Resistiendo y respondiendo, pero también creando con hambre

Escritor original. Que rechaza la normalización ofrecida. Un universo propio. Rehuyendo la solemnidad cuando combina y juega con la sátira, el sarcasmo, la ironía, el humor. Y con pasión se niega a la compasión. Sabe abrir los ojos en la oscuridad de esos territorios en los que nadie se atreve a entrar. Juan José Sena Weill es un escritor cuchillo. Hace de su voz el habla del marginado. Escribe con desamparada ternura; o sea, con minuciosa ferocidad. Como una gestualidad barroquizante, cuya traza viene y va de la oralidad.
El filosofar de la época hecho en ese «borde con encaje», como reconoce el chileno Pedro Lemebel a la cornisa de su arte. El arte de Sena Weill no solamente resiste y responde, también reapropia con apetito y crea con hambre. Entre el espectáculo del deseo y la ceremonia de la muerte, buena parte de su obra registra la lucha por sostener el lugar desde donde tanto el placer como la agonía puedan ser vistos de frente.
Rodrigo Weill y Marcos Fernández ultiman detalles de un documental que refiere a la cotidianeidad del escritor pampeano, que refleja momentos del día a día, pero también surge lo ficcional, con «Juanjo» relatando fragmentos de sus libros, o departiendo con distintas personas. «Con Marcos nos conocimos en el año 2004 aproximadamente, en ese momento formamos una banda de garaje llamada Cachalote. Con el tiempo él se fue a estudiar cine a Córdoba y al año siguiente viajé a la ciudad mediterránea para estudiar fotografía. Entre nosotros hablábamos siempre de hacer proyectos audiovisual juntos, y bueno, encaramos este proyecto. Actualmente también compartimos una banda llamada Nubes de vidrio, que nos permite cultivar esa otra pasión que es la música», relata Rodrigo sobre «Llegará la noche».

El documental muestra lo cotidiano del escritor, en su casa y en otros lugares.

El documental muestra lo cotidiano del escritor, en su casa y en otros lugares.

– ¿Cómo nació la idea de realizar un documental basado en el escritor Juan José Sena Weill?
R.W – Nos resultaba interesante la visión que tiene de la vida desde su lugar como escritor y poeta, era algo rico para nosotros escucharlo y rodearnos de su presencia para saber cómo vivía, y así podríamos interiorizarnos con el personaje y llegar a que nosotros seamos invisibles a la hora de filmar. El obraría tal y como es en la vida. También nos propusimos lograr captar sus pensamientos, sus decisiones, qué le gusta, qué le disgusta, a qué le tiene miedo, cómo fue su niñez. Buscamos entonces poder transmitirlo a las personas que realicen el visionado de la película. En General Pico muchos conocen a «Juanjo» como un escritor pampeano y profesor de facultad, pero no saben, o desconocen, todo lo relacionado a su entorno, su vida y forma de ser.

– ¿De qué forma se sucedieron los encuentros para armar las secuencias?
M.F – En un principio comenzamos a visitar a Juan José con muchas ideas en nuestras cabezas, pero en los primeros encuentros dejamos fluir el diálogo entre nosotros, los realizadores, y Juan José, el personaje principal. De esta forma llegamos a establecer una relación de amistad y confianza, registrando cada momento que se nos presentaba.
Luego, con el pasar del tiempo, las visitas se hicieron cada vez con mayor regularidad y es ahí cuando el proyecto comenzó a tomar forma. Fuimos guionando, programando encuentros, entrevistando y escribiendo situaciones ficcionales, algunas veces se daba y otras veces no, entonces nos guiábamos por el azar y nuestra intuición a la hora de rodar. Hay algunas escenas donde «Juanjo» va al lavarap, o a comprar a la panadería y a la farmacia (los actos cotidianos de una persona), y estuvimos ahí con nuestro equipo para hacer un seguimiento de las situaciones.

