“Siento que he encontrado un estilo y un lenguaje propios”

“Folletinesca”, así llamó proféticamente Hermann Hesse a nuestra querida época. Primer acierto, porque lo dijo en su monumental “Juego de abalorios”, libro publicado hacia 1943. “Folletinesca” porque a nuestras alturas ya habíamos perdido en manos del ego y el materialismo grandes rasgos de humanidad, y todo era (o es) meramente superficie, los restos tristes de una inteligencia inmortal. Entonces Hesse ambienta su libro en el siglo XXV, donde con la suavidad que gira la tierra se pudo restablecer el carácter espiritual de la raza. La herramienta fue un juego de abalorios practicado por músicos eminentes, disponiendo los abalorios sobre un pentagrama fueron ejecutando composiciones cada vez más complejas hasta el punto de representar, mediante la música, la pasión, la razón, la intuición, las tesis teosóficas, los análisis sociales, desde simples silogismos hasta intrincadas ecuaciones astronómicas. Segundo acierto: el libro es una metáfora de la música y sus posibilidades. Sus posibilidades, como se lee, todo lo abarcan, y así como viajan hacia el interior más profundo de los compositores para darles un carácter y decirles más o menos quienes son, luego regresan a la materia, hechos arte, y se duermen sobre un piano y cada tanto se despiertan, tal como sucederá con “Ecos de mi voz…”, el concierto que está por ofrecer Viviana Dal Santo.
En este caso lo antedicho vale por partida doble, porque la ejecución y la composición siempre fueron de la mano en ella y resultaron iguales en su interés, vale decir, que aún cuando se piense en ellas como disciplinas individuales, son un ying y yang en el universo de Viviana, una amalgama indisoluble que va a expresarse nuevamente por estos días, en ese concierto de música de cámara donde intervendrán variados instrumentos acompañados por el piano, con un programa compuesto íntegramente por Dal Santo, lo que en sí mismo representa para ella “la concreción de un sueño, el de poder escuchar mis obras interpretadas por grandes músicos que suman su talento, su trayectoria, su formación y su experiencia musical”, en referencia al tenor Martín Peluffo, el saxofonista Matías Rach, el violinista Enzo Ludueña, los flautistas Eduardo Cuevas, Silvano Fuentes, Juan Cruz Portillo y Agustín Cornejo y la pianista Verónica Baraybar.
“Ecos de mi voz…” alude a la primera obra compuesta por Viviana para flauta y piano, llamada “Ecos de la voz que yo tenía”. Sus obras incluyen composiciones para instrumento solista y composiciones para orquestas infanto-juveniles, algunas de las cuales ya fueron estrenadas. El programa de “Ecos de mi voz…” incluye lenguaje netamente contemporáneo, de tonalidad y compás libre, también lenguaje neo-romántico que escapa hacia el impresionismo por momentos y el lenguaje académico de raíz folclórica. En todas hay una tendencia a la descripción, a la imitación de la naturaleza y a la sonorización de sensaciones. Y hay sobre todo el encuentro de “un estilo y un lenguaje propios”, tal como lo expresa la propia Viviana, quien estuvo próxima a la música “desde siempre, ya que mi papá cantaba y tocaba la guitarra. Es decir que lo escuchábamos todo el tiempo; y, en los momentos en que no cantaba, escuchábamos música en casett que él ponía. Y en ese momento, o sea desde que me acuerdo, se escuchaba de todo en casa. Luego vino una aproximación más clara, cuando tenía 4 o 5 años, en que me regalaron un pianito de juguete y comencé a tocar de oído la música que escuchaba y me gustaba, las canciones del jardín, etc… Y la música clásica vino de la mano del estudio del piano. Cuando yo era chica, el repertorio para el estudiante de piano era académico y no había opción. Y resultó que me sentía muy cómoda tocando esa música. Sentía que esa música me comprendía a mí y que yo podía expresar lo que sentía con Chopin, con Beethoven, etc. Quería ser pianista; ese era el sueño desde que tengo memoria; y conocer esos genios a través de su música era también viajar a otros lugares, a otras épocas, y salir de la realidad a otros mundos más lejanos”. Ese mundo lejano es precisamente al cual que se refería Hermann Hesse en “El juego de abalorios”. Y está lejano, efectivamente, por eso mismo Hesse escribió. Y por eso mismo Viviana toca el piano. Ese es también el punto de comunión donde se tocan todos los artistas que pisaron esta polvorienta tierra, la necesidad de idealizar y la secreta convicción (quizás aún secreta hasta para ellos mismos) de que sus obras nos devolverán esos rasgos de humanidad perdida, que nos devolverán a ese utópico y anhelado siglo XXV de “El Juego de abalorios”.

