«Hace mucho tiempo que superamos la capacidad de carga del planeta, y el futuro es una ilusión»

«Este momento especial que nos arrastra a una situación de angustia e incertidumbre no creo que pueda ser seriamente evaluado hasta dentro de mucho tiempo. Por lo pronto pienso que nuestra sociedad no va a cambiar sus hábitos radicalmente. Creo que todo nuestro modo de vida, patológico en un sentido profundo y enorme, un modo de vida que genera una inconmensurable destrucción de ecosistemas y culturas, que está privando del futuro a la humanidad, posee una resiliencia asombrosa, es capaz de recuperarse de los golpes más duros. Creo que una vez pasado este episodio, las cosas van a tratar de volver a su cauce anterior, al menos el sistema intentará eso, mantener el statu quo. Pero por otro lado siento que habrá consecuencias que todavía no se pueden ver, y que podrían llegar a ser importantes. Especialmente me preocupa lo que ocurrirá con los niños. Me pregunto qué huellas dejará esta brutal negación de su libertad, de su naturaleza curiosa, de su necesidad formativa de contacto con lo natural, con el juego, con otros niños. En cuanto a lo relacionado a mi actividad, es notable cómo la producción audiovisual sufre y seguirá sufriendo por un tiempo un golpe muy fuerte. Y en esto hay una paradoja: aunque ahora casi no hay producción audiovisual, el consumo de productos audiovisuales aumentó de manera explosiva. La gente consume series, películas y documentales. Es posible que la tendencia que desde hace años viene creciendo en la forma de producir y de exhibir la producción audiovisual se acelere notablemente. Todo indica que la exhibición cinematográfica va a ser la principal víctima en la industria del entretenimiento, pero la producción se irá reestructurando para abastecer ese mercado enorme y creciente que es la televisión on demand. En lo personal, la cuarentena solo me afectó de manera parcial. Normalmente mi trabajo comprende dos actividades, el rodaje en la naturaleza y la edición en la ciudad. Como en general compagino mis trabajos, y lo hago en casa, mi estancia en la ciudad es bastante hogareña. Durante los últimos cuatro meses escribí y edité varios documentales que ya estaban filmados, y que estoy subiendo a diferentes plataformas paulatinamente. También estoy haciendo algunas piezas cortas, y aprovechando para escribir algunas ideas. Lo cierto es que pensando en los miles que están sin trabajar en sus casas, y los cientos de miles que están perdiendo sus trabajos, los que tenemos alguna actividad debemos sentirnos privilegiados. Algunos de mis documentales recibieron muchas visitas durante la primera etapa de la cuarentena. Por ejemplo una serie que hice hace un par de años en la región chaqueña fue muy empleada localmente en actividades educativas. Casi la totalidad de lo que hice a partir del año 2000 está subido a alguna plataforma gratuita. Es mi forma de entender la producción documental independiente (independiente de empresas, independiente de la tv, independiente de la política partidaria, independiente del INCAA, etc.). Trato de que mis documentales estén disponibles para el público de manera gratuita. Y cuando eso no sucede me molesta bastante. Uno de los últimos trabajos que escribí y dirigí, emitido por Nat Geo no puede verse fuera de esa señal, o de Flow, para lo cual hay que pagar. No me termina de convencer…Mientras tanto, durante toda la cuarentena, en la región chaqueña se siguió sacando madera y desmontando. De esta manera la pandemia, la cuarentena, son una invitación para reflexionar sobre la contradicción más profunda en la que nos hunde la sociedad industrial actual: la negación de nuestra naturaleza viviente y ecológica. Hace más de 120 días que el tema central de la comunicación pública es el covid 19, la pandemia, la cuarentena, la “curva”, los fallecidos y el futuro. Lo que se viene, la crisis económica, la desocupación, el malestar social, etc., obviamente ocupará la atención durante otros meses. Por medios oficiales, privados, en radio, en televisión, por redes sociales, por medios gráficos, no se habla de otra cosa. ¿O es que no se sabe hablar de otra cosa? La pandemia, el virus, la cuarentena, o la bendita y sagrada economía ocupan todo el espectro del interés humano desplegado por los medios, replicado por los políticos, analizado por los intelectuales, comentado en redes y veredas. La realidad viral y pandémica, en lugar de ser la oportunidad para pensar el mundo de manera diferente, es una nueva excusa para seguir hablando de lo mismo. En el fondo lo que me molesta es el discurso cargado de narcisismo infantil y de victimización adolescente. Pareciera los círculos intelectuales argentinos no pueden escapar de esta especie de onanismo existencialista de mediados del siglo 20, embriagados de sociología inútil y economía estéril, ponderando las virtudes de un progresismo anterior al cenit del petróleo, anterior a los efectos de la revolución verde, ciegos a la evidencia trágica de que ambientalmente pasamos el límite. Me parece que