Artista inquieto. Comprometido. “A pulmón”. Nunca detiene su marcha. Es un payador urbano que deja el alma en cada canción. El cantautor misionero Joselo Schuap recorre el país con su micro multicolor y su prédica a favor del agua. Conceptualmente, a este trovador nacido en Oberá, pero que al instante residió en Leandro N.Alem, lo mueve la defensa de los recursos naturales, la difusión de la cultura de su provincia. Con el proyecto H2O apuesta a la solidaridad, a la defensa de nuestro monte nativo y al agua. Schuap me dice que la música debe ser, además de una muestra de expresión, una herramienta de lucha. Empuña su guitarra como arma y alza su voz, que es la de todos los que reclaman sus derechos, esa voz que escupe lo que dice “el corazón”. En ese contexto, no desecha influencias inmigratorias, de frontera o raíces guaraníes.
Este juglar como pocos, que lleva la tierra colorada de su Misiones pegada al pecho, y que canta como vive y como siente, encabezó días atrás en nuestra ciudad una intervención artística en una peña organizada por Red Solidaria junto a los Jóvenes Solidarios de CORPICO, y la propia cooperativa local, donde la entrada consistió en una donación para los inundados del noreste argentino. Junto a sus músicos y al payaso y malabarista Pochosky (personaje que juega con un símbolo, la última gota de agua sin contaminar del Mundo Azul), el cantor de las cosas del pago litoraleño reinvindicó una vez más a la vida artística como un compromiso con la gente, concibiendo a la canción como un medio de expresión para las causas sociales. El encuentro con alumnos de escuelas piquenses sirvió para hacer llegar su mensaje de conciencia. Sus canciones tradicionales, sus chamamés, chotis y polcas, acentúan la defensa de los humedales. En la primera luna de la 54° edición del Festival de Folklore de Cosquín, realizado este año, fue distinguido por su canto en defensa de la naturaleza, rescatando así el compromiso y la fuerza de su voz.
“Vinimos a General Pico para acompañar un gesto muy lindo que tuvieron los jóvenes solidarios de esta hermosa ciudad y la cooperativa CORPICO. Una juventud que empieza a despertarse y a darse cuenta de que hay otros que necesitan una mano, que esa es la mejor manera de encarar la vida. Pensar en actuar así, y nosotros también recibiendo todo lo que nos pueden enseñar con eso. Misiones ha tenido una catástrofe muy grande con las inundaciones y aquí la gente mostró toda su solidaridad. No podíamos hacer otra cosa que acompañarlos”, contó Schuap, refiriéndose a su paso por nuestra ciudad.
Transformado desde hace veinte años en un músico de los caminos, continúa viajando, recorriendo todo el continente americano, y también haciéndose sentir en países europeos. Se lo puede encontrar en los caminos con “Dino”, un viejo colectivo modelo ’61, pintado por artistas misioneros, y que constituye en sí mismo un centro cultural móvil, itinerante, con el que choca todos los pueblos y escuelas rurales que encuentra en su peregrinar. Lo hace consciente de su papel como referente cultural, con sus convicciones bien identificadas. Y así como no concibe la vida sin música, también aparecen en su diccionario de vida las palabras libertad, amistad, compartir, compromiso.
Junto a Mario Bofill, Pedro del Prado, Bocha Sheridan y otros artistas de su provincia, realizó su primer disco: “Sepan que soy misionero”. En 2005, ya fortalecido como artista popular, grabó su segunda placa, “Agua bendita”. Luego sería el tiempo de “Litoralmente (2009), “Mundo Azul” (2010), “Somos agua” (2010), “Tributo a María Elena Walsh” (2011), “Machete y chamamé” (2012), y meses atrás presentó en sociedad su reciente creación, “El sueño del pibe”, una placa que fue grabada en colaboración con León Gieco, Arbolito, y varios artistas más.
Por estos días se encuentra abocado a concluir el documental temático que lleva adelante sobre la vida del cantautor popular Jorge Cafrune, inolvidable artista que consagró canciones como Luna Tucumana, Virgen India, Luna cautiva, o Zamba de mi esperanza. La producción audiovisual lleva como nombre “Cuando llegue el alba”, y cuenta con cuatro capítulos de treinta minutos cada uno: Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de un cantor popular. Schuap espera poder estrenarlo en los meses de noviembre o diciembre de este año.
– En esta carrera de vivir y aprender a vivir de esto ¿qué rescatás en tus más de veinte años de trayectoria como músico popular?