– Una vez dentro del universo infinito de la música que hoy llamamos clásica, ¿cuáles fueron los caminos específicos que buscaste, tanto como ejecutante o simplemente como melómana. Es decir, cuáles fueron las corrientes que más te interesaron?
– Desde un primer momento, me interesó todo lo que tuviera relación con el piano: su estudio técnico, su historia, la historia de los compositores que se dedicaron a él, el estudio de los distintos períodos y corrientes artísticas según las épocas y los lugares en que se componían las obras. Más adelante, pero aún siendo chica, comenzó a interesarme la creación musical. Si bien era poco lo que podía hacer al respecto porque no tenía las herramientas necesarias, me sentía más libre cuando lograba crear algo nuevo y desconocido que cuando tocaban lo que habían hecho otros. Y aún así disfrutaba muchísimo de las dos cosas. En cuanto a las corrientes artísticas, siempre me gustó muchísimo el romanticismo y la música más nueva: el impresionismo, el estilo italiano tan pasional como en el verismo (en ópera) y, por otro lado, la música antigua, es decir, la música de la Edad Media y Barroco, que también tiene su carácter pasional, en la medida de su época.

– ¿Y este concierto dentro de que momento tuyo lo insertas?
– Es un concierto donde reúno algunas de mis obras compuestas para música de cámara y donde participan varios de los músicos que han estrenado esas obras en otras oportunidades. Es un momento de realización personal, porque siento que he encontrado un estilo y un lenguaje propios o, al menos, lo voy encontrando. Además, hace diez años que compuse la primera obra y este concierto sirve para dar un cierre a un ciclo en el que hice una gran búsqueda acerca de cómo plasmar en mi música mi carácter, mi personalidad, mi experiencia.

– ¿Puede ser que la música clásica quizás no sea tan popular porque resulta muy introspectiva? Y sin embargo podríamos decir que a vos te ayudó a descubrir infinidad de cosas…
– Sí. Que la música clásica no es tan popularmente aceptada es una realidad. Yo creo que es muy introspectiva, pero además, creo que utiliza un lenguaje que se aleja de lo popular, que pretende una elaboración y un desarrollo del material musical un poco más complejo, y lo hace a conciencia. En el arte popular, una misma melodía puede repetirse una y otra vez sin ninguna variante y lo interesante pasa por otros aspectos. Y eso también hace interesante a la música popular por sobre la clásica. A mí, la música académica me ayudó a descubrir muchas cosas que tenían que ver conmigo y con mi interior, pero, mientras eso pasaba, yo seguía escuchando folclore y música popular de distintos países, y me despertaba intereses diferentes. De hecho, en el concierto del 25 hay una obra para 4 flautas y piano, que comienza con una descripción musical del viento pampeano, sigue con una imitación de pájaros pampeanos que escucho todos los días en mi patio, sigue con una milonga pampeana y termina con una danza al estilo de un malambo. No puedo negar que estudié y me formé como compositora académica, pero no quiero dejar nunca de nutrirme de la música popular. Creo que ambas son «música» y sirven, como el arte en general, para que las personas escapemos un ratito de nuestra realidad, aunque ésta no sea tan mala, a otra y luego podamos volver.

