En sus letras y música retumba la pasión, la melancolía, la sensualidad, a veces el drama, a veces la algarabía, el llanto, la alegría, la emoción de lo que fue, de lo que pudo haber sido, o de lo que es, de lo que no es, o de lo que será. El tango, la fusión de sonidos y movimientos. Atravesando diferentes etapas. Estuvo ese momento de la indiferencia, trastocando en el tiempo con el período de esplendor. Los aires renovadores se impusieron. El presente lo encuentra en un camino con amplio abanico de propuestas, y si bien los reductos tangueros no son muchos en el interior del país, están quienes buscan acallar las viejas discusiones entre lo tradicional y la vanguardia, y siguen saliendo al ruedo para ofrecer lo suyo.
El pianista, arreglador, compositor y director piquense Nicolás Tato Ledesma es una suerte de héroe anónimo por su bajo perfil. No deja de sumergirse en el corazón de la música ciudadana y desde allí recrea con su mirada actual. Tomando las obras de autores fundamentales para luego producirlas con arreglos que extraen y potencian el mensaje original con exquisita sensibilidad. Ledesma pertenece a una generación intermedia entre los referentes de la época dorada y las camadas más jóvenes. Tato debutó a los 11 años tocando en la orquesta de Erberto Benuzzi, en la vieja confitería de Pico F.Club. Luego llegaría el momento de estudiar piano con el maestro Horacio Salgán y clases de armonía con Juan Carlos Cirigliano. El principio de una trayectoria que lo llevaría a integrar los conjuntos orquestales de Leopoldo Federico, Pascual Mamone, Osvaldo Piro, el quinteto del violinista Suárez Paz y el octeto de Daniel Piazzolla.
A sus sobresalientes dotes de arreglador, Ledesma agrega su dominio del piano en un nivel de excelencia que lo ubica entre las figuras más importantes del género. Empujado por sus inquietudes creativas, con el nacimiento del nuevo milenio Ledesma se animó a lanzar sus propios discos: Sueño de tango (compuesto por solos de piano, en 2001); De tango somos (con un cuarteto, en 2004) y Meridiano Buenos Aires (con una pequeña orquesta reforzada por un cuarteto de cuerdas, en 2008). El año pasado, con su formación de orquesta típica, lanzó Cuando llora la milonga, acompañado por Mariana Viviana (voz), Pablo Agri (violín solista), César Rago (violín), Mario Fiocca (viola), Luciano Falcón (violoncello), Horacio Romo (bandoneón solista), Santiago Polimeni (bandoneón), Enrique Guerra (contrabajo) y Nicolás Ledesma (padre). Pianista refinado y vigoroso a la vez, arreglador de profusa imaginación y gran musicalidad, y compositor de original inspiración, Ledesma continúa buceando en la esencia rítmica del instrumento sin renunciar a la búsqueda de toques y colores.
– ¿Qué representa tu último disco Cuando llora la milonga?
– Cuando llora la milonga representa para mí un sueño alcanzado ya que siempre quise tocar en formación de orquesta dado que, personalmente, pienso que es el medio más completo para expresarse en el tango y en este disco de alguna manera encontré esa sonoridad que me identifica. Es un trabajo que, como los anteriores, tiene una historia y en este caso está dedicado a mis afectos. El repertorio está seleccionado en parte para una gira que hice a Japón en 2013 donde incluye clásicos y además agregué temas propios, como mixturando diferentes épocas. Buscamos un equilibrio entre el repertorio de la tradición y los temas propios. Tomé algunos tracks de lo grabado para Japón y le agregué cinco temas nuevos. En ese transcurso perdí primero a mamá y luego a mi viejo, por lo que hay dos temas dedicados. Uno de ellos con el bandoneón de papá y aparezco yo con la guitarra en una grabación de hace más de 40 años. Le agregué la orquesta y lleva el nombre del disco. Hay mucho de agradecimiento, de hecho hay un tema que compuse con Leopoldo Federico que se llama A toda orquesta, como diciendo «siempre para adelante».
– ¿Creés que los músicos de tu generación que han tomado la bandera de los grandes maestros asumen su tiempo con un sentido de trabajo y responsabilidad?
