Fragmentos de un viejo libro: «La precisión de la fiebre», de Eduardo Senac.
* “Yo levanté el muro que me ampara pero fue sin querer la torre que me encierra”. Impresionante síntesis de Olga Orozco para probar nuestra inocencia.
* En los velorios está el patetismo social de la muerte, pero no la muerte. Todo lo contrario. Yo particularmente no voy a los velorios, pero cuando vaya será para rendirle loas a un hombre libre.
* En las avenidas oficiales de la literatura pampeana a los folcloristas se los llama escritores.
* La pasión es una de las virtudes de la literatura, pero no lo es más que la imaginación o la delicadeza. La emoción en cambio, debe estar disgregada en todas las páginas y brillando, así como la memoria sirve no sólo para recordar sino también para dar vida.
* Rezarle al espacio astronómico no tiene más metafísica que entrar en la noche con el rostro hirviente.
* Los enemigos hablan pero no veo a nadie alrededor.
* Don Quijote no estaba loco, es Cervantes que está soñando.
*»Tratado de la desesperación», de Kierkeegard. Ése debería ser el título de todos los libros.
* Una voz venida a mi ventana, salida de las aguas de otro sueño, y que hable esta voz: «la ley hecha para todos los hombres no es para ti».
* Porque la vida es un momento de luz que retumba en la noche del mundo.
* Y el mundo es un error sin importancia.