– Tuviste varios maestros, ¿a cuál recordás especialmente?
– Estudié piano de chica en Santa Rosa, en el Instituto Musical Argentino. Luego tomé clases en Buenos Aires con José Luis Juri y más tarde con Diana Lopszyc, que fue mi última maestra y a la que estoy eternamente agradecida por todas las enseñanzas, la comprensión, el acompañamiento… Fue de esas maestras que son una mamá en lo musical, que se preocupan por lo que pases con las manos, con lo técnico, con lo musical y también con lo emocional, que es una factor importantísimo a la hora de expresarse tocando. En cuanto a la composición, estudié muchos años con Eva Lopszyc, que es una gran compositora y directora de orquesta argentina, hermana de mi maestra de piano. Ambas acomodaban horarios y lugares en Buenos Aires para que yo tomara las clases sin tener que moverme demasiado en la ciudad y yendo un solo día. Más tarde tomé algunas clases con el Maestro Gabriel Senanes y su curso de orquestación para Cuerdas, quien también me dio un empuje importantísimo, especialmente a la hora de encontrar un estilo y lenguaje propios de composición. Por otro lado, hice la Tecnicatura en arreglos musicales en la Universidad Nacional del Litoral (Sta. Fe) y estoy terminando la Licenciatura en Teoría y Crítica de la Música en la misma universidad.

– ¿Crees que hay a nivel institucional un trabajo serio para difundir la música académica, o son sólo arrestos individuales? De hecho, ¿qué te dice tu experiencia personal al momento de dar un concierto a cuando ibas avanzando en tus estudios?
– Creo que hay un trabajo serio en lo académico en Buenos Aires y en las grandes ciudades del país en La Pampa, en cambio no hay instituciones que formen músicos académicos. De cualquier manera, como siempre viví en La Pampa, todo mi aprendizaje en Buenos Aires fue mediante clases particulares con excelentes maestros que me guiaron muy bien.

– Aquiles Delle Vigne en su libro «Viaje a la intimidad de un Pianista» dice que «la Filosofía de la Música nunca cambió fundamentalmente». ¿Cuál es tu opinión al respecto encuadrada en nuestro marco regional y contemporáneo?
– Creo que, palabras más, palabras menos, es lo que me han enseñado. Es decir, la música tiene una materia prima en lo puramente material y físico, que son los sonidos, los ruidos, el silencio y sus formas de combinarse. Y esa materia prima ha sido siempre la misma. Por otro lado, hay una búsqueda interior en el ser humano y una necesidad por lo inmaterial que es lo que nos impulsa, creo, al disfrute o a la vivencia artística, sea mediante el trabajo o la contemplación. Creo que es en esas búsquedas que la música ha cambiado tanto desde un preludio o una fuga barroca hasta la música de Strawinski o luego de Cage. Los sonidos, los ruidos, los silencios siguen siendo la materia prima (aunque hoy en día se produzcan mediante la tecnología de la información y se los pueda manipular desde la PC) y la búsqueda de lo artístico como escape, como forma de expresión de una época con sus características y como exploración también sigue siendo la misma, pero en un ser humano que vive de una manera diferente; por eso produce un arte diferente.

– ¿Qué elegirías para que quede a la vista durante el concierto, la técnica o la personalidad?

– A mí me gustaría que en el concierto sobresalga la personalidad, el carácter, los estados de ánimo, las experiencias. La técnica es un paso anterior que ya tiene que estar tan resuelto que no llame la atención en ese momento. Prefiero que la música sea protagonista.

– Para aquellos lectores que no están habituados a escuchar música clásica, ¿por dónde le recomendarías empezar?
– Con respecto a quienes no están habituados a la música clásica, siempre creí que lo más directo sería comenzar por la música descriptiva, es decir la música que describe un lugar, una época, un personaje. Y mejor todavía si tiene un texto en el cual esté basada, como pasa con los conciertos «Las cuatro estaciones» de Vivaldi o la sinfonía «Pastoral» de Beethoven, o el «Carnaval de los animales» de Saint-Saëns. En todas ellas uno encuentra sonidos de la naturaleza muy claramente descriptos y tratados musicalmente. Como a mí me gusta mucho la música descriptiva, en este concierto incluí la obra pampeana que te comentaba, que imita el pirincho, la torcacita, el chingolo, etc. Y otra obra, que describe la personalidad y los hábitos de un duende llamado Barabao. Hay otra obra que describe el reflejo de la luna en la laguna Don Tomás de Sta. Rosa, el movimiento del agua, etc.

– ¿Cuál es «tú» canción?
– Aunque parezca extraño luego de hablar tanto de música clásica, la canción que me hace detener y que me emociona siempre hasta las lágrimas es la Canción de las simples cosas, de César Isella.