la mayoría de los intelectuales argentinos perdió el rumbo hace tiempo. El planeta está en crisis por los mismos hábitos de pensamiento que ellos insisten en cultivar, cuando lo que hace falta es comenzar una revolución del pensamiento. Hace mucho tiempo que superamos la capacidad de carga del planeta, y el futuro es una ilusión. Es probable que en una década el Covid-19 sea un recuerdo nostálgico de algo que apenas nos afectaba. El cambio climático, la crisis de biodiversidad, la pérdida de ecosistemas y tierras fértiles son los grandes problemas que enfrenta la humanidad. Lo que está en crisis es el sistema ecológico del cual la humanidad forma parte, no el económico, y no advertirlo es un síntoma de que estamos por mal camino. Hay mucho escrito sobre las causas del colapso ambiental. Básicamente se reduce a la aplicación de 4 o 5 ideas equivocadas, creencias que nos llevan al desastre: la idea de que los recursos son inagotables, la idea de que el ser humano está afuera de la naturaleza, la idea de que para satisfacer las necesidades humanas se justifica cualquier cosa, la idea de que la economía es un buen modelo para dirigir nuestras vidas, la idea de que la tecnología siempre estará allí para salvarnos y que siempre tendremos energía suficiente. Estas ideas configuran una corriente ideológica conocida como Antropocentrismo. Y es muy importante comprender que son aceptadas acríticamente y compartidas por todo el espectro político, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. Una idea en especial podría ser actualmente la más peligrosa. La mayor parte de las personas cree que la sociedad actual es el punto más elevado de la evolución de la humanidad. Por ende, todo aquello que no sea moderno, industrial y occidental es visto como involucionado, atrasado, primitivo. Afortunadamente hay una abrumadora evidencia que indica lo contrario. El género Homo, tiene una evolución de más de 2 millones de años, y nuestra especie, el H. sapiens unos 300 mil años. Hasta hace 30.000 años convivíamos en el planeta varias especies de humanos. A lo largo de esta evolución, los humanos fuimos dotados de la anatomía, la fisiología, la psicología que tenemos, de la inteligencia, el lenguaje, las habilidades y la sensibilidad que nos caracteriza. Hay evidencias por todos lados. Para no ir más lejos, las pinturas de la Cueva de las Manos, en Santa Cruz, nos hablan de personas con preferencias por el arte, adultos y niños que probablemente se divertían dejando plasmadas sus manos en la piedra hace más de 9.000 años. Y en la misma línea, hace 30.000 años otros humanos pintaban obras de arte en la cueva francesa de Chauvet, con un grado de precisión y refinamiento conmovedor, bisontes europeos en movimiento capturados por una humanidad sensible expresada en una plenitud extraordinaria. Podemos mencionar también Lascaux, Altamira…Me pregunto qué dirían Miguel Ángel o Velázquez sobre sus “primitivos” colegas artistas del pleistoceno. En muchos sentidos, una persona de hace 15 o 20000 años tenía muchas más capacidades que las de un ciudadano actual promedio, mejor salud, más tiempo libre, más inteligencia, más habilidad, más perspicacia y sin duda más capacidad para el diálogo y el acuerdo. Las sociedades eran horizontales, sin jerarquías rígidas, sin brechas entre ricos y pobres, con niños criados en grupos familiares con fuertes lazos afectivos. De hecho si la vida de los humanos del pleistoceno hubiera sido tan mala como predican los tecnócratas, quizá nosotros no existiríamos… Para muchas más evidencias de lo que la humanidad logró a lo largo de 2 millones de años, sólo me remito al libro de Harari (De animales a Dioses, 2014). Pero hace apenas 10.000 años distintos grupos humanos inventaron la agricultura y el pastoralismo. Esto derivó en la aparición de las ciudades y el sedentarismo y dio inicio a un rápido cambio de la humanidad. La sociedad industrial actual y en especial la “revolución verde” agrícola y su variante biotecnológica son herederas de aquel cambio radical en la humanidad, y lograron en apenas medio siglo batir todos los records de la infamia del antropocentrismo. Desde 1970 la población mundial se duplicó (de 3.700 a 7.600 millones de personas). El 75 % de los ambientes terrestres están severamente alterados por actividades humanas, y el 65 % de los ambientes marinos. El 40 % de las tierras del mundo son usadas en agricultura y ganadería, y más de la mitad se encuentran severamente degradadas. El 75 % de los recursos de agua dulce se dedican a las actividades agropecuarias. De los vertebrados terrestres que habitan el planeta la mayor parte está representada por ganado (59 %) y personas (36 %). Sólo el 5 % de la biomasa total es representada por la fauna silvestre. 