«Mis novelas tienen un mensaje de inclusión»

El deseo intacto de crear más historias. Y con el género de la novela histórica como bandera. Su prosa es muy cuidada y contiene precisos detalles que describen momentos y situaciones que ayudaron a forjar la historia nuestra. Desde Malón de amor y muerte, su primera novela editada en 2011, hasta Los amantes de San Telmo, su última publicación, la escritora cordobesa Graciela Ramos viene cultivando un camino que desandan fascinantes personajes.
Días atrás visitó la localidad de Realicó, invitada por Mundo Libros y la Secretaría de Cultura, ocasión en la que renovó esas sensaciones que surgen en los habituales encuentros con sus lectores, con quienes mantiene una cercanía real y palpable a través de este tipo de reuniones literarias o mediante intercambios en las redes sociales. Es un fenómeno propio del género que transita. Ella lo considera un alimento vital para continuar construyendo con su lápiz.
«Voy a todos los lugares que me invitan, es algo que me gusta mucho, y lo considero otra manera de encontrarme y conocer a mis lectores. Interactúo mucho por las redes sociales y entonces encontrarme con ese nombre y apellido, poder transformarlo en una cara y luego en un amigo, bueno, es algo maravilloso. Otra de las cosas que suceden cuando llego a un determinado lugar es que no únicamente me voy con el corazón lleno de afecto, sino que me voy con toda la historia del lugar», contó Ramos, en el inicio de la charla que mantuvo con Lobo Estepario.
La novela romántica, que tiene su origen en Amalia, escrita por José Mármol, ha evolucionado de tal forma que se convirtió en un fenómeno de ventas y de lectura en nuestro país. Un buen día Ramos pegó el volantazo y comenzó a cumplir sus anhelos más íntimos dentro de la escritura. «En realidad escribí siempre, desde niña, y cuando decidí cambiar, algo que no fue nada fácil sino todo un proceso, de mucho trabajo interior, lo hice impulsada por mis hijos. Trabajé como gerenta de varias empresas, tuve que viajar mucho y me perdí momentos con ellos. Entonces, cuando crecieron me di cuenta que quería estar con ellos, compartir, cocinar. Entonces probé, edité algo de lo que tenía escrito y me fue muy bien. Igualmente tuve que adaptarme y si bien antes por mi trabajo debía viajar como lo hago ahora, la diferencia está en que ahora es para promocionar lo que me gusta hacer, además del significado que tiene para mí encontrarme con la gente, que me devuelve y me llena en todos los sentidos».
Autora del libro para chicos El juego de la conciencia (Emporio Ediciones 2010) y de las novelas Malón de amor y muerte (Emporio Ediciones 2011) -luego de varias ediciones reeditada por Suma de Letras 2014-, Lágrimas de la Revolución (Suma de Letras 2013), La Capitana (Suma de Letras 2015) y Los amantes de San Telmo (Suma 2016), Ramos vive actualmente con su familia en Villa Allende, donde también explora otra de sus pasiones: el cultivo de una huerta.
«La historia me gustó desde siempre, ver cómo nació y se formó todo. A veces noto que hasta en mi casa utilizo el vocabulario que está impreso en mis novelas. Y va de la mano con el gusto que tengo por las costumbres, todo lo relacionado con las recetas de comidas, o los secretos de la huerta, esas particularidades de nuestra vida cotidiana. Las bibliotecas son de alguna manera mis shoppings, además de recorrer los fines de semana junto a mi marido cada recoveco, cada huequito donde hay que rascar la tierra para tener otra opción a lo que está escrito en las historias oficiales. Considero que cada escritor tiene su rutina, en mi caso, cuando tengo el tema es el momento en que construyo el cuadro histórico y a partir de allí comienzo a narrar la ficción. Todas mis novelas tienen un mensaje de inclusión, una materia que aún hoy tenemos pendiente», concluyó Ramos.

Así escribe

De «Lágrimas de la Revolución»

«La incertidumbre comenzó a horadar el estómago de Valentino. Sus rodillas empezaron a aflojarse con recuerdos muy recientes: su madre arropando a Benita para dormir; su padre apostado junto a su cama para compartir el rezo de las buenas noches, luego el abrazo… Y ahora estaba allí. Ni siquiera recordaba el nombre exacto del lugar. Un gusto amargo empezó a subir por su estómago hasta llegar a la boca; tuvo que darse vuelta para no vomitar sobre la cabeza de su hermanita. Enseguida entendió que él era todo lo que ella tenía en ese mundo nuevo. Desechó sus pensamientos, no era momento para mirar hacia atrás, había que seguir. Abrazó a su hermana y le dijo al oído:

– Todo va a estar bien, seguro nos están esperando – mintió.

Ella respondió con una tímida sonrisa que fue suficiente para iluminar el rostro de Valentino.»

De «La Capitana»

«El viento anunciaba que en un rato más llegaría la lluvia. Se sentía húmedo y fresco. Juana comenzó a bajar del árbol, tomando entre sus brazos el libro que estaba leyendo. Cuando estuvo a tiro del piso, saltó. Cayó y quedó en cuclillas. Cuando abrió los ojos, allí estaban los pies metidos en las sandalias de cuero gastado, las uñas sucias y encarnadas. Levantó la vista despacio.

– Juana, Juana…¿Cuántas veces tengo que repetirte que leer arriba del árbol no es buena idea? —le dijo el padre Bartolomé, al tiempo que le tendía una mano para ayudarla a ponerse de pie.

Juana le devolvió una sonrisa.

– ¿Qué estás leyendo?

La niña ocultó con sus brazos el libro y se puso a correr.

El padre Bartolomé la siguió con la mirada, un poco preocupado. Le había enseñado a leer y a escribir, también latín y algo de inglés. Era pequeña, tenía trece años. Se preguntaba si sabría manejar ese conocimiento en el futuro, y siendo una mujer».

De «Malón de amor y muerte»

«Alfonso y Eliseo iban a caballo al costado del coche, Rosalía miraba por la ventanilla pequeña cada espinillo que ya no vería más. Tenía sentimientos encontrados, se despedía de los viajes con su padre y sus hermanas como así también de las corridas arrastradas por un caballo… Cada lágrima caía con una emoción que ella quería dejar allí para empezar una nueva vida con sus amores. Cruzó su mirada con Mailén, quien también limpiaba su corazón con lágrimas espesas, lentas… Ambas mujeres se tomaron de la mano en comunión. Ellas, solo ellas llevaban esos recuerdos en sus corazones.

El trayecto fue largo y pesado, Julito había estado muy inquieto y ya estaban todos un poco cansados. Cada parada para pasar la noche era una sola queja entre los viajeros».

De «Los amantes de San Telmo»

«Donatella y Stefano estaban sentados uno pegado al otro en el rústico sillón de madera, expectantes y en silencio. Ya estaban casados y ahora seguía la otra parte del plan, la que tal vez nunca llegaría, pero llegó. El viaje al nuevo mundo. No sabían qué les deparaba el destino, tenían la ilusión y la esperanza que les regalaba la juventud y el miedo que les imponía lo desconocido.

Días y noches enteras estuvieron conjeturando acerca de si estaban tomando la decisión correcta. Pedían opiniones a todas las personas con las que se cruzaban, pero claro, cada una contestaba según su parecer y ellos se llenaban cada vez más de dudas y confusiones».

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Autor

Raúl Bertone