Aparecen sobre el escenario, con sus atuendos, sus colores, mirando fijo al público. Se levantan, se resbalan, tropiezan, caen, se levantan, se chocan, caen, miran y así…Heredero de las artes escénicas callejeras, el circo y la commedia dell’ arte, el clown existe desde hace miles de años. Payaso, mimo, bufón, clown, acróbata, son algunos de los conceptos relacionados y, más allá de las similitudes y diferencias entre unos y otros, son los que desde la antigüedad llevan este arte arraigado, permitiendo su propagación por diferentes culturas hasta hoy.
Personajes que, desde tiempos remotos, han sido asociados a fiestas rituales y a ritos de iniciación, aunque la forma que actualmente conocemos (maquillaje, ropa graciosa, gestos exagerados) es occidental y proviene de la modificación de antiguos personajes de la commedia dell’arte italiana del siglo XVI que hicieron los cirqueros que recorrieron Europa y los Estados Unidos durante los siglos XVIII y XIX.
El filósofo francés Henri Bergson describió en La risa o sobre el significado de lo cómico, algo así como que fuera de lo que es propiamente humano, no hay nada cómico. El ser humano suele reírse de lo que se le presenta como una caricatura de sí mismo: deformidades, expresiones ridículas, automatismos, rigideces, repeticiones. “Todo es más cómico cuanto más natural parezca la causa que lo determina”, señala Bergson, y adjudica a la risa una función y una significación social.
La Compañía «La Risotada, humor y circo» viene sumergiéndose en un mundo de improvisación. Utilizan ese antídoto efectivo. Construyendo personajes, en situaciones y espacios inimaginables, los payasos «Zoquete» (Julián Martín Serralta) y «Sovaco» (Luciano Roggero) logran una complicidad única con chicos y grandes. Muchas veces salen los disparadores desde el público, y de esa manera generan un ámbito de compañía. Lo espontáneo, entonces, articula rápidamente la sonrisa.
Con más de un año y medio en escena, los integrantes de «La Risotada» saben muy bien de qué se trata. Compartiendo experiencias durante bastante tiempo en el grupo de teatro «La Candona», un buen día se produjo el reencuentro. No faltaron demasiadas palabras. El difícil camino de buscar hacer reír había sido sembrado, faltaba retomarlo nada más. Junto a Hernán Medina («Chok»), en ese comienzo, los espectáculos se fueron sucediendo. El cartel empezó a ofrecer “Multus Risus”, «Risoterapia», “Alta Tensión”, hasta la obra última, “Parecidos, pero diferentes”.
Utilizando mucho el cuerpo, dando cuenta de una técnica en gimnasia artística, el virtuosismo en los accidentes, acrobacias y caídas queda expuesto. Como dos nerviosas criaturas. Ellos mismos se presentan como mimos y payasos, absurdos, torpes seductores, pícaros, revoltosos, idiotas con mucho carácter, pero también con una delicada ternura.
«Zoquete» y «Sovaco», artistas de espíritu lúdico, se encargan de llevar sucesos de la vida cotidiana más allá de lo convencional para sacarnos una sonrisa. Ya en la Edad Media −y quizá mucho antes− había personajes, como el bufón o el comediante, que tenían la función de hacer reír. Personajes que tienen la pretensión de llevar ciertas situaciones de la vida a niveles en donde el cuerpo hablé por sí mismo al unísono de la carcajada. Porque la risa es precisamente eso: cuerpo, devenir, pulsión, entraña y vida. Más que un suceso fisológico, por qué no pensar que es una expresión del alma.
«La Risotada, humor y circo», tras una recorrida intensa en los últimos meses, que comprendió numerosas localidades del interior pampeano, y momentos con sensaciones plenas en distintas escuelas, saldrán nuevamente al ruedo el próximo domingo 5 del corriente. Será en el Auditorio de MEDANO, a partir de las 20:00 horas, con entradas anticipadas que se pueden conseguir en Mostacho (calle 17 N° 946), a un valor de treinta pesos. Una vez más exponiéndose con ese arte complicado de hacer reir. La misión establecida desde el vamos. Dedicación esforzada para construir situaciones que convoquen a ese estado, a esa risa buscada de forma pensada
Hay un documental de Lucas Martelli que se llama «Sólo para payasos», y cuando uno lo recorre se encuentra con ese mensaje que revalida el rol de quien actúa, pero, principalmente, de la risa y su poder exorcizante. Por sencilla que parece, detrás de la rutina cómica de «Zoquete» y «Sovaco» hay horas de trabajo y esfuerzo. Y aunque la improvisación es necesaria para hacer reír a las personas, también se requiere el conocimiento de técnicas específicas provenientes de las disciplinas de la danza, el teatro y la pantomima.
«La Risotada» constituye un soplo de aire fresco en este mundo compungido. Transmitiendo, aquí y allá, en un escenario, en una calle o en una plaza, el arte del clown, o payaso. En «Pieces», una antología de cuentos cortos, Stephen Chbosky escribe que «no hay nada como las respiraciones hondas tras haberte reído tanto. Nada en el mundo como un estómago dolorido por una buena razón». Creo entonces que la risa es una interesante evasión. Que es salirse por un momento de quiénes somos y ver que no estamos congelados en una situación. Que podemos ser otros. Nos evadimos de quiénes somos un instante. Nos tomamos distancia. Qué hacemos después, depende de cada uno. Pero por un momento, nuestra risa es más importante.