Transformando y animando la materia. Limando, lijando, rascando, redondeando, puliendo, golpeando. Rompiendo, poniendo, sacando. La sensibilidad extrema. Eso revelan las esculturas, el equilibrio de las formas y donde el mensaje está dado sobre todo por las sensaciones, incluso táctiles. Como un acto amoroso o como una lucha cuerpo a cuerpo. Ese es el momento del escultor haciendo una obra. Estableciendo una convivencia con los materiales. Hierro, madera, piedra, acero inoxidable. Porque los escultores, cuando trabajan, tienen que lidiar con ellos, negociar. El arte es una manera de ver y de ser. Se relaciona con la percepción y cómo se percibe el mundo. Afecta a todo lo que se hace y se dice.
El hombre necesita crear escultura como un recurso para establecer y desarrollar su propio sentido de la existencia real. Puede decirse que, para que la escultura haya llegado a la autoconciencia de su propia naturaleza, ha hecho falta todo este proceso de independización respecto de las demás artes y, en especial, la liberación del marco arquitectónico al que ha estado sujeta y la eliminación de las confusiones con la pintura. La escultura es el arte de acariciar, palpar, tocar y manejar los objetos. Tocar es realmente la única manera por la que podemos tener una sensación directa de la forma tridimensional del objeto.
La artista plástica piquense Gabriela López tiene mayormente en la figura humana al eje de su obra. Específicamente la figura femenina. Y esa esencia, cultivada básicamente por lo lúdico, nutre su observación de nuestro entorno, de lo que nos rodea. Sus esculturas son, básicamente, un rosario de descubrimientos. Irradian fuerza, extrañeza, energía y movimiento. López está inmersa en plenitud en una de las disciplinas artísticas más físicas, más orgánicas. En esa experiencia cuerpo a cuerpo.
En el marco del 57° Festival Nacional de Folclore, el movimiento cultural en Cosquín se hará presente en distintos espacios de la ciudad cordobesa, destacándose lo que sucederá los días 14 a 29 de enero en las instalaciones de la Escuela Julio Argentino Roca, que será testigo como cada año de una muestra de artistas de excelencia, destacando una magnífica colección de obras realizadas gracias a sus manos y sus vuelos sin límites. Y en ese listado de elegidos se encuentra Gabriela, quien tras intervenir en el 1° Encuentro de Artistas y Artesanos de Argentina y Latinoamérica realizado en marzo pasado en el salón Imperial del Hotel Edén de La Falda, donde conoció al Director de cultura de Cosquín, aceptó el convite de este y envió una carpeta con sus trabajos: la respuesta fue una invitación para exponer en la sala más grande. Un dato más que elocuente que sirve para dimensionar el reconocimiento a su tarea. Estará exponiendo Caperucita y otros cuentos.
«En marzo asistí a La Falda gracias a una invitación de mis amigos Mariela Maisterrena y Jorge Woychejoski, y en esa muestra que se llamó Pieza única me presentaron al Director de cultura de Cosquín, quien andaba por ahí como lo hacían otros representantes de áreas de ese tipo de distintas ciudades. Sucede que ese grupo de artesanos se mueve con el Fondo Nacional de las Artes y transitan diferentes lugares del pais, se ha formado como una organizacion y se presentan en varios sitios. Bueno, en ese momento me propuso presentara una carpeta con mis trabajos para que la Comisión la analizara, y bueno, felizmente terminaron invitándome. Seremos unos 15 artistas de diferentes puntos del país, se trata de un largo itinerario donde, además de las muestras, se realizan talleres», contó Lopez, iniciando la charla con Lobo Estepario.
La artista piquense expuso en septiembre y octubre de 2015 en el 104° Salón Nacional de Artes Visuales, en el Palais de Glace, luego de que uno de sus trabajos perteneciente a la serie Las niñas resultara seleccionado. López nació en General Pico, el 28 de febrero de 1975. Se recibió de Bachiller pedagógico en la Escuela Normal Mixta (1992), de Maestra de actividades plásticas (1997) y de Profesorado de dibujo y escultura (1998), en el Instituto Superior de Bellas Artes. Fue parte de la primera Muestra de Arte Indisciplinado, auspiciada por el Concejo Deliberante (1995), y con el Centro El portón azul intervino en la construcción del Monumento a Manuel Belgrano, del Monumento al Trabajo, del Monumento a los Inmigrantes en Trenel, del Monumento a los Bomberos y en la restauración del Monumento a la Madre, en General Pico.
Participó en el Salón de Artes Visuales de La Pampa y en el Salón de Escultura Premio Domingo José Martínez, de Villa María (Córdoba), en 2014; Salón de Artes Visuales de La Pampa, Regional Patagónico Salón de Artes del Fuego 2014; Muestra Contra pronóstico en el Museo Provincial de artes de La Pampa y Muestra Gabriela López esculturas en Casa de La Pampa, en Buenos Aires. Recibió Mención de Honor del Salón de Artes Visuales de La Pampa (2014), y Gran Premio de Honor Salón de Artes Visuales Regional Patagónico, Salón de Artes del Fuego (2014). En Cosquín compartirá la grilla junto a artistas plásticos reconocidos como Sofía Ballarino, Jussara Galli, Nicolás Yovino, Carolina Luque, Leslie Di Palma, Noemí Alessandria, Yamil Montiel, María Inés Isally, Ariel Demarchi, Edo Fisicaro, Mónica Sánchez, Paula Manino y Poncho Coscoíno.