– Hay una cantidad importante de músicos nuevos que asumen con gran responsabilidad este género a pesar de que el interés general por nuestra música aquí es bastante acotado, pero aún así no dejan de producir cosas nuevas y valiosas. Cuando arranqué en Buenos Aires en el ’84 éramos muy pocos, de alguna manera fuimos los pioneros de esa generación. Hay otra posibilidad de grabar y desarrollarte. Respecto a los músicos actuales puedo decirte que hay una generación muy bien preparada y que toman al género con mucho respeto, podría mencionarte a Cristian Zárate, Pablo Agri, Horacio Romo, Lautaro y Emiliano Greco, Diego Schissi, Hugo Rivas, Fabián Bertero, Andrés Linetzky, Sonia Posseti, Damián Bolotin, Pablo Estigarribia, Pablo Mainetti, Leonardo Ferreira, entre otros. No solo abordan al tango teniendo a Piazzolla como modelo, sino también al género en toda su evolución.
– Tu ética te impide renunciar a la difusión de los clásicos y cierta vez me dijiste que no te proponías renovar ni inventar nada pero en algunos de tus discos hubo audacia, asomaron canciones nuevas y propias
– A mí siempre me gustaron los tangos clásicos y las composiciones nuevas que voy haciendo las voy mezclando porque creo que esa es la forma de crecer con la guía de tus antecesores, es como compartir la sabiduría de la historia con lo actual. El tango como obra está por encima de todos nosotros, de los músicos. Si entendemos eso es como que vamos a caminar tranquilos. Si mantenemos ese lugar, esa ubicación de intermediarios entre el género, como género cultural, y la gente, son inagotables las posibilidades de crear y de seguir transmitiendo. No hay que adueñarse del tango como si fuera de uno.
– Sábato decía que lo híbrido es fértil ¿considerás que hay otras músicas que hayan logrado la unicidad que consiguió el tango?
– El tango es un género musical completamente desarrollado dado que abarca la música, la poesía y el baile. Y en cuanto a lo popular, no creo exista en el mundo otro género que lo supere. Lo testimonia el hecho de que fue declarado en 2009 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Durante muchos años se ha escrito música para estas disciplinas y ni hablar de la evolución que aportaron verdaderos maestros que tuve el honor de conocer. Creo que junto al jazz es una de las músicas más ricas y que poseen una estructura académica la que lo hace tan atractivo en el mundo entero. Además, creo que la Argentina es una de las regiones mas prolíficas en materia de música original, cada provincia tiene sus propios ritmos y lo que es denominado folklore argentino es único en el mundo por su variedad de estilos.
– En la evolución de otras músicas tradicionales como el fado o el flamenco se ve que hay una cuota de tradicionalismo lógica, pero lo que se hace en el presente es lo que vale ¿Qué sucede acá?
– El tango tiene una apertura mayor, es más libre y muy noble, por eso tiene una base tan importante, en la que todo artista que entra y bucea, puede siempre frotar la lámpara y sacar cosas nuevas. Se trata de una obra muy sólida, fundamentada por los grandes compositores, los notables poetas y por la danza. Tiene esos tres elementos fundamentales que se adaptan a todos los estilos. Siempre lo actual parece que fuera lo que vale y realmente creo que el valor está cuando un género toma aspectos del pasado y da señales hacia el futuro. Es como una familia: tus padres, vos y tus hijos.
– ¿Cómo ves la escena actual del tango en relación al momento en que vos empezaste?
– Cuando comencé en el tango había referentes que estaban en los medios y uno tenía un panorama de proyección. Recuerdo que con Alberto Pelizzari escuchábamos las orquestas y después tratábamos de imitarlas, y cuando partí hacia Buenos Aires me encontré con todo ese mundo y de a poco me fui insertando en el medio, era maravilloso. Había programas en TV, casas de tango, Café Concert, todo un circuito de consumo de nuestra música y así conocí ese andamiaje con los distintos grupos que integré. Actualmente es más difícil dado que uno se tiene que encargar de todo: sos el director, el pianista, el arreglador, el copista, el productor, el agente de prensa, además de padre de familia y todo eso. Igualmente no deja de ser una aventura fascinante, y de lo que estoy muy seguro es que el público desea algo fresco, alegre, y en ese sentido el género tiene que aggiornarse, pero no es una búsqueda tan sencilla poder encontrar un equilibrio entre el valor de la música y el gusto de la gente.
– Existen varios reductos que agitan una movida especial con el tango, brindan una continuidad cultural ¿qué pensás de esos sitios donde prima un criterio mezquino?