– ¿El guión del documental transita por diferentes terrenos?
R.W – El guión básicamente lo pensamos y lo dividimos en tres partes. La primera parte, a la cuál le dimos mayor importancia ,se centraba en el día a día del personaje, con una mirada etnográfica observacional, en donde tratábamos de registrar sus actividades cotidianas, sus pasatiempos, las visitas de sus allegados. Claramente esta etapa de guionado se iba construyendo a medida que íbamos juntando el material audiovisual y nos daba pie a tratar de imaginarnos y registrar posibles situaciones que puedan llegar a surgir. La segunda etapa de guionado fue la de ficcionalización. Nos reuníamos a escribir y pensar situaciones, las cuales por lo general nos remitían a sus escritos, a sus libros, y a su forma de ser y pensar. Estas escenas fueron reforzadas con voz en off de fragmentos de sus cuentos, relatados con su propia voz. Por último, la tercera etapa fue la de las entrevistas, muchas de ellas surgieron con las visitas cotidianas y otras se hicieron previamente pensadas, armadas con puestas en escena y preguntas concretas.

– Sensaciones que fueron dejando esa cotidianidad, ese transcurrir de varias horas de trabajo… ¿cómo se sintieron?
M.F – Las sensaciones fueron muchas, esas que nos fue dejando a medida de que nos íbamos conociendo cada vez más. Principalmente que nos encontrábamos frente a una persona muy sabia, con experiencias de todo tipo, que nos aconsejaba, nos hacía entusiasmar y de alguna manera apostar a seguir ampliando el proyecto. Nos hicimos de un buen amigo.

– ¿Cuánto material reunieron y de qué forma incidió para su duración?
R.W – Las visitas a su casa con el equipo de filmación se fueron dando a lo largo de casi dos años. Por lo tanto, el material que reunimos fue bastante, creemos que alrededor de cuatro o cinco horas de audiovisual en crudo. En un principio teníamos la idea de realizar un medio metraje, pero con el paso del tiempo el proyecto se fue ampliando y en estos momentos llevamos un poco más de una hora en el montaje off line de la película. El formato de guion y los terrenos que transita nos ayudó a que se extienda el documental y generar una película llevadera, que rompe un poco con el esquema del documental tradicional.

– ¿»Juanjo» es el único protagonista?
M.F – «Juanjo» es el protagonista principal, pero dentro de la película hay otro personaje que aparece reiteradas veces, el cuál es su mejor amigo, el compañero fiel. Su gato Tao.

– ¿Qué locaciones utilizaron?

R.W – La locación principal donde transcurren bastantes escenas de la película es su casa de la calle 10, en General Pico. Luego nos movilizamos con «Juanjo» por terrenos aledaños a la ciudad, como el campo, la ruta, y el cementerio. Además, también hicimos una recorrida por algunos locales comerciales que el escritor visita cotidianamente. Fuera de General Pico, visitamos y filmamos en el cementerio de Rancul y en algunos lugares de ese mismo pueblo.

– ¿Cuándo piensan estrenarlo?

M.F – Pensamos hacer un pre estreno a finales de este año 2014, ya que venimos postergando el estreno desde mitad de este año por el motivo de que el proyecto fue creciendo y se seguía generando material interesante, el cual no podía quedar afuera de la selección. Pero el estreno o el lanzamiento de la película lo estaremos haciendo oficial en el año 2015 y de esa manera poder participar de festivales de cine a nivel nacional e internacional.

"La congoja del alma cuando desde temprano se adquiere la conciencia del tiempo y de la muerte...".

«La congoja del alma cuando desde temprano se adquiere
la conciencia del tiempo y de la muerte…».

