«La idea es que esto pueda seguir creciendo»

En fin, ya lo decía Voltaire: “Déjennos leer y déjennos bailar, dos entretenimientos que nunca harán daño al mundo”. En la danza existe como una aproximación a lo divino. Las pinturas rupestres ya nos muestran a nuestros antepasados bailando. La danza aparece unida al hombre, prácticamente desde sus orígenes, con un carácter religioso, de manera colectiva y sin espectadores. El carácter religioso y ritual se ha mantenido hasta hoy, y paralelamente, desde la antigüedad se desarrolló la danza profana, por diversión y como arte. Lo que está claro es que a lo largo de la historia la danza ha sido reflejo de cómo el humano ha vivido sus experiencias emocionales, espirituales, sociales e incluso religiosas.
Dicen que se es bailarín mucho antes de aprender a bailar. Porque la danza es la primera —y tal vez la única— de las artes que el ser humano manifiesta de forma instintiva. Porque la danza es compromiso, energía, libertad, emoción. La danza es la forma más perfecta del arte en movimiento porque convierte al cuerpo en el único e imprescindible elemento creador de arte y, desde que Loïe Fuller e Isadora Duncan —precursoras de la danza moderna y pioneras en el desarrollo ese nuevo concepto de “danza libre” tan antiguo, por otro lado, como la humanidad— comenzaran a experimentar con la luz, el movimiento y la armonía, el arte de la danza renace como un modelo de comportamiento: intangible, inmaterial, fluido, volátil. En definitiva, sublime.
Devo Freire es una joven piquense que lleva la danza en su piel y no deja de expresarlo. En la actualidad está a cargo de un grupo de danzas italianas que se formó en abril pasado, luego de aceptar el convite de la Asociación Italiana XX de Septiembre de Socorros Mutuos, buscando dicha entidad ofrecer otra alternativa al socio en el terreno de la recreación y el fomento de la cultura.
«La idea fue germinando, el grupo se armó de a poco, sin límite de edad, y abarcando los dos sexos. Lo importante y fundamental fue que quisieran sumarse para aprender a bailar y divertirse. En un momento se congregaron 10 mujeres a quienes les gustó tanto la idea, que no se quedaron con eso básico, sino que quisieron ir por más, tan así que formamos el soñado equipo de ballet llamado «La vitta ballando». Con el objetivo de que creciera y se difundiera lo que se viene haciendo, el grupo se anotó para intervenir en festivales y reuniones danzantes en la ciudad y pueblos vecinos, pero nos dimos cuenta que faltaba algo importante: la vestimenta que nos identificara. Por lo que en el mes de agosto se organizó una pollada, contando con la colaboración de directivos de la Asociación como también de las propias mujeres del grupo y familiares», señaló una entusiasmada Freire.
Lo recaudado permitió confeccionar los trajes, y de esa forma las mujeres que danzan al son de música italiana se muestran ataviadas como significado de pertenencia. «La idea es que esto pueda seguir creciendo, esperamos que el año próximo el grupo se haga más grande. El agradecimiento a Graciela, Mónica, Claudia, Silvana, Alejandra, Adriana, Julia, Teresa y Silvia, ellas fueron las iniciadoras a la hora de armar el grupo, sin faltar a ningún ensayo y expresando esa alegría y compañerismo desde un principio. Agradezco también a mi familia que me da ese empuje desde mis comienzos con la la danza hasta ahora. Destaco que lo lindo de poder trabajar en algo como esto no solo consiste en la formación de un grupo donde se corrige, se aprende y se esfuerza para que todo salga bien, sino que también se forma una familia, donde nos cuidamos entre todas y tenemos la premisa de querer transmitir esa calidez al resto para que esa familia se pueda agrandar», concluyó.

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Autor

Raúl Bertone