferentes cantantes tocó en el “Pre Baradero”, “Cosquín”, Fiestas Nacionales celebradas en Buenos Aires, La Pampa y Mendoza, Festival de City Bell (La Plata), Casa de la Pampa, , Centro Cultural Armenio, Centro Cultural La Boca, Deshoras Club de Música y Arte, etc. Algunos grupos donde desempeña su función como bajista son: Nilo Trío (Jazz), Mariano Travella Trío (canciones), La Nota Trío (música instrumental latinoamericana), Big Funky Disco (soul, funk y música disco), entre otros.
Alan Moore
Nació en 1990. A los siete años empieza a tocar percusión bajo la tutela de su hermano, el músico Alejandro Moore. En 2006 ingresó a la EMPA (Escuela de Música Popular de Avellaneda) para estudiar batería con orientación al jazz. Tomó clases en forma particular con referentes de la percusión de Buenos Aires como Mario Rodríguez y Pepi Taveira. Trabajó en los talleres de percusión de la Municipalidad de Lomas de Zamora. Con el grupo Rosca de Vuelta se desempeñó como baterista, compositor y arreglador. En 2006 estuvo a cargo del grupo Guariló, cuyo papel principal fue dirección, arreglos y organización. Ha tocado en diferentes bandas de rock, blues, folklore y candombe como sesionista.