– ¿Cuándo comprendés que llega el momento de componer y de cómo enlazas tu vida cotidiana o las cosas simples y lugareñas al acto compositivo?
– En realidad, el momento de componer es todo momento. Por eso, por consejo de uno de mis maestros, llevo siempre conmigo una libretita pentagramada, donde pueda anotar no sólo las ideas que surgen, sino donde pueda desarrollar mínimamente lo que ya venía pensando de antes. Pero además de eso, todo me inspira, todo lo que me rodea, lo que escucho, lo que pasa con las demás personas, un poema, una actitud, una mirada, una experiencia. De esa manera, componer es una forma de vivir. No puedo separarlo de lo cotidiano. Luego, cuando las ideas maduraron, es el momento de escribir; pero, en esa etapa, la obra casi está compuesta en la cabeza.

En detalle.
Viviana Dal Santo nació en Santa Rosa. Es Prof. de Artes en Música (CREAr, La Pampa) y Técnica en Arreglos Musicales (UNL, Santa Fe). Estudió piano con los Mtros. José Luis Juri y Diana Lopszyc (Cap. Fed.) y armonía y composición con la Mtra. Eva Lopszyc. Tomó clases de cámara con los Mtros. Raúl Del Castillo y Alicia Correas. Tomó clases y el Curso de Orquestación para Cuerdas con el Mtro. Gabriel Senanes y se capacitó en arreglos musicales con los Mtros. Vivian Tabbush y Pedro Onetto. Cursa la Lic. en Teoría y Crítica de la Música (UNL). Realizó, como alumna activa, las capacitaciones “Argentina desde el piano”, dictada por Hilda Herrera, y “Cajita de Música Argentina”, dictada por Juan Falú. Como complemento, estudia viola con el Prof. Santiago Morete. Como pianista, actuó en Santa Rosa, Gral. Pico, interior de La Pampa y Buenos Aires, La Plata, Cap. Fed. y Colonia Santísimo Sacramento (Uruguay). Participó en videos y discos compactos, fue pianista en Agrupación “Consonancias”, Coros Dell’Amicizia y de la Alianza Francesa y Taller de Canto Lírico de la soprano Gladys Martino (Sta. Rosa). Compuso obras y arreglos para canto y piano, grupos de cámara y orquestas infanto-juveniles, de las cuales “Dos Hayku sobre textos de Bashô” recibió mención en el Concurso Internacional de Hayku Musicales (Eramusical Ensamble, 2009). Es docente de Lenguaje Musical en la Orq. Infanto-Juvenil de Gral. Acha, para la que ha hecho arreglos, y docente de Piano en el CREAr.

Músicos invitados.

Juan Cruz Portillo es flautista y piccolista en la Banda Sinfónica de la Provincia de La Pampa, estudiante en la Tecnicatura de Música (EMSAR), en el CREAr e integrante de la orquesta de la Ex U 7. Ha participado de numerosos Encuentros de Orquestas infanto-juveniles en todo el país y de Seminarios de flauta y de vientos y percusión.

Eduardo Cuevas se inició en la Banda Ceferino Namuncurá con el Padre Adán Guette. Se perfeccionó en Flauta con los Prof. Adriana Fernández , Claudio Barile, Raúl Del Castillo, Renato Ligutti, Julieta Blanco, Raul Becerra, Horacio Parravicini y María Cecilia Muñoz y en dirección con Gustavo Fontana, Richard Miles, Jorge Gabriel Fontenla e Ignacio Garcia Vidal. Integra la Banda Sinfónica de La Pampa, es docente de flauta en la Orquesta Unidad 7 y Director en la Orquesta Infanto Juvenil de Gral. Acha.

Matías Rach inició sus estudios de trombón a vara con Ernesto Rach. Estudió saxofón luego con Sergio Bongiovanni, Erik Heimann Paiss, Marcos Pedroso, Rodrigo Capistrano, Daniel Besnier, Dale Underwood, Arno Borkamp, Emiliano Barri y Claude Delangle y en el Conservatorio Dramático y Musical Carlos de Campos de Tatui Sao Paulo (BRA). Integró Khronos ensamble, La cebada blues band y la orquesta del mencionado conservatorio. Actualmente integra la Banda Sinfónica de La Pampa, Meridión cuarteto de saxofones y un dúo con Viviana Dal Santo. Se ha presentado en Encuentros Festivales de Saxofón en Brasil y Argentina y organiza el Encuentro Internacional de Saxofonistas en La Pampa.

