Inquieto. No deja de experimentar y entablar comuniones con otros instrumentistas. Como un trotamundos está en permanente y constante búsqueda musical, esa que integran géneros tan diversos como lo clásico, el jazz o los folklores del mundo. Julio Azcano ocupa un lugar de privilegio dentro de los guitarristas de la nueva generación. Es dueño de una depurada técnica instrumental que desarrolló aquí, y a esa paleta acústica le sumó otros senderos, una vez radicado en Suiza hace diez años. Un rendimiento que se fue alimentando con proyectos diversos en Europa, improvisando y componiendo para desembarcar en diferentes escenarios.
Rodearse de destacados músicos como Sid Jacobs, el sazista turco Taylan Arikan, el flautista de jazz austríaco Günter Wehinger, el percusionista Claudio Spieler, el virtuoso contrabajista Juan Pablo Navarro, Alieksey Vianna, el cellista suizo Daniel Pezzotti, el saxofonista Javier Girotto, o el galardonado guitarrista Quique Sinesi sirvió para la amalgama de diversos estilos, enriqueciendo su diálogo fluído con la guitarra clásica.
Sus discos “Ayres” (en 2009, con el turco Arikan) y “Nadear” (editado en 2010 junto a Wehinger y Spieler), producidos por la Radio Nacional Suiza, han recibido excelentes críticas de exponentes y periodistas especializados de la música académica y jazz europea, como también sucedió con “New Tango Songbook”, con la cantante Marcela Arroyo. Desde abril del año pasado Azcano es miembro del prestigioso Eos Guitar Quartet, formación suiza a la que figuras como John McLaughlin, Sergio Assad, Ralph Towner o Roland Dyens han dedicado obras. Ha tocado, además, junto a Leo Brouwer y la cantante flamenca Carmen Linares.
Buceando en sus comienzos encontramos que completó su diploma de Profesor de Guitarra Clásica en su Mar del Plata natal, tomando clases particulares con el virtuoso Eduardo Isaac. Más tarde continuó sus estudios en Buenos Aires, bajo la guía y el apoyo de Pino Marrone, y comenzó a integrar elementos de jazz e improvisación en su repertorio. En el año 2000 ganó el primer premio de la Bienal Nacional de Arte Joven, con el que tuvo la posibilidad de hacer un primer disco. Así, los conciertos en nuestro país se fueron sucediendo, como también en Estados Unidos y Europa.
En Zurich (Suiza) realizó el Diploma de Jazz e Improvisación de la Zürcher Hochschule der Künste, profundizando su trabajo con la guía de Kurt Rosenwinkel. Azcano fue docente en el Conservatorio de Mar del Plata y organizador de los Campus y Seminarios de Guitarra Contemporánea en Argentina. Invitado por distintos Conservatorios y Universidades para realizar workshops, mostró su arte en conciertos como «Guitar City» Varsovia (grabado y transmitido por la Radio Nacional de Polonia), «Guitarras del Mundo» Argentina (participó en el CD editado por EPSA Music), Moods Zürich, Birds Eye Basel, Festival de Guitarras de Lausanne, Guitarfestival Biel, La Guitarra Berlín, Cité Universitaire París, Marianischer Saal Lucerne y San Francisco Guitar Society (EEUU).
Después de dos años sin visitar su país, Azcano transcurrió varias semanas aquí, cumpliendo con diferentes compromisos y renovando vínculos con la tierra que lo vió nacer. Una nueva versión de Guitarras del Mundo lo tuvo nuevamente entre sus protagonistas, y esa fue la ocasión que tuvieron los piquenses de encontrarse en octubre pasado con su impronta plena de ricos matices. “Lo de Guitarras del Mundo siempre es una buena excusa para regresar. Emprender ese largo viaje y sabiendo que, más allá del reencuentro con la familia y los amigos, también se producirá ese reencuentro con la guitarra argentina”, comenzó diciendo Julio durante la charla con Lobo Estepario.
– Hace diez años que te radicaste en Suiza y fueron muchas secuencias en este tiempo ¿cómo definirías el camino recorrido?
– Las cosas suceden sin que uno planifique demasiado. A mí siempre me interesó la música y en el momento en que me puse a estudiar en serio, tenía muchas ganas de improvisación y jazz, pero en Mar del Plata no estaba esa posibilidad. Fue entonces que me inicié con música clásica, con la suerte de dar con un maestro como Isaac y con el repertorio de Leo Brouwer. En ese momento me ganó la sensación de que no estaban tan lejos esos lenguajes que escuchaba y que había muchas cosas en común. A partir de ese interés por la guitarra clásica se dieron como dos vidas, trabajaba mucho tocando jazz también y bueno, se dio algo parecido a una beca para ir a estudiar con Pino Marrone, un legendario guitarrista del que notables como Jim Hall o Joe Diorio hablaron maravillas de él. Pino me ayudó muchísimo, iba a su casa en Buenos Aires una vez cada dos semanas , pasaba toda la tarde con él y sin dudas fue mi gran impulso. En el 2000 empecé con Guitarras del Mundo y marché a tocar a Estados Unidos.