– Lo que más rescato es poder haber recorrido el país y prácticamente toda Sudamérica, pero detrás de la estrella de cada pequeño pueblo. Como hacían quienes iban a caballo, los que caminaban, los poetas que andaban por los caminos. El subirnos a este colectico cultural, desde hace tantos años, nos mantiene vivos. El tiempo va pasando y en lo personal me doy cuenta de que estoy más tranquilo, no me siento tan desesperado por llegar a algún lado. El éxito no es llegar, sino ir. Eso lo decimos siempre, pero cada vez estoy más convencido. A La Pampa arribamos desde San Salvador de Jujuy, donde hicimos una entrevista del documental sobre Jorge Cafrune, y ahí está el sentido de todo, sentirse útil al llevar la música y la alegría, esa que aporta “Pochosky”, a los lugares donde otros artistas casi no van porque tal vez no le cierran los números.
– Estás en una permanente gira en defensa del medio ambiente y los recursos naturales a bordo de el “Dino”, el viejo Mercedes Benz ¿cómo surgió la idea de ese colectivo humano?
– En Misiones tenía un centro cultural que después se cerró, tal vez debido a que planteamos en su momento algunas cuestiones que no gustaron en una provincia muy política y con una falta de maduración hacia aquel que piensa diferente. Yo como artista tenía que expresar lo que sentía y no era acorde a lo que el poder quería escuchar. Lamentablemente me tuve que ir de mi tierra, lo hice calladito y sin victimizarme ni nada por el estilo. Considero que cada uno elige lo que va a hacer y después se la tiene que aguantar como un caballero. Uno se hace hombre, o mujer, aprendiendo de las cosas que pasan y haciéndose cargo de sus actos. Todo lo que salió de ese centro cultural desalojado lo cargamos en el colectivo y salimos. Fue un 6 de agosto de 2006, desde la Triple Frontera, lo hicimos rodeados de niños guaraníes, de maestros y alumnos, de selva…Para nosotros, la música, los malabares, los murales o la poesía son las herramientas que nos permite subirnos a un escenario y decir, o hacer, lo que sentimos. Lo que cantamos no es política partidaria, no hacemos la campaña de ningún candidato, lo que estamos haciendo es política cultural, social, ambiental, y estamos hablándole a la gente que su autoestima, todo lo que tiene, es mucho.
– Hace poco tiempo presentaste tu último trabajo al que bautizaste “El sueño del pibe” en honor a Gieco, que está como músico invitado ¿qué significa León en tu mundo musical?
– Me crié escuchándolo, como escuchaba a Charly García o la música de la región. Desde pequeño vengo con un póster de él pegado en el ropero. Después, con el transcurrir de los años, compartir un escenario con León me produce una emoción muy grande. La canción principal no sólo habla de un sueño mío, sino del niño que sueña que va a la escuela, se divierte, que juega, que no tiene que trabajar. Después el sueño del adulto, que sueña no tener estrés, el sueño del abuelo, que es que su familia no lo abandone, y el sueño del mundo, que sueña por la paz. Un poco el sueño de todos. Es un material que nos llevó tres años hacerlo, fue grabado en Misiones, Corrientes, La Plata y en Buenos Aires, mezclado por “Camacho” Cagliero, sonidista de Gieco. León participa en el disco, lo hace en varias canciones, como también están Arbolito, los hermanos Núñez, Sonia Alvarez o nuestro hermano del alma, Julio Morales. Un montón de gente aportó para un disco que nos gusta mucho, tiene un buen sonido, pero a su vez, la participación de todos esos amigos no deja de ser un disco nuestro, con nuestra forma de ser. Muchas veces invitados tan importantes como Gieco pueden hacer que uno se desvirtúe, y sin embargo, el vino a cantar cuatro canciones y se adaptó a nuestro sonido.
– Hay una canción en ese disco, llamada “Quien se acuerda de mí”, que está escrita por vos y tiene un mensaje muy contundente, habla de los pequeños campesinos que luchan contra esa frontera de la soja que se ensancha…
– Veo mucho lo que pasa en mi país, en Jujuy, por ejemplo, casi el noventa por ciento de la tierra no es cultivable por sus cerros y sus quebradas, y casi todo ese diez por ciento que queda le pertenece a Ledesma, por lo que los campesinos se reparten lo poco del resto. Es una injusticia muy grande. Y eso se encuentra en Santiago del Estero, Salta, y en nuestra propia provincia hay una gran lucha por la tierra. Son temas que se debatirán mucho en los tiempos que se vienen, la tierra para vivir o la tierra para los grandes emporios industriales. Me preocupan los límites y el equilibrio ambiental, ojalá no estemos errando el camino.
– A la hora de cantar tus cosas pueden surgir el aplauso o el grito del público ¿cuánto valorás el silencio de que escucha?