– El arte no sólo afecta a los sentidos sino a la concepción de la realidad en conjunto ¿qué significó para vos saber que por primera vez podrás exponer en un sitio todo lo que hiciste hasta ahora?
– Una felicidad grande cuando me avisaron que estaría y que ocuparía la sala más grande, un poco por el tamaño de mis obras y para que de esa manera pudiera llevar todo lo que tengo. Será la primera vez que me sucede. Me dijeron que ocupara todo el lugar que quisiera y si conseguía el traslado, me ofrecían ese espacio. Todo lo que llevo es mi obra en cerámica y madera, esta última mezclada con otros materiales como chapa, alpaca o vidrio. Más de la mitad de ese trabajo que expondré nunca salió de mi casa, por ejemplo, de los diez trabajos en cerámica, sólo tres fueron mostrados en Santa Rosa. Está la serie Las niñas, hay otra que tiene que ver con los pájaros, esa es la más nueva, y siempre en el plano figurativo. Hay otros trabajos relacionados con animales, basados en cuentos, es decir, se trata de una cantidad importante pero la temática tiene que ver con lo mismo, está entre la infancia y todo lo relacionado con la mujer.
– En eso que es algo vital porque se relaciona con la percepción y cómo se percibe el mundo, ¿en esa manera de ver y de ser cómo surge actualmente tu expresión?
– Empecé a trabajar con el metal para mezclarlo con la madera, mi tarea actual está centrada ahí, donde el metal gana preponderancia, pero nada de eso expondré en Cosquín porque recién estoy trabajándolo. En realidad empecé con la talla de la madera para probar, después tallé algo en piedra, en mármol, pero no llevo nada, es muy pesado. Y ahora estoy incursionando en la chapa, hay también cosas en resina. Me gustan todos los materiales, los probé y continúo asistiendo a talleres para perfeccionarme, hice con metal, también algo con piedra junto a un grupo de compañeras de estudio, es decir, van saliendo proyectos interesantes que invitan a ponerse a trabajar. Después, dónde mostrar y qué hacer con ese trabajo ya es otra cuestión que a nosotros se nos hace difícil aquí, pero de última es lo de menos.
– Un bagaje de recuerdos y saberes alimentan el insconciente colectivo y conforman una obra que ya está ahí antes de que se le dé forma ¿cómo fue en ese sentido el año que concluyó?
– Esta posibilidad que se me produjo en Cosquín me permite de alguna manera cerrar el año, en realidad durante 2016 no me preocupé en buscar lugares para exponer, solo estuve en La Falda y gracias a la invitación de mis amigos, y nada más. Sucede que tengo mi tarea como docente y además me concentré en el trabajo creativo, estuve encerrada en mi casa, de ahí que hay como 20 obras que aún no se mostraron en sociedad. Obviamente que sirve en el sentido de quien vive en poder vender la obra, de la cuestión económica, pero a mí poder mostrar me ayuda a cerrar un ciclo. No tiene tanto sentido hacer 20 trabajos y tenerlos guardados en tu casa. En nuestra provincia tenemos solamente sitios oficiales para exponer, no hay circulación intensa, entonces pedir un sitio lleva su tiempo y sinceramente te da un poco de fiaca toda la movida, son esculturas muy pesadas para embalar, prepararlas y transportarlas.
-La escultura es un objeto que ocupa un espacio mental y no sólo un lugar físico, lo que es evidente desde el punto de vista de la calidad sólida del objeto ¿qué sensaciones te ganan cuando participás en salones o muestras?
– Me gusta participar en los salones, pero la historia en muy particular, es algo ni muy bueno ni muy malo, y tiene que ver con el criterio de los jurados. Que haya entrado en un Salón Nacional me colmó de felicidad, principalmente si tenemos en cuenta que la obra figurativa no siempre es tenida en cuenta. Una talla en madera es como muy manual para estar ahí. En los últimos años están en esa búsqueda del arte conceptual y en pintura casi siempre los premios están dirigidos a eso. Pero también se puede ser figurativo, y se puede apostar, pero depende del jurado. Todo es relativo, de ahí que los salones me gustan por eso mismo, cuando uno ve todo junto tenés un panorama más amplio. Si la visión del jurado es amplia, se nota en el salón, y eso está bueno, si bien hay un montón de artistas que no intervienen por esa cuestión de que tu trabajo será juzgado. Si uno es consciente de que todo es relativo, eso no te infla ni te desinfla. Y por ejemplo en La Falda me sucedió lo que en ninguna otra muestra a las que fui, esto es, la gente se acercaba y preguntaba de todo, estaba con otra predisposición, es muy diferente a lo que sucede en un museo o en una galería de arte.
Fotos: Pablo Rivero Maldonado.