Hernán Medina es un nombre que no nos dice mucho, ni resulta altisonante ni nos remite a nada especial. Pero si decimos “Chok”, tal es su seudónimo artístico, entonces pensamos inmediatamente en el hombre del momento, el mismo que acaba de inaugurar “La productora de arte”, un centro cultural con múltiples actividades. El dato no es menor para esta ciudad, y de hecho no lo fue el movimiento generado, y la figura de Hernán se engrandece a paso acelerado si tenemos en cuenta algo de su historia y el talento final que brota cada vez que pisa el escenario.
Para empezar hay que decir que “Alkimio Espectáculos”, la compañía creada y liderada por Hernán surge en 2007 a partir de la disolución del grupo La Candona (formado en 2005 por Daniel Ponzio y Carina Villarreal). El humor, la improvisación y la interacción con el público son parte de los pilares fundamentales en los cuales están basados todos sus shows. Con diversas técnicas teatrales y circenses como psicodrama, clown, mimo, malabares y zancos, entre otros. La búsqueda de nuevos proyectos y nuevas aventuras lo ha llevado a recorrer gran parte del país realizando shows, presentaciones y participando en diversas variettes en provincias como Corrientes, Salta, Entre Ríos, Santa Fe, Neuquén, Córdoba, Buenos Aires y gran parte de la provincia de La Pampa. Teniendo en su haber unipersonales tales como: “Inter (NO)” “Tranquipiola Boy” y “En Donde!!!”. Gestor de Producciones como “Variette de Ensueño”, “La Función de la Obra” y la Apertura de la Fiesta Provincial de Teatro 2013, con la co producción de Nacho Antonini, participando también de varios ciclos de teatro en nuestra ciudad, formando Parte de la Compañía “La Risotada” durante el año 2013 y parte de 2014, escribiendo y dirigiendo en conjunto los espectáculos “Multus Risus”, “Aguanta, cuida el agua”, “Alta Tensión” y “Risoterapia”, llevando una temporada exitosa en San Martín de Los Andes. En noviembre de 2013 estrena A.N.I.M.A.L. (Ahora Nada Impedirá Mostrar Absoluta Luz) con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro, con libro, dirección y producción de Hernán, en la que actuaron: Marina Medina, Ivo Muratore, Pablo Villegas, Carolina Mendoza, Nicolas García y Julieta Robledo. Actualmente produciendo y dirigiendo la obra ”Ñaca: Burlesque de Rutin”, en la cual las disciplinas que se abarcan son: clown, acrobacias, danzas árabe/ electrónica, malabares e interacción con el público. El elenco está compuesto por Daiana Darricau, Gonzalo Rodriguez, Ivo Muratore, Pablo Villegas y Stefy Habibi, con asistencia técnica de Leandro Giglione y co producción de Nacho Antonini.
Pero toda historia tiene un principio y, como adelantábamos, fue La Candona, aquél ya mítico espacio, el semillero que fue acostumbrando a la ciudad al arte callejero, descontracturado: “La Candona representó el despertar del artista que llevaba dormido dentro. Yo sabía que tenía que hacer algo con teatro, con la expresión pero fue en este lugar de resistencia donde dejé salir tímidamente el talento, para desarrollarlo a medida que pasaba el tiempo. Fue un caldo de cultivo para muchos ensayos, obras y presentaciones en todos los ámbitos donde antes no se realizaba nada. La mayoría de estas presentaciones fueron al aire libre, realizando varias veces viernes, sábados y domingos de corrido porque queríamos mostrar todo lo que teníamos”, recuerda “Chok”. Efectivamente La Candona fue todo eso, y habría que mencionar la llegada de Zircaos que también fue largamente importante en este desarrollo, mostrando las pautas del trabajo profesional. Y la inteligencia de Hernán Medina fue aprovechar todo eso y la inteligencia de la gente fue apreciar su notable crecimiento, que lo encuentra hoy como ideólogo y realizador, amén de un trabajo muy refinado de sus personajes, ya maduros, consistentes. Otra hubiese sido la historia si Hernán no hubiese estado preparado para recibir lo que se le enseñaba o no hubiese seguido una capacitación en Buenos Aires, en suma, otra hubiese sido la historia si no tenía los ojos y el corazón abiertos para ver y agradecer. En este sentido Carina Villarreal y Daniel Ponzio “fueron los que comenzaron a formarnos en la disciplina del horario y compromiso a la hora de ensayar, de responsabilizarnos por la tarea asignada –rememora-. Sofia Valvé, una profesora muy importante de Buenos Aires de expresión corporal que me exigió hasta el máximo para romper mis barreras a la hora de componer un personaje, los chicos de Zircaos, Rosana Kozac y Guillermo Errea, que me enseñaron a leer al público, Julián Diana, un profesor de Clown del cual recibí mi primer nariz de payaso, con el despertar de este personaje.”
– Una pena que La Candona se haya perdido, pero indudablemente quedó toda una escuela…
– Y mucha gente recuerda La Candona. Cuando los que estuvimos en ese nacimiento del arte callejero en Pico decimos de nuestros comienzos, las personas la recuerdan con mucha alegría, pero son cosas que naturalmente pasan, para que algo nuevo surja debe haber algo que muera. En este caso, creo yo, que no murió… que mutó en varios artistas, que hacen lo que hacen los hijos: aprender, crecer, desprenderse, viajar, conocer y desarrollar nuevas e increíbles ideas.