– Es lo más valioso. La última vez que estuve en Cosquín, el verano pasado, le dije a la gente que no quería que revoleara el poncho ni todas esas cosas, queríamos que nos escucharan. Tenemos siempre diez minutos para mostrar lo nuestro, entonces por favor escuchen esta canción, y ahí la gente hizo silencio, y escuchó…Planteamos el tema del trabajo infantil en la cosecha de la yerba mate, la explotación de los niños en los yerbales. Escucharon, aplaudieron y la verdad, yo me fui más feliz que nunca. El silencio es la mejor comunión con el público. También la alegría, hay momentos donde quiere alegrarse, o quiere bailar, todo forma parte de una misma entrega que tiene que ver con la cultura popular al alcance de la mano de la gente.
– En tu mochila siempre llevás varios clásicos tuyos, esos que no pueden faltar en un escenario, como Todos por el monte, Gurisito o La Placita…
– Así es, La Placita representa la cultura de la gente de la frontera, una forma de vivir de un pueblo, en este caso de Posadas. Un espacio comercial en donde se puede encontrar infinidad de artículos. Es como su lugar de culto. Gurisito refiere al trabajo infantil en la cosecha de la yerba mate, esa problemática antigua, y vigente a la vez. En estos tiempos se descubrieron campos con mucho poderío económico pero siguen teniendo en sus chacras a niños trabajando. Es algo que a esta altura de la humanidad no debería existir. El niño debe ir a la escuela, nos duele que por tener que trabajar deba dejar de estudiar y no puedan tener las mismas posibilidades que tienen otros niños. En cuanto a Todos por el monte, es una campaña muy antigua, iniciada en 2006 y que venimos sosteniendo permanentemente con respecto al desmonte en la tierra colorada, de lo último que está quedando de selva, cada vez más diezmada por el avance del monocultivo, en este caso el pino. También está la lucha en Misiones para cuidar y defender a nuestros pueblos originarios, aceptarlos y permitirles seguir siendo lo que son sin tantos ataques de nuestra cultura que no los deja vivir como ellos decidan. Todavía nos cuesta entender que los paisanos guaraníes no muestren interés por la riqueza como sí la tiene el blanco, que tengan otro concepto sobre la tenencia de la tierra, sobre el río, el monte. Todo eso es parte de su existencia. Somos nosotros quienes en menos de cien años prácticamente hemos diezmado a la mitad del ambiente en todo el planeta. Trato de poner canciones en discos, o en escenarios, que planteen y acompañen esas luchas de amigos, de gente que deja su alma para que esto cambie. Uno es simplemente una herramienta de divulgación.
– En distinas ocasiones has destacado la labor que viene haciendo la Asociación de Músicos Populares Misioneros ¿qué cambió en tu provincia?
– Pasó que, principalmente, antes no había nada que nos cobijara o defendiera, y entonces, unidos por la necesidad, nos juntamos con Fabián Meza y los hermanos Núñez, que integraron en su momento el grupo del Chango Spasiuk, y armamos una triada de trabajo colectivo. Después nos dimos cuenta de que no estábamos sólo nosotros, quisimos abrir la jugada y nos metimos en un hermoso gran problema que es tratar de unir a todos los músicos. Eso es bastante difícil, cada uno tiene su ego personal, su interés, pero todos, cuando nos volvemos viejos y ya no tenemos la misma voz, la misma destreza en los dedos, la misma salud para viajar, vamos a necesitar de una obra social, de una jubilación, y de la dignidad que debe tener cualquier trabajador. No hablo sólo de los músicos, sino también de los choferes, los sonidistas, todos los afines a la música. Nuestro sueño, en parte, ya está cumplido. Tenemos nuestra sede facilitada por la UTA, ahí montamos un estudio de grabación que está generando discos para todos aquellos compañeros que no tienen la posibilidad de acceder a un estudio. Logramos el carnet de seguro social, logramos que la Afip, a través de una gestión provincial, nos brinde el monotributo social en carácter de músico popular misionero, es decir, somos considerados trabajadores en el punto inicial de que podemos tributar con la profesión que nos cobija. Antes tenía que aparecer como prestador de servicio y había que pagar un canon mensual muy alto.
– ¿En qué momento del rodaje del documental con que se homenajeará a Cafrune te encontrás?
– Lo terminamos de rodar hace algunos días, ahora irá a montaje y el master se lo rendimos al INCAA el cinco de noviembre. Se trata de cuatro capítulos para el canal Encuentro y muy posiblemente lo presentemos a finales de enero del año que viene en el Festival de Doma y Folklore que organiza Ferro de Alvear. Cafrune era el padrino, y qué mejor manera de estrenar la película aquí.



