Su femineidad llega a ser inquietante. Allí, sobre el escenario, la cubre un vestido que deja entrever sus encantos. Está allí para bucear en los intersticios de la canción ciudadana. Y a veces no hace falta ningún grupo mayúsculo -en número- para hurgar esos territorios reservados a una de las voces más expresivas que hay por estos pagos. Sin esa expresión íntima, intensa, el tango suele transitar sin rumbo, lejos de sus instransferibles esencias. María José Carrizo demuestra su acendrada musicalidad. Y demuestra que, además de los tangos emblemáticos, existen otros que merecen ser explorados en su belleza. Transmite su repertorio con convicción, soltura, estilo y garra.
Con armas para ponerle una sensualidad distinta pero igualmente intensa a un tango, Carrizo es una cantante sólo parecida a sí misma. Camina por las cornisas como quien deambula por una ancha avenida. Y lo hace naturalmente, sin poses ni aspavientos. Desde un amor acendrado y una profundización de la música. Porque a su halo de seducción, encanta ella y atrapa su modo de cantar. La simbiosis perfecta. El don de la musicalidad que suele ser esquivo para más de un cantante. Por eso cultiva con fruición las articulaciones y los fraseos; por eso respeta minuciosamente la línea melódica y los acentos; por eso rinde culto a los matices y a los silencios. Sabe exactamente qué notas está cantando y qué dicen los versos.
Carrizo, que recorre con la misma convicción la expresión del folclore latinoamericano cada vez que sale al ruedo con el grupo santarroseño La Zarassa, conforma con los reconocidos músicos Rubén “Tachi” Gaich y Alberto “Toti” Mansilla un trío de poderosa dinámica. «Somos Tango» reúne su voz, y el virtuosismo de Gaich y Mansilla, donde el piano y el bandoneón sorprenden con inesperados toques, armonías y sutilezas. El año pasado se plantearon seriamente la idea de concentrar esa esencia y ese sentimiento en un disco. Finalmente lo lograron. Un trabajo que se presentará en sociedad en poco tiempo, horneado en el estudio porteño SombraCine bajo la producción de Andrés Mayo y Mariano Agustín Fernández, y la producción ejecutiva de la propia «Majo» Carrizo para espacio Patagonia/Ideas y Realizaciones. Y donde interviene además Sombra de Toro Records (del pampeano Mauricio Flores), con el aporte de músicos de la talla de Esteban Morgado, Franco Luciani, Mono Hurtado, Facundo Guevara, Victoria Zotalis o Ramiro Gallo, entre otros. El grupo de trabajo se completa con Mavi Díaz (coach vocal) y María Birba (diseño de arte).
En su derrotero, desde sus comienzos en Bahía Blanca, como que nos dice que no le gusta estar en la jaulita. Es inquieta. Será porque su alma y su cuerpo le piden otra cosa. Podrá equivocarse, pero no tiene precio eso de tirarse por el tobogán y darse un chapuzón en el agua helada. Carrizo no quiere perder más tiempo. En un tiempo donde a veces el pesimismo lleva las de ganar, ella sigue luchando denodadamente contra eso.
– Días atrás volviste a pisar el estudio porteño donde certificaste lo poco que está faltando para ver concretado ese sueño de plasmar en un disco toda esa impronta de «Somos Tango» ¿qué sensaciones te ganan hoy?
– Sí, ya está con el orden establecido, se están haciendo los últimos detalles de la gráfica y todo lo que tiene que ver con la producción de un contenido discográfico. El disco, que se llamará «María José Carrizo Somos Tango», lo vamos a presentar el jueves 26 de noviembre en el Centro Cultural Provincial de Santa Rosa. La placa contiene doce temas, y estoy muy feliz porque se respetó la genuinidad de la propuesta presentada desde el vamos. Fuimos con piano y bandoneón, junto a mi voz, que es lo que habíamos estado presentando en Concertango y en otros escenarios de la provincia, la producción tomó eso, conservando lo instrumental, las dinámicas rítmicas, todo. Pero a su vez agarraron cada uno de los temas y le dedicaron arreglos especiales, dando como resultado un disco con una sonoridad preciosa. Tiene dos o tres perfiles que dentro del tango me gustan mucho, eso de seguir las líneas puras, el rescate de las melodías, pero también me parece muy interesante jugar alguna que otra apuesta en recreaciones, con un grado de temporalidad un poco más cercana a la que vivimos.