Dúo de Cámara Camilo Sanchez-Verónica Baraybar. Se formó en el año 2007, tomando clases con Manuel Gerez (Sta. Rosa). Continuaron sus estudios individuales con la Profesora Anais Crestin en piano (Francia), y el Maestro Carlos Céspedes (Argentina) (hasta la actualidad). El dúo ha participado en la Feria del Libro (Buenos Aires), en el Museo De Artes (Sta. Rosa), en el ciclo «Cuerdas al Viento» (Gral. Pico), en el Teatro San Martín (Córdoba), ante sala de La Banda Sinfónica de la Provincia de La Pampa en el Teatro Español (Sta. Rosa). En 2014 organizaron el 1°Encuentro Internacional de Clarinetistas (Toay). Asisten regularmente a masterclass y son docentes en diferentes establecimientos educativos de la Provincia de La Pampa.

Martín Peluffo estudió canto en Sta. Rosa con la soprano Gladys Martino, en CABA con Alejandro Sewrjugin y Horacio Amauri y en San Martín (Prov de Bs. As.) con el Mtro. italiano Nino Falzetti. Se preparó en Ópera y Música de Cámara con la Mtra. Irma Urteaga y en Lieder y Ópera Alemana con el Mtro. Guillermo Opitz. Estudió Lenguaje Musical con Viviana Dal Santo. Fue preparador vocal del Coro de la Medalla Milagrosa y del Coro Municipal de Ataliva Roca, y dicta clases de técnica vocal desde 2005. Como coreuta, participó del “Coro de la Fundación Colegio Médico” y del “Coro Universitario” de la UNLPam. En calidad de solista ha realizado distintas presentaciones (recitales, fiestas, casamientos y eventos), en diferentes localidades, desde 1999 a la fecha, abordando un repertorio asimismo diverso.

Enzo Ludueña es Profesor de Violín (Conservatorio Superior de Música “Félix Garzón”). Tomó clases con Néstor Rubén Álvarez, Amalia Coria, Guillermo Zurita y Mariano Farro (actualidad). Se capacitó con Joelle Pardaens, Walter Herman, Adriana Gonzalez y participó de clases magistrales con Pablo Agri. Tomó clases de dirección con Gustavo Fontana y participó de la clase “Creación y desarrollo de Orquestas Infanto-juveniles en Venezuela” con el Mtro. José Antonio Abreu. Integró la Orquesta del Conservatorio Félix Garzón y las Agrupaciones Guarnerius y Consonancias y, actualmente, Revirados. Es docente de violín, capacitador y director en Orquestas Infanto-Juveniles.
Silvano Fuentes inició sus estudio de flauta traversa en la Orquesta de la Unidad 7 (Sta. Rosa) en 2002. Participó de Capacitaciones, Encuentros Nacionales e Internacionales de Orquestas en distintos puntos del País. Tomó clases de Flauta Traversa con el prof. Eduardo Cuevas (La Pampa), Raúl Becerra (Bs. As.), Raúl Del Castillo (Bs. As.), Renato Ligutti (San Juan), Marcelo Moguilevsky (Bs. As.), Horacio Parraviccini (Bilbao – España). Integró, como músico y arreglador, distintas formaciones en distintos géneros musicales desde lo académico hasta lo popular como Revirados, Rina Jurado, Leticia Pérez, La Diablada, Lalo Molina, etc., con quienes ha grabado discos. Desde el año 2009 es Profesor de Flauta Traversa en las Orquestas Infanto Juveniles de Toay y de Gral. Acha, trabaja en la Banda Sinfónica de la Pcia. de La pampa y organiza el Seminario Nacional de Flauta Traversa en La Pampa.

El concierto se llevará a cabo el jueves 25 de septiembre a las 21:30 hs. en el Teatro Español de Santa Rosa y cuenta con el auspicio de la Dirección Municipal de Cultura de Santa Rosa. El valor de la entrada es de $30.

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Autor

Eduardo Senac