– Fue encontrarse con la verdadera cuna del jazz…
– Sí, totalmente, pero también me dí cuenta que nosotros tenemos en la guitarra clásica o criolla un potencial que aún no estaba desarrollado. Incluso también en lenguajes de jazz o improvisación. Cuando volví lo hice totalmente decidido a trabajar, empecé a enseñar en Mar del Plata, empecé a viajar mucho al exterior a partir del 2001 y en una de esas giras tuve la chance de hacer un Master en Ginebra, además de conocer a quien es mi mujer actualmente, quien vivía en Lucerna. Fue entonces que me anoté en Zurich para hacer todo el diploma del jazz, me contacté con Rosenwinkel, un fantástico guitarrista de jazz, alguien que fue decisivo en ese momento, como que me apadrinó y habló bien de mí cuando nadie me conocía.
– En esa suerte de hermandad de la que se sienten parte todos aquellos que tocan una guitarra aparece Sid Jacobs, uno de los principales guitarristas del jazz actual y un educador sumamente respetado a partir de sus libros para el instrumento
– Un privilegio. Sid hizo todos los libros con los cuales estudiamos. Yo tenía que tocar con él en 2003, fue en ese momento de decidirme por quedarme a vivir Suiza. Había una fecha en Mar el Plata después de que un amigo en común propusiera esa posibilidad de tocar juntos. Pino Marrone le había hablado mucho de mí a Sid, pero justamente estaba decidiendo quedarme en Europa por lo que hablé por teléfono con él para cancelarlo. Nunca antes habíamos hablado, le conté que había conocido a una chica y bueno, que no podía moverme. Muchos años después, en 2012, estuvo en Suiza, dimos unos cursos juntos y conoció a mi mujer. Ahí se dio cuenta que lo mío iba en serio en aquel momento…(risas). Para estar con Jacobs arriba de un escenario tenés que estar a punto con el estudio y con la técnica.
– Encuentros que pueden ser casuales o buscados, con estéticas o lenguajes diversos, pero compartiendo esa unión que genera la música…
– Estoy tocando con mucha gente. Puedo mencionarte al cordobés Javier Girotto, alguien que en Roma es uno de los nombres importantes en el jazz, un músico tremendo. Se fueron dando contactos, estuvo el disco que produjo la Radio Nacional Suiza y en el que compartí sensaciones hermosas con el flautista austríaco Günter Wehinger y el percusionista Claudio Spieler, después el trabajo con Taylan Arikan, lo que significó para mí un descubrimiento de melodías de otro lugar del mundo. Los ritmos turcos tienen una riqueza muy grande. Taylan ejecuta el saz o baglama, un tipo de laúd de cuerda pulsada, es típico del sur de Turquía. Juntos hemos trabajado mucho, el año pasado estuvimos en Bilbao y ahora en diciembre tocaremos en Lucerna como parte de un ciclo que realizo todos los años con mis proyectos.
– ¿Cómo se produjo tu ingreso en el prestigioso Eos Guitar Quartet?
– Marcel Ege, uno de los integrantes del cuarteto, estuvo en nuestro país, viajando, y un día se compra un disco de Guitarras del Mundo de 2001. En ese disco estoy tocando “My Funny Valentine”, y al tipo le gustó. Pasaron los años, estaba en un proyecto de Ralph Towner, en Zurich, me reencuentro con un amigo brasileño, Alieksey Vianna, un guitarrista impresionante, y me presenta ahí a Ege. Empezamos a conversar, me cuenta que había escuchado el disco y yo pensaba que era un coleccionista fanático de discos donde hay guitarras. Le pregunto a qué se dedicaba y me dice “yo toco en un cuarteto”. Cuando me tira el nombre del cuarteto no lo podía creer. A partir de ese momento nació una amistad, me invitaron a tocar en un encuentro que organizaron, lo hice como solista, y a fines de 2012 Martin Pirktl, que tenía veinticinco años en el cuarteto, decide alejarse. Hicieron audiciones, al final quedamos dos personas, conmigo estaba un amigo de ellos, del mismo barrio diríamos, y sin embargo me dieron la oportunidad. Eos Guitar Quartet es como una marca registrada y esa oportunidad la aprovecho al máximo todos los días.
– ¿Cuál fue la escena que encontraste durante tu estadía en el país?
– Algo fantástico. Me encontré con mucha gente joven que se toca todo, veo que hay un cambio, nuevos impulsos. En Mar del Plata estuve grabando un disco y el estudio no tiene nada que envidiarle a muchos de los mejores estudios que hay en Europa. Observo que mucha gente que se fue ha regresado, y no sólo invierte económicamente, también hay ideas nuevas. Se está produciendo algo que no pasaba en otros años, el arte muchas veces necesita de esa fuerza para emprender, para hacer.