– Pudiste darte cuenta que no fue necesario modificar nada de lo que sos como artista, te entregaste de lleno y con la mayor naturalidad a lo que sabés hacer
– Esto es más que significativo para mí, cambió rotundamente la forma de trabajar. Quedaron atrás los prejuicios, esos de los que ninguno de nosotros está exento. Una de las cosas que me sucedieron, dentro de mis prejuicios, fue que siempre pensé que productores de esa talla, con un amplio recorrido musical, y en todas las instancias, iban a darme una «recortadita»…(risas). El pelo de está manera, la voz de está manera, esto es lo que funciona y así salís. Algo así. Y sin embargo todo sucedió muy lejos a eso, me tocó personalmente vivir otra realidad. Me paro tal cual como me presento en los lugares a los que voy a cantar. Les dije «quiero hacer esto, quiero trabajar con ustedes», y después de un análisis exhaustivo del proyecto, me dijeron que se podía hacer. No hace un año que arrancamos con esto y llegar a término con una producción de este estilo, teniendo la posibilidad de que los conceptos artísticos que nosotros vertimos fueran considerados en esos niveles, me parece algo maravilloso.
– ¿De qué forma creés puede influir en tu carrera la mención especial en el certamen de voces de La Falda?
– Lo que sucedió en La Falda fue una forma de poder salir a ver qué era lo que estaba sucediendo a nivel nacional, en lo que se refiere a intérpretes de tango. Ese festival tiene la particularidad de ser muy representativo del interior, entonces resultó una experiencia muy buena, me permitió conocer a intérpretes de todo el país, llegamos dieciocho a la final y verdaderamente quedé gratamente asombrada con las performances interesantes de varios de ellos, con mucha personalidad. Se hizo un desempate y me tocó a mí la mención especial, aunque lo importante fue el reconocimiento de todos mis compañeros. Estoy promoviendo dentro del género algo que tenga menos carga de morbosidad, algo más desdramatizado, que sea una voz fresca, diciendo lo que pasa, sí, pero con una dinámica un poco más simpática. El contenido que tiene el tango es lo suficientemente denso como para que encima agreguemos más densidad en la interpretación.
– ¿Cómo es el presente del tango a la hora de la creación de nueva poesía, de nuevas letras?
– El tema de los letristas es un poco complicado en casi todos los géneros. Y en el tango está más bravo aún. En la última quijotada que fue el MICA Buenos Aires encontré varios autores que están tratando de promover sus obras, creo que, como en la mayoría de las cosas, es una cuestión de proceso. Me parece que todo está lo suficientemente efervescente como para que pronto tengamos una buena cantidad de letras reflejando la real popularidad del género. Entiendo que debería ser un buen termómetro de las cuestiones sociales y ya que uno tiene el poder de levantar la voz y tener un poco de atención, poner justamente eso en el tapete. Y también poder a la vez transmitir un mensaje lo suficientemente objetivo para que aporte a la causa común. En el momento en el que empiezan a correr los intereses personales, ya no tiene nada que ver con el arte. Es la parte más difícil, la responsabilidad del artista es poder sintetizar su interpretación social en un lenguaje que permita que todo el mundo pueda comprender. Y no hablo de demagogias, sino de cercanías. Una de las enfermedades sociales a la que más nos enfrentamos es la falta de claridad. Entonces, si el artista popular lograra el cometido de transmitir los conceptos que hay que transmitir, se estaría dejando la huella cultural correcta.
– ¿Pensás que en nuestra provincia están obviadas algunas opciones para cuestiones que hacen al desarrollo de un artista, en este caso de un músico?
