Activando la conciencia de que nada «es natural»

Verano. Noche cerrada. Calor. Calor agobiante. El viento parece haber muerto. Pesan todos los sonidos nocturnos: los grillos, las ranas, algún perro. Galería de una vieja casa en Oroño, paraje de la provincia de Santa Fe que alguna vez fue casi pueblo, que alguna vez tuvo vida. Una vieja casa en el medio de una corta extensión de campo. Una vieja casa rodeada de paraísos mustios y soledad. Cuatro mujeres en un ambiente rural desolado. Una madre postrada. Un hombre en la oscuridad. El deseo revoloteando y enrareciendo el aire. Y una tormenta que se desata con toda su fuerza.
La obra «Brasas (Fuego de noche)», uno de los textos más representados y premiados del dramaturgo galvense Rogelio Borra García, abrirá este jueves, a las 21:00 horas, la cartelera teatral en el Auditorio del Multiespacio de Arte del Norte (MEDANO), en la primera de las cuatro noches consecutivas propuestas por el Grupo Municipal de Teatro «Comodín». Con entrada libre y gratuita, la invitación se extenderá hasta el domingo, sucediéndose «Lombrices» (viernes, 21:00), «Desconcierto» (sábado, 21:30) y «Las González» -foto de portada- (día de cierre, 21:00). La organización está a cargo de la Dirección de Cultura y Educación, y las entradas se pueden retirar desde las 17:00 horas en MEDANO.
Hacer teatro, además de la experiencia en sí misma de actuar, dirigir, iluminar, y ser partícipe como espectador, es activar la conciencia de que nada «es natural»; nada «es así» y que «todo podría ser de otra manera», porque ese hacer es deshacer una estructura encarnada. Es una reapropiación del mundo. Actualmente se piensa en la cantidad de espectáculos como en un maravilloso mercado de entretenimientos (lo cual es válido) pero también son una extraordinaria multiplicidad de metáforas; de posibilidades de lo real que vibran en el interior de lo cotidiano.

«Brasas (Fuego de noche)»

El elenco está integrado por Andrea Talone, María Inés Pasqualotto, Ana Rolfi y Susana Deballi, dirigido por José Manuel Miranda. La obra de Borra García cuenta la historia de cuatro mujeres agobiadas por el hastío y la rutina que se debaten en soledad entre las severas reglas impuestas por su madre y la libertad representada por un hombre, empleado de la chacra. Ninguna es feliz. Ninguna es libre. Sólo una conoció el amor y lo perdió. La acción transcurre en un pequeño pueblo del interior de nuestro país, una calurosa noche de verano. La suerte de cada una de ellas se verá reflejada según las resoluciones que tomen. El destino será marcado por cada uno de sus pasos y en la búsqueda de una figura en donde puedan volcar aquello que realmente sienten. Una chacra, cuatro historias y una muerte que aletarga la agonía de no vivir en libertad. Mujeres que esperan, que sueñan en silencio, cometen el delito de sentir y pagan el precio de la represión. Sólo una de ellas de revelará. Sólo una se atreverá a decir ¡basta!… Pero todas son brasas encendidas.

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Ficha técnico artística

Dramaturgia: Rogelio Borra García.
Elenco: Andrea Talone (Noemí), María Inés Pasqualotto (Celina), Ana Rolfi (Alcira), Susana Deballi (Leonor).
Sonido e iluminación: «Rusito» Martín.
Producción general: Grupo Comodín.
Puesta en escena y dirección general: José Miranda

«Lombrices»

Dirigida por el santarroseño Gabriel Peralta, los actores José Miranda y Leandro Ghiglione se ponen en la piel de Consuelo y Martirio, respectivamente, abordando un texto que obtuvo Mención Especial en el Tercer Concurso Nacional de Teatro de Humor, en 2004. De acuerdo a la sinopsis habitual Martirio y Consuelo son dos personas recluidas en un edificio de departamentos, habitan un mundo paralelo saturado de delirios y nostalgias por un pasado mejor. La realidad exterior sigue por sus carriles. El edificio se incendia, es evacuado, el fuego sofocado, pero ellas ni siquiera se enteran. Mientras esto sucede, despliegan la relación sádica que las une y sus juegos más macabros con los que se divierten coqueteando con la muerte. Esta comedia delirante bucea en las profundidades de lo humano para hacernos reír de nosotros mismos, nos hace pensar que los comentarios de estas personas no son tan disparatados y que la decrepitud no les pertenece sólo a ellas sino también al mundo en estado de decadencia.
De humor negro es la calificación de esta obra perteneciente a Pablo Albarello. Está bien que así lo sea, tal es su sustancia. El coqueteo con los modos hollywoodenses de morir (valga como metáfora del desprecio por la vida), el sosiego que aporta el devorar una Rhodesia luego de los momentos de máxima tensión (valga como metáfora de la angustia oral y las lombrices que crecen desde el interior), la incomunicación con lo que está sucediendo en el edificio (valga como metáfora de una empatía inexistente), el creer escuchar las lombrices trepando las paredes (valga como metáfora del miedo final que crece desde fuera), el chusmerío y palabrería inútil de Consuelo (valga como metáfora de un paso meramente turístico por la vida), los delirios de guerra y permanentes complot de Martirio (valga como metáfora de la incomprensión), son pequeñas frases sin sentido metidas en las conversaciones que suponen estar manteniendo, afirmaciones absurdas hechas de cenizas, y son circunstancias que sumadas, nos dan un total mucho más cercano a la realidad que la misma muerte, y posiblemente más pavorosa que ella misma: el hambre de las lombrices que nos acechan y que nos disminuirán, a su tiempo.

