Un libro: Marlene, de Florencia Bonelli.
«Este libro describe el nacimiento del tango y se inspira en el barrio de La Boca. Un libro arrabalero que cuenta como una mujer, llamada Marlene, al volver al Buenos Aires de 1914, deja el canto lírico para encontrarse, casi sin querer, con el tango. Tango que la atrapa y enamora, y hace nacer en ella la arrabalera cantora. Aquí me veo identificada, me encontré casi sin querer con el tango, y al igual que Marlene, me atrapó y enamoró».
Fragmento: «Micaela no recordaba a su madre sino en cama, con el rostro enfermizo y el gesto melancólico. Isabel, la hermosa actriz llena de vida, pertenecía a una leyenda que le fascinaba escuchar. Le habían contado que, sobre el escenario, su madre provocaba angustia con su llanto, risas desenfrenadas con sus ocurrencias, suspiros con su belleza. Después de verla, la gente no salía igual de los teatros, pues Isabel llegaba a las fibras más sensibles de las personas. Su público la amaba.
El joven Rafael Urtiaga Four la conoció en la cúspide de su carrera, cuando el Teatro Politeama vibraba cada noche con sus funciones. Rafael tuvo suerte con ella; un dandy de la sociedad porteña como él, con relaciones y vínculos por todas partes, siempre conseguía lo que deseaba. Y a ella la deseaba, y mucho. Un amigo los presentó una noche después del teatro.
Isabel lo atrapó en su huracán y lo hechizó con su hermosura. Rafael la amó desde el primer día. Ella también se le entregó, con el mismo ardor con que hacía todo; no, con mayor pasión aún: estaba loca por él».
Una canción: Milonga del solitario, de Atahualpa Yupanqui.
«Esta canción me recuerda mi niñez, y a mi padre que ya no tengo conmigo. Al escucharla y cerrar los ojos, me encuentro con mi tata, apoyando su pie en una silla, empuñando la guitarra y entonando esta milonga. Me devuelve el sonido y la calidez de su voz».
Un disco: La voz de la zafra, de Mercedes Sosa.
«Es el primer disco de Mercedes Sosa, compuesto allí por el año 1962. En él, Mercedes es dueña de una joven voz, iniciando su largo camino. Me gusta escucharlo e imaginarme como esa joven, bajo el seudónimo de Gladis Osorio, escondida de la negación de sus padres en la carrera de la música, luchó por su objetivo. Consiguió la aprobación de estos y se consagró como La Negra Sosa, muza inspiradora para tantos jóvenes. Otro disco es el de mi amiga Laura Paturlanne. Distancia es poseedor de un hermoso repertorio de temas pampeanos. Lo elijo porque en él se plasma el talento de músicos pampeanos que tanto admiro. Laura dueña de una hermosa voz, pero sobre todo poseedora de gran humildad y sencillez, que más de una vez me cedió su espacio en shows propios para dar a conocer mi voz. Cosa que valoro y atesoro mucho. Y porque además está mi gran referente Julio Ortiz. Persona a la que admiro, respeto y quiero mucho, dueño de un talento inigualable, y al igual que Laura, su humildad no tiene límites. Como ven, un disco que me marca en la amistad, talento y admiración».
Una película: El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella.
«Me atrapó el suspenso y el drama de no saber el desenlace hasta el final. ¡¡Y porque adoro las películas de Darín!!».
Un poema: Para recobrar, de Francisco Luis Bernárdez.
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
«Me llegó a los oídos en un momento muy difícil de mi vida y sentí que en él se reflejaba mi tristeza, pero que de ella podría fortalecerme y volver a echar raíces».