– Es todo un intríngulis lo que sucede en la provincia. Tratando de ponerme en un lugar completamente objetivo, puedo decir que lo que se observa es como que hay un cuello de botella innecesario. Hay un montón de información, de opciones y de puertas que uno se da cuenta que están cuando se sale. No comprendo cómo cierta información o no llega o cuando llega, es tarde. Y ya uno no tiene posibilidades de participar. O por ahí son empresas con un poco de audacia, donde sin compañía uno puede sentirse solo. Tengo una conclusión de todo esto que es absolutamente personal y lo que sí sé, repito, es que existe un cuello de botella, y me parece que los artistas que trabajamos en La Pampa tenemos que empezar a «cinturear» estas situaciones, lo que redundaría es poder tener frecuencia de shows, buscar no aislarse más. Yo hace poco más de ocho años que vivo aquí y desde hace cuatro vengo trabajando de una manera intensa, no solo como artista, también en instancias que tienen que ver con la producción y la gestión. Y si bien percibo en Santa Rosa, por ejemplo, algunos cambios, con un teatro Español que tiene propuestas a cada rato, e incluso existen otros lugares más, hay dinámicas laborales que cambiaron. Entonces, al momento de querer vivir de esto, la cantidad de shows que puedo hacer en la provincia, donde, repito, trabajo muy bien y estoy muy agradecida, no me alcanzan para vivir. Eso hizo que intentara llegar a una instancia superior, lo hice desde aquí, buscando esos puentes, y a pesar de todo ese trabajo, por ese cuello de botella que mencioné en el comienzo, no logré situarme en las instancias laborales que pretendía. Fue así que no me quedó otra opción que salir de la provincia y empezar a buscar en otros lados. Tengo que salir a buscar esa respuesta, hay algo que no puede pasar y es que me quede sin la respuesta. Depende de mí. Hay que correrse de esa especie de zona de confort, dar un paso en alguna dirección que no sea la prevista y animarse.
– Está anunciado para los próximos días la realización del 1° Festival Pampeano de Tango ¿qué opinión te merece?
– Tengo una enorme decepción y me parece importante desgranar los aspectos. Creo que cuando uno pone a disposición del público una convocatoria de este estilo, donde refiere a que los artistas que van a participar se reunirán antes para consensuar el porcentaje de las entradas con el que se van a quedar, y que la organización no se hace cargo de pasajes ni de viáticos ni de ningún otro gasto que pueda surgir, ni hace hace responsable de nada que pudiera suceder, y, repito, que el pago que se haga por tu capital cultural sea la división consensuada de las entradas, bueno, yo quiere ver esa reunión donde estén los artistas pampeanos con más de un año de experiencia en el tango. Es una larga lista de gente que está activa, que los reúnan a todos en una sala y que consensúen que porcentaje de las entradas corresponde a cada uno. Es meter una bomba en un ambiente. ¿Cuál es la pretensión? Que nosotros mismos califiquemos nuestros hechos artísticos. Sucede así lo que no tiene que suceder. Se pone en manos de otros la responsabilidad que es de la organización. Así de sencillo. Hay una cosa que entendí hace bastante tiempo y que me enseñaron Miguel Juárez y Walter Tosone, lo que aplican con su productora: «si nosotros no trabajamos todos, no trabaja nadie». La idea es generar un circuito de trabajo real para todos. Que no haya un evento aislado, sino que se produzcan ciclos con contenidos culturales, que la gente tenga para elegir. Si bien el mensaje artístico del festival es correcto, y es genial toda esa movida que se producirá durante tres días, así, implementado de esta manera, el mensaje cultural, que es la práctica que nosotros fomentamos haciendo, dice que al músico local se lo puede tratar como si no existiera, no habrá ni un seguro de que estuviste arriba del escenario. Es una práctica que se viene haciendo desde hace mucho tiempo, que está jerarquizada, y casi todos pasamos por estas instancias. Y lo que ahonda mi decepción es que esta convocatoria está avalada por todas las instancias culturales que conocemos en la provincia.