Símbolos materiales de ilusiones fantásticas

Estamos ante un año de Lobo Estepario. Ese momento en que decidimos pactar -dejando un hermoso tiempo del papel para pasar a la web como vía-, con el lenguaje que nos rodea, que nos precede, nos supera y nos envuelve. Como una misma hirviente marea de lo humano, dejamos que nos arrastrara, nos llevara. Voces perdidas y lugares comunes. El mar de Conrad, el mar de Homero, es también el mar de la vida. El mar de nosotros mismos. De nuestra propia interioridad. Pero es también el mar no menos inmenso de la literatura, del arte, de las páginas de los libros. Y es también el mar primigenio del lenguaje que nos rodea, nos crea, nos implica. El lenguaje nos hace hombres. No existe en quienes hacemos el diario digital de cultura El Lobo Estepario sentidos excluyentes ni conclusiones definidas. Son símbolos materiales de ilusiones fantásticas. Indispensables para la renovación del espíritu. Así marchamos. Con las dificultades de encontrarnos con las visicitudes propias generadas por quienes tienen una percepción diferente, de aquellos que prefieren noticias que refieran a los «espejitos de colores» de las campañas políticas de turno, el desliz de la vedette «plástica» del momento o noticias policiales que desparraman sangre; de sentirnos, muchas veces, impopulares a la hora de recurrir a la búsqueda de una publicidad que permita, mínimamente, sostener la premisa desde lo logístico, nunca desde lo que dicta nuestro espíritu.  Que no necesita del dinero como combustible. La pasión basta.  Algo que podemos percibir hasta en estamentos oficiales donde parecería que aún se preguntaran ¿qué hace un «lobo estepario» recorriendo la llanura pampeana…?. A pesar de todo eso, nosotros tenemos más de un motivo para celebrar. La celebración de sentirnos libres, libres de pensamiento y de acción, de poder seguir respondiendo con ese mismo entusiasmo inicial a toda inquietud o expresión artística válida, ese mismo entusiasmo que viene acompañando cada uno de los caminos que supimos forjar contaminados con los hedores y los fervores de la vida. Gracias a esos espíritus que resisten, y nos acompañan.

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Autor

Raúl Bertone