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Ficha técnico artística

Dramaturgia: Pablo Albarello.
Actores: José Miranda (Consuelo) y Leandro Ghiglione (Martirio).
Diseño de luces y escenografía: Gabriel Peralta.
Diseño de vestuario: Estela Sappa.
Diseño y realización de banda de sonido: Leandro Ghiglione.
Operación técnica: María José Suárez Alonso y Gabriel Peralta.
Dirección: Gabriel Peralta.

«Desconcierto»

En la escena vacía un piano. Después de una pausa, una mujer vestida de largo saluda al público y se dispone a tocar. Arremete con furiosa vehemencia. El piano no suena. El silencio embarga la sala. Es el silencio del no sonido. El inesperado silencio de un piano vehementemente pulsado por ella. Silencio que, por unos instantes, parece querer derrotar o disimular o encubrir con su vehemente ejecución. Como si ella y el público, aún sabiendo que Beethoven no suena, fueran capaces de construir “ese otro concierto” misteriosamente pactado, inexistente. Después de la pausa creada por la pianista tocando en silencio, ella se levanta inesperadamente del teclado y, visiblemente disgustada, se dirige al público.
«Desconcierto», de la dramaturga argentina Diana Raznovich, estará convocando el sábado. El monólogo nos trae a Irene, una pianista que irónicamente no puede tocar el piano. Su acto en cuestión es el silencio, vender su cuerpo, ser esclava escénica de un empresario que desea más impresionar al público con elementos fácilmente efectivos, que con la sutileza de una pieza musical, la “Patética” de Beethoven. A través de un monólogo intimidante con el público Irene, sobriamente interpretada por la actriz Andrea Talone, se humilla pero también provoca sentimiento de culpabilidad a la audiencia. Imprevisible en sus acciones, logra un intenso trabajo corporal. El uso de la voz y el tono que Talone maneja, tratando de sobrellevar una máscara constante, y como cambia dicho tono, cuando la máscara tiene que caer son dignas del aplauso. La dirección está a cargo de Estela Sappa, quien convierte la complejidad en simpleza, con recursos efectivos, imaginación y talento interpretativo.
«Con profunda emoción arremete. Se ha olvidado completamente todo. Intenta tocar la Patética y sus dedos, oxidados por el tiempo de inactividad, no le responden. Intenta desesperadamente recuperar su posibilidad de tocar como antes, como entonces, pero cuanto más se empecina, más fracasa y de sus dedos salen horrendos sonidos que evocan malamente la sonata, deformados sonidos cuya torpeza hiere los oídos. Golpea las teclas con los puños. Se enardece de furia y de impotencia, golpea su cabeza contra el teclado como intentando arrancar de las entrañas del piano aquella música que tiene dentro. Después el sonido se interrumpe. Hay una larga pausa en la que ella trata de reponerse. Comprueba que el piano ya no suena. Vuelve al público, hace una pequeña y digna reverencia, y, con el mismo patético silencio, vuelve a sentarse en el taburete y toca con dignidad el piano silencioso. Las luces la dejan ahí, tocando nada, mientras disminuyen hasta el apagón final».

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Ficha técnico artística

Dramaturgia: Diana Raznovich.
Actriz: Andrea Talone.
Dirección: Estela Sappa.

«Las González»

Dentro de toda mujer, incluso la más reprimida, alienta una vida secreta, un fuerza poderosa llena de buenos instintos, creatividad apasionada y sabiduría eterna. La mujer puede recuperar los regalos de su naturaleza, a pesar de los constantes esfuerzos de la sociedad por «civilizarlas» y constreñirlas a roles rígidos. El deseo nunca se pierde. Dirigida por Norberto Tojo, las actrices Lorena Allemandi, Estela Sappa, Marcela Ombroni y Marcela Sanz se ponen en la piel de cuatro mujeres adultas que pertenecen a la clase acomodada.
Todo transcurre en una pequeña ciudad bonaerense, en 1998. Una mujer se encarama en el deseo de todas, hace añicos los códigos de convivencia social para espanto de las estructuras pueblerinas y familiares de un autoritarismo ancestral y,…otra historia comienza a gestarse. ¿Está bien que una mujer de 60 y largos tenga sexo? Contra la represión de una sociedad entera es que luchan los personajes de la obra. La comedia de Saccoccia, en clave de humor sútil, indaga las formas y normativas, que aún en la actualidad, rigen como anquilosadas reglas que, si se transgreden, pueden ocasionar la ruptura del núcleo familiar o dar lugar al nacimiento de un orden nuevo que al eliminar un mandato atávico y de sujeción, trae consigo la libertad del deseo y la consiguiente felicidad.
Saccoccia, quien falleció en 2011, contó sobre su obra: «La vida de un hombre no alcanza para admirar a la mujer, y harían falta varias vidas para comprenderla en su cabal dimensión. Escribí «Las González» desde la óptica del que admira, intenta comprender y sabe que puede sorprenderse cada día. Las González son un producto social argentino, con la impronta definida de tantos años de autoritarismo. Tuve la intención de rendir homenaje a la mujer de todos los tiempos, esa que los pueblos de todas las razas acallaron por temor a su poder natural». Una historia de cuatro hermanas en una pequeña ciudad bonaerense. Sus vínculos y conflictos, sus rebeliones y la decisión sobre su futuro. Una comedia exquisita y tierna donde la hilaridad supera lo patético.

Ficha técnico artística

Dramaturgia: Hugo Saccoccia.
Actrices: Lorena Allemandi (Genoveva), Estela Sappa (Blanca), Marcela Ombroni (Porota), Marcela Sanz (Rita).
Sonido y vestuario: Norberto Tojo.
Iluminación: Leandro Ghiglione.
Dirección: Norberto Tojo.

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