Sobre Juan José Sena Weill

Cuentista, poeta, dramaturgo, novelista, traductor y ensayista pampeano. Nació el 21 de septiembre de 1944 en General Pico, ciudad en la que reside. Estudió Filosofía, Antropología y Letras en las Universidades de Buenos Aires, La Plata y La Pampa. En su niñez y juventud publicó poemas y notas en el diario piquense La Reforma. En 1976 ganó el Premio Internacional de Cuentos en la Universidad de Panamá, que en 1977 publicó su novela La última noche del imperio (reeditada en LP en 1992). Sus textos son siempre reveladores y no sólo nos conducen a un placer estético. Sus historias exploran personajes apasionados a los que sobrevuela la fatalidad, el destino, el azar, las encrucijadas. En medio de ese estropicio, dialogando con ángeles y demonios y sin dejar de hacerlo con ambos. Sí, el abordaje de la tragedia es universal, pero su narrativa nos sitúa en el punto superador de las tensiones entre regionalismo y universalismo.
Una lectura amplia, desprejuiciada y abierta de estos textos produce una modificación del receptor de la escritura y de la escritura misma, como sólo pueden lograrlo aquellas composiciones estéticas que “pintan la aldea”. Sena participó en varias investigaciones en el campo de la antropología y la linguística. También ejerció el periodismo, la docencia (en todos los niveles, desde el jardín de infantes y la escuela primaria (donde llegó a ocupar importantes cargos directivos como Director Interventor) y secundaria, hasta la Universidad, tanto en la Argentina como en Francia y en EE.UU. y durante mucho tiempo se dedicó a la coordinación de talleres de creación literaria en General Pico.
Algunas de sus obras figuran en diversas antologías y publicaciones dentro y fuera del país y en función de ello fue distinguido numerosas veces: en 1976 ganó el Premio Internacional de Cuentos de la Universidad de Panamá y un año después volvió a ser premiado –nuevamente en Panamá- por su libro de cuentos “Los condenados de este mundo”; en 1978 obtuvo el Premio Regional de Poesía de la Universidad Nacional del Sur; en 1983 ganó el Premio Nacional de Letras, otorgado por el Consejo Nacional de Inversiones, q1ue en 1985 publicó su obra “Cuentos de nuestra tierra”. Algunas de sus obras fueron premiadas en La Pampa: “Nueve cuentistas pampeanos contemporáneos” (1971), “Selección de cuentos” (1976), “Ocho cuentos pampeanos contemporáneos” (1983), “Letras para la paz y la justicia” (1986), “Tierra escrita (1988), “Escribiciones” (1991), “Con olor a tinta” (1991) y “Contraseñas” (1993). En 1998 fue seleccionado para representar a La Pampa en la primera Antología de Cuentos Regionales Patagónicos”. En 2006 fue llevada al teatro, por el Grupo Andar de Santa Rosa, “El deseo de la Petra Polanco”, obra compuesta por diversos textos narrativos de su autoría; además, el Ministerio de Cultura y Educación de La Pampa incluye el cuento “El Mercachifle” en la serie de publicaciones “La Pampa lee” de la Presidencia de la Nación. Fue iniciador de numerosos movimientos tendientes al aglutinamiento de la gente de Letras de su provincia, entre ellos la Asociación Pampeana de Escritores (APE), de la que fue miembro fundador, y el Grupo de Escritores de General Pico. En 2007, postulado por la Municipalidad de General Pico y el Grupo de Escritores Piquenses, recibió el Premio Testimonio en la disciplina Artes-Literatura que otorga el Gobierno de la Pampa a través de la Subsecretaría de Cultura. En marzo de 2011, el Concejo Deliberante declaró al escritor “Ciudadano Destacado” de General Pico.

Así escribe

Los dones que me dieron

– Apenas si me dieron todo el tiempo del ángel derramado.
Fue como una postal del cielo en una lámina,
todo el cielo de dios en una sola lágrima,
todo un gran arenal de sol siempre irredento
en el fondo del miedo.

Entre zarzas ardientes,
y allá, en la lejanía,
más allá de las nubes,
la memoria sin voz.
Muda, impasible.

Te has cansado de hurgar entre tus muertos
Entre fatuas preguntas
Libro tras libro
Napa tras napa
Y nunca el agua
Para saciar tu sed
De un manantial de amor nunca saciado.

Ese nombre, La Pampa

Tu primigenio son de bamba en quechua urdido se ha de sonorizar en pampa soterrada.
Todo será en sigilo. Tu memoria y tu suerte.
Mi destino y el tuyo yacen aquí, enzarzados, y rasgan en su modo de palpitar sombrío los densos caldenares donde tiemblo en mi sangre como guitarra herida.
Cada caldén secuaz de un ángel deslenguado se roerá a sí mismo contra sus ramas ciegas.
Serás como mi sola provocación sin nombre: ese inefable verbo con que nadie suspira.
Pero al final convocas y gruñes y berreas como un niño infeliz o un anciano obcecándose.
Y acabas suicidándote lo mismo que una daga desde siempre insincera,
de un solo golpe al corazón.

-Pero cesen los llantos que obnubilan ahora el indeciso cielo de una siempre fugaz distancia entre candiles.

