La escultura puede percibirse como a una lengua primitiva. El desarrollo de un ritual pagano, por ello más sagrado. El escultor es alguien que trabaja, piensa y tiene ensueños de obrero en sus espacios. Que trabaja con las manos, pero también con energías imaginarias. Se trata de darle forma a esa obra pensada, esa obra como testimonio, y la exigencia inherente de manifestar.
Detrás de toda creación hay un cableado de estímulos. Más que la chispa de un momento de inspiración, son las conexiones las que importan. Cada material a utilizarse tiene su lenguaje, su exquisitez, y precisa de una técnica diferente para trabajarlo. «Uno debe trabajar, nada más que trabajar, y debe tener paciencia» es una frase que pertenece a ese artista universal llamado Auguste Rodin.
Limar, lijar, rascar, redondear, pulir, golpear. Romper, poner, sacar. Como un acto amoroso o como una lucha cuerpo a cuerpo. Ese es el momento del escultor haciendo una obra. Estableciendo una convivencia con los materiales. Hierro, madera, piedra, acero inoxidable. Porque los escultores, cuando trabajan, tienen que lidiar con ellos, negociar.
«Escultura pampeana – Capítulo I» se llama la muestra donde exhiben sus obras los artistas Gabriela López (General Pico), Fabio Llanos (nacido en Puelén y que reside en nuestra ciudad), José Peréz Arce (actualmente radicado en Santa Rosa), Javier Gómez (Santa Rosa) y Pablo Peppino (de Santa Rosa y residiendo en Toay). La misma puede visitarse en la Sala de Exposiciones de MEDANO -Multiespacio de Arte del Norte-, en calle 11 N° 1185. La entrada es libre y gratuita.
Las esculturas que se exhiben son un rosario de descubrimientos. Son formas sucesivas del pensamiento espacial que no son realidades en sí mismas sino que son nuestra experiencia con ellas, donde ellas se ofrecen, abiertas, receptivas. Las esculturas irradian fuerza, extrañeza, energía y movimiento. La escultura como una de las disciplinas artísticas más físicas, más orgánicas. Una experiencia cuerpo a cuerpo.