– El aspecto general de la cultura mundial está teñido por esa cosa tan terrible llamado éxito lo que hace que las expresiones estén en su mayoría ligadas a un resultado. Quienes tienen el honor de dirigir esos destinos a través de sus funciones creen que siempre hay que cambiar todo y no escuchan el mensaje verdadero, ese que surge del alma del pueblo. Imaginate si dejáramos a este país que se exprese y lo escucháramos ¡tiene tanto para enamorarnos!, y que bueno sería para todos estar enamorados de nuestra tierra, pero así como saqueamos su nobleza por dividendos, lo mismo se hace con la cultura y las almas dejan de ser escuchadas y nos perdemos una verdad más absoluta que es la verdadera esencia de quienes somos.
– Tuviste el privilegio de ser alumno de Salgán durante algunos años ¿qué rescatás del maestro?
– Horacio Salgán fue mi motor, el que me impulsó a irme a Buenos Aires. Le gustaba mucho a mi mamá y cuando era pibe me compré un cassette, lo escuché y me maravilló. Cuando estuvo en Pico el maestro le alquiló un piano a mi papá y en ese momento pude charlar con él. Esa vez me prometió que iba a acomodar sus horarios para darme clases. Con mi papá viajamos a Buenos Aires, nos presentamos en la Academia Yamaha y nos recibió un profesor que me pidió que tocara algo. Salgán apareció cuando me escuchó tocar un arreglo de Romance de barrio, y accedió a enseñarme. Estudié con él algo más de dos años. Era increíble estar en su casa tomando clases, no lo podía creer, me quedaba paralizado y no me salía ninguna nota. Pero lo bueno era esa cosa de querer ser como él, imaginate, era perder el tiempo. Un genio total. Aparte de la posibilidad de poder aprender con él, tuve el honor de ser convocado para tocar en su lugar cuando se presentó Café de los Maestros en el 2006. En ese momento Horacio ya no tocaba y había que representar su orquesta. Eso está grabado en una película que fue un éxito en Buenos Aires.
– ¿Y de qué manera dimensionás el haber estado como pianista de Leopoldo Federico, con quien siempre quisiste tocar?
– ¡Qué decirte de él! Leopoldo Federico fue mi padre musical, la persona que me enseñó todo sobre la ética y el profesionalismo. Lo admiré desde muy chico, y era como eso inalcanzable. Pero tuve la oportunidad de tocar con él, de pertenecer a una etapa muy linda como fue la de la recuperación de la orquesta. Pude estar en esa etapa de reconocimiento total que tuvo Leopoldo. A partir de Federico es como que me quedó una línea marcada de lo que quiero hacer. Un grande con todas las letras.
– Siendo un músico que está parado con un importante camino recorrido detrás ¿Hay otra sensibilidad hoy en tu veta compositiva?
– Es otro temple, otras formas de ver las cosas. Siempre estuve relacionado con la forma clásica aunque eso no implique estar abierto a alguna nueva forma, de acuerdo a lo que quiero representar. Es como que tengo un criterio conservador en cuanto a la forma de componer, pero tampoco me encierro en eso. Es de acuerdo a las necesidades del momento.
– ¿En qué punto un arreglo puede empezar a desnaturalizar un tema?
– Un arreglo desnaturaliza un tema cuando no representa el mensaje del autor. Es como una prenda, debe embellecer la figura, no cambiarla. Yo soy un defensor de la melodía, y si bien nunca dejo de profundizar, lo hago siempre en derredor de eso. Creo que las cosas se transforman desde adentro. Me gusta conjugar estilos.
– Creo que tu última actuación aquí fue en 2005, con Federico y tu grupo ¿cuándo se dará una nueva presentación ante tu gente? ¿Lo ves difícil a corto plazo?
– Me encantaría tocar en la ciudad con la orquesta, hace un tiempo quisieron homenajearme y me pidieron un presupuesto para ir con mis músicos, pero después no supe nada. Igualmente aprovecho este espacio que me brinda Lobo Estepario para decirles a todos que General Pico es mi tierra y para lo que necesiten allí estaré de manera desinteresada, como lo hice siempre. Obviamente, si tengo que ir con los músicos, ellos viven de su trabajo y tengo que compensarlos. Parece difícil de entender que todavía en esta época haya que concientizar que un músico vive de su trabajo. Pero lo que me haría más feliz sería que el paso a nivel de la calle 2 llevara el nombre de mi viejo. Alguien alguna vez me lo prometió, espero se acuerde. Quizás sea un poco pretensioso pero no puedo olvidar jamás cuando a la tarde estaba con mi vieja tomando mate con sanguchitos de mortadela en la 15 y 2, y se escuchaba la bocina de la máquina; si eran tres sonidos, se trataba de mi viejo que avisaba que estaba llegando y ahí nomás lo íbamos a buscar al déposito. Eso también es cultura, gente que trabaja, que lucha por su familia y que festeja el encuentro con sus seres queridos.
