«Yo no veo fronteras en los estilos musicales»

La mirada musical brota en los dedos de sus manos, emociona la caja de resonancia de su guitarra fiel y se cuela en el aire. Sensibilidad extrema, lucidez, afectos profundos que este joven músico comparte con el público se desprenden de cada uno de sus rasguidos, su digitación exquisita. Sobre un escenario, abrazando una guitarra, es una caja de resonancia incomparable. Sensaciones que vibran en las cuerdas que él pulsa, y no por azar. Durante sus conciertos, como si intentara retratar algunos escenarios del país, concibe una atmósfera particularmente íntima. La pulsación de las cuerdas combinan y contrastan el ritmo con los aspectos más sutiles de cada género, y ofrecen a través de sus obras una experiencia ensoñadora.
Leonardo Andersen se está ganando un lugar privilegiado. No deja de estudiar, se afianza cada vez más como solista, es convocado en todo momento para acompañar a diferentes intérpretes en las grabaciones de sus discos, y continúa apostando a la realización de composiciones nuevas propias y a los arreglos, con un punto de vista original, de temas ajenos. La vigésima edición del Festival Guitarras del Mundo, concluída días atrás, lo trajo a nuestra ciudad como uno de los ejecutantes convocados para rendirle homenaje al gran Paco de Lucía. Andersen, en su primera vez aquí, deleitó en esa ocasión a los presentes en el Auditorio de MEDANO, quienes disfrutaron de un guitarrista intrépido y virtuoso.
Nacido en Adrogué en 1992, a corta edad se trasladó con su familia a Tandil, donde comenzó su romance con la música. Estudió el Profesorado de Guitarra en el Conservatorio Provincial Juan José Castro, en Martínez, y la Tecnicatura en Música Popular en el Conservatorio Superior Manuel de Falla, en Buenos Aires. Formando parte del grupo que acompaña a la cantante Marina Luppi, grabó a finales de 2012 el disco “Instante”, para luego viajar, junto a Marina y el charanguista Pilo García, a Chile, Perú y Colombia, intercambiando experiencias con músicos de esos países.
Andersen, quien ya intervino en cuatro ediciones de Guitarras del Mundo, ha mostrado también toda su sólida formación artística como integrante de Chimangos, junto a Federico Brandalisio (percusiones) y Bruno Cruells (piano), una agrupación que se orientó hacia lo que conocemos como fusión, recibiendo influencias literarias, como la de Edgar Allan Poe, y musicales (jazz, bossa nova, folklore), siendo uno de sus referentes el inolvidable compositor, periodista y pianista Eduardo Lagos. Maestros como Víctor Villadangos, Juan Falú, Carlos Moscardini, Walter Malosetti, Roberto Calvo, Stefan Lofvenius, Sergio Moldavski, Néstor Gómez, Eduardo Timpanaro y Ernesto Snajer, entre otros, ayudaron, y ayudan, en esa formación.
«Cuando Juan (Falú) me convocó para ser partícipe de Guitarras del Mundo, en 2011, era el «benjamín». Siento esta posibilidad que se me viene brindando como una gran responsabilidad, buscando cumplir con las expectativas depositadas. El nerviosismo previo está siempre, se trata de un festival que alcanzó mucho prestigio y en lo personal, desde cuando era más pibe y andaba con la guitarra, siempre soñaba con estar. El respeto con los maestros y los colegas se manifiesta a cada rato, es la posibilidad para verlos y para «robarles», la música es el arte de saber «robar» también. De cada uno de ellos busco aprender algo nuevo y en ese sentido, al ser tan joven, el festival es muy nutritivo», contó Leonardo en el comienzo de la charla con Lobo Estepario.

Andersen habló con "Lobo Espario" durante su paso por nuestra ciudad.

Andersen habló con «Lobo Estepario» durante su paso por nuestra ciudad.