Ese soy yo que pasa entre los altos negros bastidores de un dios que puedo ser yo mismo a la deriva.
Ese ha de ser mi sino.
Me ha convocado el cielo con su garra en pavor para que te desgarre la noche en carne viva.

Te asesinaste tú primero frente al propio misterio de tu error…

Ya no soy el culpable de tu delirio a solas.

Me salvarán los cardos…

Mis antiguos amigos…

Los desolados ángeles que velan por tu sangre y que cantan tu sed nunca saciada, pero no te dan agua aunque estés siempre atento al cielo despojándote…

Yo he sido tu traidor…

Tú fuiste solamente un gran sueño del cielo…

Ley de médano

Esta es la ley del médano.
La escribieron los dioses miserables sobre la piel del páramo.
Nadie pudo infringir jamás sus mandamientos, so pena de extinción en la
locura o el tenebroso exilio del suicidio.
Jueces inexorables la impusieron ineluctablemente.
Jamás dieron lugar a apelaciones por causas atenuantes.
Fue la única ley que se cumpliera siendo juez y verdugo, todo a un tiempo.
Bajo ella se nació, se vivió bajo ella. Por ella su cumplió toda muerte en
la tierra.
E impera en el trasmundo todavía con hambruna insaciable.

Esta es la ley del médano.
Aquí los hombres pasan con su cruz en la espalda musitando temerosas plegarias.
Aquí se cumple el ruego de impotencia, como consolación, sin esperanza.

Médano a la deriva. Cubre todo. Su ley es la traición, es el olvido
cumpliéndose a mansalva.

Cada grano de arena de su vientre es una ciega y terca molécula de Dios
empecinándose por borrar toda huella.
No hay altas alambradas de soberbia para impedir su paso
ni ninguna muralla que pueda erguir el hombre para evitar su bárbaro avance
sentenciero,
ni guardias tras almenas de castillos insomnes para advertir al mundo sobre
su bronco paso.
esa marcha en silencio de molusco de polvo empecinado, ese ultraje voraz,
siempre insaciable.
Las rumbosas ciudades, inconscientes de sí, tan condenadas
como el más miserable de los pueblos
hallarán su sepulcro innominado
bajo pesadas, densas, capas de anonimato en dunas frías.
Un dios cuya impiedad raya en crueldad altísima
ha escogido este modo de imponer sobre el páramo su castigo vesánico
y hasta acaso una inicua manera vengativa de paliar sus envidias.

Esta es la ley del médano en el páramo de la tierra baldía.
Aquí todo se olvida al poco tiempo, todo se difumina prestamente bajo un
borrón siniestro.
Ni el más férvido amor puede contra esta ley, esta obsesión astral, este
designio cruel de consumirlo todo,
esta aciaga manera de advertir finitud y vacío,
el feroz instrumento de las transmutaciones con guadaña voraz tronchando
médulas.

Esta es la ley del médano.
Ni la lucha más larga. Ni el más heroico modo de subvertir lo injusto,
ni siquiera
la santidad más límpida
pudieran
suprimir esta ley de la desesperanza
porque fue irrevocable –y acaso necesaria como ninguna otra sobre la faz
del mundo.
Ciega en su cumplimiento ineluctable, no habrá manera alguna de evadirla
jamás ni de borrarla
con turbión de los cielos o brasa del infierno.
Ángeles grises cumplen desde su cautiverio enamorado
la función de soplar contra la vida
la tediosa constancia de la muerte
y su inconsciencia máxima.

La Cruz del Sur vigila.
“Pasen así las glorias de este mundo…” .
Asumamos las lentas erosiones con que Dios nos despoja mansamente
de la ilusión de ser a espaldas de la Nada.
A pagar un antiguo pecado de soberbia se vino a estas planicies de la
pena.
Consintamos en ser humildes perdedores de una carrera en círculo,
de una ilusa carrera miserable de caballo de noria.

Tenemos solo un sueño en las pupilas
condenado a morir, igual que todo,
bajo un médano insomne
cuando el párpado en llamas
del dios viejo y cansado
se decida a dormir su sueño cósmico.

Será un sueño de arena interminable
y ninguna visión.
Será el vacío.
Será la ley del médano.

Santa Rosa, 1975.

Compartir

Autor

Raúl Bertone