Celulares: un enemigo en el aula que podría volverse aliado

En la Argentina, sólo uno de cada diez maestros probó usarlos en clase. Imágen de portada: En el Instituto Luján Porteño, en la Capital, los alumnos de 5° año hacen los trabajos prácticos con el celular.

Harta de que los chicos sacaran el celular de las mochilas a escondidas, Nancy Colloricchio se aferró al dicho: “Si no puedes con ellos, úneteles”. Docente desde hace más de 20 años y actual profesora de Comunicación en el Instituto Luján Porteño, de Capital, Colloricchio se enfrentó hace dos años a uno de los grupos más “adictos” al celular que tuvo. Un día se paró frente a la clase y les dijo: “Chicos, saquen el celular de sus mochilas porque lo vamos a usar”. Según cuenta, ésa fue una de las mejores decisiones de su vida a nivel pedagógico: “La posibilidad de usar el celular sin que sea considerada una transgresión fue clave: estaban motivados”.

Su solución no es habitual y resulta difícil pensar en el celular como herramienta pedagógica cuando tres de cada cuatro docentes lo prohíben.
Los expertos aseguran que su potencialidad de uso es enorme, pero más de la mitad de los maestros lo rechaza como un instrumento tecnológico que podría incorporarse a la enseñanza.

De hecho, su utilización de forma efectiva es insignificante, y sólo uno de cada diez maestros argentinos dijo haberlo probado en el último año.
Son datos significativos, y a contramano de la realidad cotidiana fuera del aula, si se considera que casi la mitad de los alumnos del nivel secundario confesó usarlo en casa para hacer sus tareas. Y un dato más: el 98 % de directivos y maestros tiene celular, y lo llevan a todas partes. Los datos surgen de la Primera Encuesta Nacional sobre integración de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la Educación Básica, que Unicef presentó en diciembre úlitmo y donde se llegó a la conclusión de que si bien hoy existe un fuerte consenso acerca de la necesidad de universalizar el acceso a las tecnologías para promover nuevos procesos de aprendizaje e integrar el uso de las TIC en el aula, al teléfono celular se lo margina y se lo excluye.

“Constituyen un caso particular por varios motivos: se trata de una herramienta que la escuela no provee, pero que se halla disponible porque los alumnos acceden a ellos masivamente, sobre todo en el nivel secundario. Por otro lado, aunque se encuentran prohibidos en las escuelas, los registros de trabajo de campo permitieron advertir que están presentes en el aula”, advierte el estudio, que entrevistó a 1446 directivos escolares, 4315 docentes y 9321 estudiantes de todo el país para trazar un panorama del equipamiento tecnológico en las aulas.
¿Cuál fue la reacción de los alumnos cuando su profesora les propuso usar el celular en clase? “En ese momento yo estaba dando un taller de lenguajes artísticos, y la respuesta fue muy positiva -cuenta Colloricchio-. Cambiamos el paradigma de la clase: de repente yo estaba en el lugar de ellos, aprendiendo y adquiriendo nuevos conocimientos, y ellos daban cátedra. Les pedí que para la próxima clase trajeran los manuales de sus teléfonos y planteamos un trabajo práctico sobre entrevista y fotografía. A partir de ahí, todos los trabajos prácticos los hacemos con el celular, y a raíz de eso tuve que modificar varias cosas, como los soportes de entrega, ahora en pendrive, y la forma de evaluación.”

El experto en educación Axel Rivas, director del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), considera que el uso de la tecnología en las escuelas es tanto un desafío pedagógico como cultural. “Implica asumir una relación dinámica con el conocimiento en la cual los alumnos son productores de saberes y preguntas. Las escuelas deberían desafiar a sus estudiantes, ponerlos en situación de protagonistas -propone-. Hay muchas actividades didácticas que se pueden hacer con el celular en el aula como fuente de conocimiento y no como un obstáculo. Podemos filmar, editar, fotografiar, buscar en la Web, ver videos, navegar museos y usar aplicaciones. Puede ser fascinante para aprender en el aula.”

El acceso a Internet es un recurso ampliamente utilizado por los estudiantes para sus prácticas de estudio extraescolares, tanto que ocho de cada diez señalaron hacer uso de Internet para hacer los trabajos que solicitan sus docentes. Por eso, según la encuesta de Unicef, “resulta sumamente relevante conocer cómo se relacionan los alumnos con esta fuente de información, con qué herramientas cuentan para seleccionar y evaluar aquello que encuentran en Internet y qué tipo de orientación reciben”.

Y, otra vez, el celular resulta protagonista: el 63 % de los estudiantes dijo utilizar el dispositivo para acceder a Internet. Sin embargo, una importante proporción de docentes, cree que el acceso a Internet estimula en los alumnos la copia de textos ajenos y no la producción propia.

“Hay un gran debate sobre el tema. Yo digo que sí a la tecnología pero bajo ciertas condiciones. Copiar y pegar no es el objetivo de ningún maestro que esté de acuerdo con la implementación de estos recursos, por eso forma parte de nuestro trabajo estimular en los chicos un uso reflexivo y no mecánico -opina Roxana Morduchowicz, especialista en cultura juvenil-. Soy partidaria de que en lugar de un laboratorio o sala de computación, las máquinas estén en el aula, con acceso a Internet. Y si la conectividad falla o no existe [como sucede en un tercio de los establecimientos educativos, según Unicef]entonces el celular es una buena opción para enseñar competencias que van a emplearse durante toda la vida”.

Para Morduchowicz, autora del libro Los chicos y las pantallas, es clave que los maestros enseñen cómo analizar la credibilidad de una fuente buscada en Internet. Sobre todo si cuatro de cada diez docentes señalaron que en sus instituciones no hay conectividad. “En esos casos no hay duda de que recurrir al celular sería una buena opción”.

Se trata de un debate abierto aún en países como Estados Unidos, Inglaterra o España, pero con una tendencia hacia una mayor flexibilidad en el uso del celular dentro del aula. Por ejemplo, un año atrás se levantó la prohibición que tenían los alumnos de las escuelas públicas de Nueva York de llevar el celular al colegio. Incluso hoy existen un sinfín de apps educativas para celulares.

Juan Carlos Tedesco, uno de los coordinadores a cargo de la investigación para Unicef, concluye: “Los resultados han demostrado que no hay determinismo tecnológico sino pedagógico. Todos adhieren a la inclusión de las TIC en las escuelas, pero cuando se interroga si realmente los maestros las usan, los porcentajes bajan al 50 por ciento”.

¿Por qué? “Los docentes no mencionan los cursos de capacitación que reciben como fuente principal de aprendizaje. Es decir, estamos gastando fortunas en cursos que no tienen impacto”.

Prohibir el celular, según Tedesco, no tiene ningún sentido. “El aparato no es el punto de discusión, mejor hacer foco en el modelo pedagógico que se implementa”.

Fuente: La Nación.

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