Sus cuatro discos
Sueño de tango (2001)
Tracks
1. El Pollo Ricardo
2. Mal de amores
3. Rosa de Otoño
4. Buena vida
5. La Guitarrita
6. El día que me quieras
7. Chafleo
8. Milonga sentimental
9. Mi refugio
10. Los Mareados
11. Chique
12. Sueño de tango
De tango somos (2004)
Nicolás Ledesma: piano, arreglos y dirección
Horacio Romo: bandoneón
Edgardo Acuña: guitarra
Enrique Guerra: contrabajo
Artistas invitados: Leopoldo Federico (bandoneón), Horacio Malvicino (guitarra eléctrica), Fernando Suárez Paz (violín) y Maria Viviana (voz).
Tracks
1 El Marne – Instrumental
2 Taconeando – Instrumental
3 Taquito militar – Instrumental
4 Responso – Instrumental
5 Patio mío – María Viviana
6 Los mareados – Instrumental
7 El amanecer – Instrumental
8 De tango somos – Instrumental
9 La revolcada – Instrumental
10 Voy a buena – Instrumental
11 Sin destiempos – María Viviana
12 Contrabajeando – Instrumental
13 La cumparsita – Instrumental
14 Adiós, Nonino – Instrumental
15 Sugestivo – Instrumental
Meridiano Buenos Aires (2008)
Pablo Agri (violín solista)
Raúl Di Renzo (violín)
Elizabeth Ridolfi (viola)
Diego Sánchez (cello)
Horacio Romo (bandoneón)
Enrique Guerra (contrabajo)
Edgardo Acuña (guitarra)
Nicolás Ledesma (piano, arreglos y dirección).
Atitas invitados: Daniel Piazzolla, Daniel Naka, Horacio Romo, Guillermo Fernndez, Maria Viviana, Miguel Cantilo, Susana Rinaldi, Pablo Agri, Ricardo Lew, Pascual Mamome y Horacio Cobarcos.
Tracks
1 – Mi Buenos Aires querido
2 – Libertango (con Daniel Piazzolla y Daniel Naka)
3 – Canaro en Paris (con Horacio Romo)
4 – Había una vez
5 – Vos Buenos Aires (canta Guillermo Fernández)
6 – Maria virtual (canta Maria Viviana)
7 – El marquetin (canta Miguel Cantilo)
8 – Luchar y existir (canta Susana Rinaldi)
9 – Sueño de tango
10 – El día que me quieras (N.Ledesma y Pablo Agri)
11 – Ruta 7 (con Ricardo Lew)
12 – Del bajo fondo (con Julio Pane)
13 – Un fueye en París
14 – A Julián Plaza
15 – Milonguero de siempre (con Pascual Mamone y Horacio Cobarcos)
Cuando llora la milonga (2015)
María Viviana: voz.
Pablo Agri: violín solista.
César Rago: violín.
Mario Fiocca: viola.
Luciano Falcón: violoncello.
Horacio Romo: bandoneón solista.
Santiago Polimeni: bandoneón.
Enrique Guerra: contrabajo.
Nicolás Ledesma (padre): bandoneón.
Nicolás Ledesma: piano, guitarra y dirección.
Tracks
1 – A toda orquesta
2 – Sentimiento gaucho
3 – Pero yo se – María Viviana
4 – Oiga, pibe (dedicado a Carlos García)
5 – De tango somos
6 – Fueye amigo (dedicado a Aníbal Troilo) – María Viviana
7 – Canaro en París
8 – Nijinohashi (dedicado a Ikeda de Min On)
9 – Bettita
10 – El día que me quieras – María Viviana
11 – Tierrita
12 – Selección de Villoldo (El choclo – El porteñito – El esquinazo)
13 – La cumparsita
14 – Balada para mi muerte – María Viviana
15 – Adiós, Nonino
16 – Cuando llora la milonga (Ledesma padre bandoneón y N.Ledesma guitarra, grabación casera años 70).



