Conversamos con Marta Cardoso una mañana cualquiera luego de una breve recorrida por su jardín. Un encuentro cara a cara en el que se podría decir que casi no intercambios epístolas, sólo que lo que nos regalamos no fueron cartas, sino libros, aunque en el caso particular de uno de los obsequios de su autoría, Cartas en el viento, lo que he recibido es un relato epistolar.
Lo leo con interés, cada una de las treinta y siete cartas que lo componen van develando poco a poco la trama. Me resultó mágica la importancia del viento en el amor de la pareja, ese viento que siempre los hubo acompañado desde su más temprana infancia.
Juan es un artista-escultor incomprendido por su padre y vive en varios sitios lejanos y Elena está radicada en un campo en la localidad de Dorila en la provincia de la Pampa. Se escriben.
¿A dónde van a parar tus cartas? le pregunta ella, en su espera impregnada de deseo. Imposible para mí, no evocar un fragmento del tema Cartas perteneciente al cancionerode Víctor Heredia “Cartas extrañas llenas de amenazas, y otras pequeñas plenas de alabanzas. Leo entre líneas que alguien se declara, pero de vos, amor, nada de nada”.
El paisaje natural y el entorno logrado por el trabajo humano, sobre todo el mencionado por Elena, son actores primordiales.
Casi se huele el aroma de las peonias que plantaron juntos, el de las verbenas, el del poleo y la manzanilla, todos mezclados con el aroma del budín del que se añora su degustación.
Miramos la lluvia de los pétalos del ciruelo, las cerezas prendidas en la rama del árbol, el aromo imponente y la hojarasca del monte de eucaliptus.
Escuchamos el bullicio de los cardenales en los chañares sin flores.
Tocamos el viento pampero con su embrujo en el cielo embanderado de la pampa y hasta podemos palpar ese buzón, el otro gran protagonista, receptor de sus sentires.
No pudiendo con mi genio, no puedo menos que regalarle cuatro fotogramas inéditos pertenecientes a Cinefilia, Asociaciones Libres II, cuatro construcciones epistolares en las que el nexo son las cartas y el amor.
Cartas de amor
Carta de una enamorada (1958) Max Ophüls. Viena, 1900. Una carta enviada por una mujer, que continúa enamorada desde su adolescencia, a un pianista que ya no la recuerda.
La carta (1940) William Wyler. Una carta que delata una relación amorosa y permite esclarecer un hecho delictivo. Transcurre en Malasia, época deexplotación de las plantaciones de caucho bajo el coloniaje británico.
Son cartas de amor (1943) Luis César Amadori. Unas cartas utilizadas para extorsionar a una mujer, terminan por hacerlo enamorar de ella.
Carta de una mujer desconocida (2004) XuJinglei. Pekín, 1948. Una carta como testimonio del amor de una mujer a un hombre que nunca lo había advertido. Todo en el marco de la destrucción producida por la guerra.
Por otra parte en Lucinda, el hada de las flores, obra de literatura infantil de su fecunda producción y el otro de sus regalos, descubro que el diente de león o botón de oro proviene del jardín sagrado de los dioses de la naturaleza y que agrupados son mensajes y respuestas del universo, entonces me digo que en esos campos de Dorila seguramente ellos, están enviando infinitas cartas sin papel.
Benditos los vientos que soplan a los panaderos esparciendo sus semillas.
Por Rosa Audisio (Artista Visual y Gestora Cultural Independiente)