Monólogo de una pianista frustrada

En la escena vacía un piano. Después de una pausa, una mujer vestida de largo saluda al público y se dispone a tocar. Arremete con furiosa vehemencia. El piano no suena. El silencio embarga la sala. Es el silencio del no sonido. El inesperado silencio de un piano vehementemente pulsado por ella. Silencio que, por unos instantes, parece querer derrotar o disimular o encubrir con su vehemente ejecución. Como si ella y el público, aún sabiendo que Beethoven no suena, fueran capaces de construir “ese otro concierto” misteriosamente pactado, inexistente. Después de la pausa creada por la pianista tocando en silencio, ella se levanta inesperadamente del teclado y, visiblemente disgustada, se dirige al público.
«Desconcierto», de la dramaturga argentina Diana Raznovich, estará convocando mañana domingo, desde las 21:30 horas, en el Auditorio de MEDANO. El monólogo nos trae a Irene, una pianista que irónicamente no puede tocar el piano. Su acto en cuestión es el silencio, vender su cuerpo, ser esclava escénica de un empresario que desea más impresionar al público con elementos fácilmente efectivos, que con la sutileza de una pieza musical, la “Patética” de Beethoven. A través de un monólogo intimidante con el público Irene, sobriamente interpretada por la actriz Andrea Talone, se humilla pero también provoca sentimiento de culpabilidad a la audiencia. Imprevisible en sus acciones, logra un intenso trabajo corporal. El uso de la voz y el tono que Talone maneja, tratando de sobrellevar una máscara constante, y como cambia dicho tono, cuando la máscara tiene que caer son dignas del aplauso. La dirección está a cargo de Estela Sappa, quien convierte la complejidad en simpleza, con recursos efectivos, imaginación y talento interpretativo.
«Con profunda emoción arremete. Se ha olvidado completamente todo. Intenta tocar la Patética y sus dedos, oxidados por el tiempo de inactividad, no le responden. Intenta desesperadamente recuperar su posibilidad de tocar como antes, como entonces, pero cuanto más se empecina, más fracasa y de sus dedos salen horrendos sonidos que evocan malamente la sonata, deformados sonidos cuya torpeza hiere los oídos. Golpea las teclas con los puños. Se enardece de furia y de impotencia, golpea su cabeza contra el teclado como intentando arrancar de las entrañas del piano aquella música que tiene dentro. Después el sonido se interrumpe. Hay una larga pausa en la que ella trata de reponerse. Comprueba que el piano ya no suena. Vuelve al público, hace una pequeña y digna reverencia, y, con el mismo patético silencio, vuelve a sentarse en el taburete y toca con dignidad el piano silencioso. Las luces la dejan ahí, tocando nada, mientras disminuyen hasta el apagón final». La entrada consistirá en un bono contribución de treinta pesos, y se recuerda que se podrá acceder a la sala con el correspondiente talón.

Sobre la autora

Diana Raznovich es una escritora y dramaturga argentina. Nació el 12 de mayo de 1945 en Buenos Aires. Sus abuelos paternos emigraron a Argentina desde la Rusia zarista en 1905, mientras que sus antepasados maternos llegaron de Viena en 1922. Su padre, Marcos Raznovich (1916-1973), era pediatra; su madre, Bertha Luis Schrager Rothschild (1924-2004), era dentista. Raznovich estudió literatura en la Universidad de Buenos Aires. Recipiente de la Beca Guggenheim, sus piezas han sido representadas en América y Europa; destaca también como humorista gráfica.
En 1976, durante la Dictadura militar argentina, con la desaparición de su primer esposo —Ernesto Clusellas (1944)— se exilió en España, donde permaneció hasta 1981. En 1983 se divorció de su segundo marido, Hugo Urquijo. Regresó a España entre 1988 y 1993 y a Argentina entre 1994 y 2000. Actualmente reside en España. Integra la junta directiva de Argentores en el Consejo de Teatro.
En 1968 se estrena su primera obra, «Buscapies». Esta porteña de Flores dejó inconclusa su carrera en Letras pero su vocación estaba signada: en 1970 se presentó «El Guardagente» y un año después «Texas en Carretilla». En 1973 «El contratiempo» y en 1975 «Plaza hay una sola». Luego vino «Marcelo, el mecánico» (primera versión de «Jardín de Otoño») y en 1981, para el ciclo de Teatro Abierto, «Desconcierto». En 1984 se estrenó la versión corregida de «Jardín de Otoño» con Ana María Casó, Tina Serrano y Mario Pasik. Fue puesta en escena posteriormente por la Comedia de la Provincia de Buenos Aires y está en cartel en Alemania, Italia y España.

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