– Exacto, así como es necesario que cada uno siga su camino particular, su mandato interior digamos. ¿Cuál fue el tuyo, en el sentido de cómo seguiste después, tu perfeccionamiento posterior, etc?
– Viajé aproximadamente 4 años por gran parte del país. La mayoría del tiempo a dedo, buscando nuevas oportunidades… Estuve viviendo en Buenos Aires durante 6 meses donde la oferta de artistas es inmensa, y tuve que guardarme el orgullo de artista y conseguir trabajo de mozo. Al tercer día de trabajar en el restaurant (muy fashion por decirlo de alguna manera, en Olivos), llevé el vestuario de payaso en una bolsa y le dije al encargado: yo veo público, no mesas para servir… Habló con los jefes y me dijo: bueno, pero que no se te salga la cadena, ¿ok? Y así fue Como mozo ganaba $25 como mucho de propina, ese mismo día la propina fue de $130 más incentivo laboral, y comencé a hacer shows mientras servía las mesas viernes y sábados, desde las 20hs hasta las 04hs de la madrugada… todo un entrenamiento.
– Impresionante, pero me quedo también con lo que me decías antes, ese periplo por el interior del país, imagino que habrá sido también un verdadero viaje por tu propio interior.
– ¡También! Descubrir que el público es diferente en todos lados, cada uno con su crítica, su comicidad y complicidad, pero el denominador común de todos ellos es la mirada. Cuando uno arde por el arte, por querer compartir su interior con los demás es imposible que no te miren, observen y saquen conclusiones, aunque sea solamente una persona la que estuvo delante tuyo el que este delante, sabés que no fue en vano.
– ¿Desde arriba del escenario te das cuenta fácilmente del clima que hay abajo? ¿O eso es un trabajo exclusivo de la experiencia?
– La experiencia, la cantidad de veces que vos te ofrezcas como sacrificio vivo delante de la gente. El arte callejero es muy diferente al teatro de sala. El callejero llega de una manera más real, es donde vos aprendes a reconocer si el público está encendido con vos o no, reconocés la energía, la entrega, el ida y vuelta. La sala es otra cosa, mucho más íntimo, con un lenguaje que se lee entre líneas, no todos van a reír, no todos van a expresar lo que realmente están sintiendo en el momento… el artista callejero es para el público, y el artista de sala es personal.
– Imagino que el trabajo a tiempo real y en contacto con la gente estará lleno de vicisitudes…
– ¡Muchísimas! Desde hacer función en Capilla del Monte y ganar $4,50 en la gorra o también en Buenos Aires, en la última función que me pudo ver mi viejo, donde al momento de decir ¡gorra! se fueron todos, menos una pareja que me dio $2. Estuve muy pocas veces haciendo malabares en el semáforo, pero lo que yo encuentro de especial en eso es lo que dije antes, la mirada. Hasta que no saludaba al 4to o 5to auto de la fila y me veían todos que yo estaba ahí con una sonrisa para hacer malabares (que debo admitir, soy bastante manos de manteca), no comenzaba a hacer show, y muchos me han agradecido por ese simple gesto, no de ir y hacer en automático para ganar plata.
– Más acá en el tiempo comenzaste a componer personajes. ¿De qué trata ese trabajo, como nace un personaje?
– Un personaje surge por la necesidad de transmitir algo. Con el tiempo se trabaja con el carácter y la personalidad del personaje, el cual muchas veces se puede ver limitado, es entonces cuando expandimos los límites del mismo, o en otros casos, se crea un nuevo personaje que cumpla con los requisitos que estamos buscando. Es un trabajo de búsqueda, tanto interno como externo, ya que la indumentaria que llevará este personaje lo marca, lo describe, lo define.
– Y en tu caso particular, ¿qué es lo que buscás transmitir, qué te gustaría que la gente pudiera ver con claridad?
– Me gustaría mucho que la gente vea que mejor es dar que recibir, que esto que se hace es con amor. Tener amor es saber soportar, es ser bondadoso, es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta, es no enojarse ni guardar rencor, es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo. Yo no me entristezco cuando algo sale de una forma distinta a se pensó, sino que aprendo y trato de cambiar para mejor, para ofrecer a la gente siempre lo mejor de mí, porque siempre se puede mejorar, siempre podés ofrecer más.
– ¿Cuáles son tus proyectos respecto de tu compañía?
– Poder abarcar no sólo lo circense, sino también el infinito abanico de ofertas artísticas como la música, el diseño, la radio, la tv… creo que se está levantando una generación que no le tiene miedo a los cambios, a las propuestas alocadas de crecimiento e intercambio de ideas. La Compañía siempre va a ser de la gente y para la gente, porque ellos generan nuestras ganas de ofrecer shows cada vez más jugados, ofrecer formas no tan clásicas de hacer lo «común» y llevarlo a ámbitos cotidianos.
Finalmente sucedió lo que tenía que suceder, lo que debía suceder. Todo crecimiento artístico se acompasa con el crecimiento personal, y es más, hasta podríamos decir que es imposible una dirección opuesta a este sentido. Ahora Hernán Medina es el hombre del momento en el ambiente cultural y por varias razones, resaltando su talento trabajadísimo arriba del escenario y su seriedad y empuje debajo de él. Si lo vemos con maquillaje y trajes extravagantes sabemos que resultará una magia particular, con artificios y asombrosas luces incluidas; y si lo vemos así, a cara lavada, también.