– Has logrado rodearte de gente importante en el oficio ¿de qué manera fuiste procesando todas esas enseñanzas?
– Al tiempo de desembarcar en Buenos Aires empecé a observar un crecimiento personal, no sólo en lo técnico-musical, sino también en todo lo que tiene que ver con la mentalidad. El intentar ser cada vez más profesional, responsable en los ensayos, sabiendo que hay que estar bien técnicamente siempre, entrenando y estudiando. Tengo varios referentes, y en distintas etapas de mi corta vida musical fueron pasando esos maestros. En lo que es música folklórica tuve la suerte de tener a un notable guitarrista como Carlos Moscardini, alguien que toca muy bien la música sureña especialmente. Y obviamente no puedo dejar de mencionar a Juan Falú, es mi referente número uno. Escuchándolos, también están esos faros que surgen con el transcurrir de los años, como Paco de Lucía o Pat Metheny.

– Estás experimentando permanentemente, incursionando por distintos caminos de la música…
– Obviamente mi base siempre fue el folklore y el tango, pero me gusta mucho buscar elementos en otras melodías o armonías como en el jazz, donde todo es improvisación. Me agrada que la música tenga ese vértigo permanente, de arriesgarse. El juego de la armonía, el contrapunto que uno ve en todo lo académico. Considero que la música es un lenguaje universal, y que son códigos que uno aprende para decir lo que tiene adentro. Yo no veo fronteras en los estilos, obviamente hay diferencias, pero creo que hay que nutrirse de todo y con eso después uno decir lo que tiene para decirle al público. Uno nunca deja de aprender, en mi caso estudio todos los días, trato de tocar muchas horas, y escuchar toda la música posible, es fundamental también.

– Mencionaste a Paco de Lucía entre tus referentes y la edición de este año de Guitarras del Mundo lo homenajeó ¿qué sentiste?
– Uff, tantas cosas!!. Paco me impactó muchísimo siempre. Tuve la suerte de ir a verlo en ocasión de su última presentación en el Grand Rex, y fue una gran emoción. Estaba acostumbrado a verlo en videos o a escucharlo a través de sus discos, y tenerlo ahí en vivo fue algo que me tocó una fibra muy íntima. Fue entonces cuando me dieron ganas de estudiar un poco su música, yo sólo la escuchaba, y bueno, así empecé a recorrer su obra. Cada día encuentro algo nuevo. Lo más importante de todo es la pasión con la que tocaba, más allá del virtuosismo, de la técnica, de si pifiaba una nota o tocaba sucio o más limpio, Paco era toda pasión, toda entrega.

– Te convocan permanentemente para integrar agrupaciones, estuviste, entre otros, con Viviana Scarlassa, Mai Varés, Jaqueline Sigaut, Eleonora Barletta, Alfredo Pittis, Lorena Bracamonte o Marina Luppi ¿están los espacios para desarrollar tu carrera solista?
– Con Luppi, que es cantante de folklore, hice el disco «Instante», compartí con el resto de la formación todo lo relacionado a arreglos y demás. Acompaño mucho a diferentes intérpretes de tango, mi trabajo prácticamente se concentra ahí, son muy pocos los espacios para tocar como solista. En marzo del año que viene estaré viajando a Europa con Luis Filipelli, será mi primer viaje tan lejos, es mucha la ansiedad que vengo acumulando. Luis es hoy una figura fundamental de nuestra música ciudadana y con él he logrado una química notable.

– ¿Cómo fue hacer música con influencias literarias de ese maestro universal del relato corto llamado Edgar Allan Poe?
– Eso pasó con «Chimangos», era como nuestro lugar de improvisación, donde tratamos de traducir algunas sensaciones que nos producían su lectura y tratábamos de volcarlas en la música folklórica. De ese momento salió un tema muy lindo, «Diablo en el campanario», una chacarera bastante rara, mística te diría…(risas). La impronta nuestra era la de tratar de dejar mucha garra en el toque, de mucha improvisación. Nuestra idea de que el folklore, aunque esté «aggiornado» o estilizado, suene de acá, con su raíz.

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Autor

Raúl Bertone