1 millón de especies se encuentra en peligro de extinción, el 40 % de los anfibios, el 20% de los reptiles, el 25% de los mamíferos, el 15 % de las aves, el 15 % de los peces el 10 % de las plantas, y el 10 % de los insectos (incluyendo muchos polinizadores). Estos datos no son un invento de los ambientalistas “enemigos de la producción” y que “se oponen al progreso”, surgen de una reciente publicación científica muy prestigiosa (Informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, 2019). La pérdida de biodiversidad no es un mal necesario asociado al desarrollo, es un resultado grotesco de la sociedad moderna. Lo problemático es que la biodiversidad (los insectos, los sapos, las culebras, los pájaros, los mamíferos, los pastos, los arbustos, las lombrices, etc.) está en la base del funcionamiento de todos los ecosistemas, que son en definitiva los que permiten que las sociedades humanas funcionen. La aparición de pandemias es el derivado directo de la pérdida de ecosistemas y su biodiversidad. La realidad urgente que debe llamar la atención de intelectuales y gobernantes es la profunda insostenibilidad del sistema productivo actual. No es posible seguir produciendo alimentos y bienes de esta manera. Sin embargo, la infamia dobla la apuesta: escuchamos todos los días, como un hecho incuestionable, que para el 2050 seremos 10.000 millones de personas. Si llega a ser verdad, vivir en esa época no será vivir, será apenas durar. La única posibilidad de recuperar un futuro aceptable es restaurar las condiciones ambientales del planeta, y para eso es fundamental que la humanidad cambie sus ideas sobre el mundo, y deje de crecer. La extinción de especies no es nueva, y también la tenemos en estos pagos. El último yaguareté conocido en La Pampa fue cazado en 1903 cerca de Rancul. Y la evocación del mundo perdido puede rastrearse incluso en General Pico. Según el libro de Ludovico Brudaglio (Álbum gráfico de General Pico y sus alrededores, 1916), a 10 años de su fundación los alrededores de Pico estaban cubiertos de pastizales naturales, el ecosistema de la región, y en ellos había venados y ñandúes. El Venado de las pampas era el cérvido más común de la Argentina, y hoy sólo sobreviven un par de miles en sitios dispersos del país. Esta especie fue desapareciendo del territorio, y también del imaginario social. De hecho desapareció antes de la memoria que del territorio. Hoy casi nadie sabe que en Pico había venados, un emblema de los pastizales, y una especie elegante y hermosa. Especies perdidas en la memoria de los muertos, especies nunca valoradas para los ojos del inmigrante, que en su deseo de cultivar algo de felicidad en tierras extrañas, en el desierto terrorífico que señalaba Ezequiel Martínez Estrada en su Radiografía de la pampa, sólo podía aferrarse a lo que su acervo le traía como cotidiano, como familiar, una tabla hecha de fragmentos del viejo mundo que le impedía naufragar en los pastizales de Sudamérica. Así, lo nativo no sólo era extraño, era algo que había que negar, había que superar para poder edificar el nuevo mundo. Los pastizales fueron los creadores de la riqueza atesorada en el suelo. Hoy los pastizales no existen, y la riqueza está siendo dilapidada por una agricultura minera que degrada los suelos a una velocidad vertiginosa. La “evolucionada” sociedad actual nos deja sin pastizal, sin venados, sin suelos, sin futuro. Por cosas como éstas me hice documentalista. La pandemia nos enfrenta a la contradicción fundamental de la sociedad industrial. No es la contradicción del capitalismo, no es alguna contradicción elegante de la filosofía, es la contradicción de la termodinámica, la contradicción que se genera cuando pretendemos que no somos lo que somos, biología, materia organizada autopoiéticamente, miembros de ecosistemas. Estamos en un doble vínculo: compelidos culturalmente a negar la humanidad natural que traemos por evolución biológica. Y como sabemos, todo doble vínculo genera patología. Para cerrar, pienso que la cuarentena podría representar el grado más alto de esta patología, el último eslabón de la infamia del antropocentrismo, la imposición del aislamiento equivale a perder el contexto que nos permite ejercer el contacto con los otros, el último resto que nos queda de humanidad plena».

Marcelo Viñas

Nació en General Pico el 19 de marzo de 1964. Es Licenciado en Ciencias Biológicas y un activo documentalista. Durante 10 años trabajó en la Sección Herpetología del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, publicando más de una docena de trabajos científicos. También participó de los programas científicos desarrollados por el Instituto Antártico Argentino sobre mamíferos marinos de Antártida. Desde 1992 se dedica a la producción y realización de documentales para televisión y educativos sobre naturaleza, conservación, uso sustentable y temas socioambientales. Ha realizado más de 80 producciones en todo el país (incluyendo La Pampa) para diversas instituciones oficiales y ongs, así como producciones propias. Desde 2010 dicta cursos en distintas instituciones sobre producción y dirección documental especializada en temas ambientales y conservacionistas. Fue socio fundador de Neotropical films (estuvo hasta el 2000), y desde 2002 dirige la productora de documentales sobre naturaleza y conservación Timbó films. En 1993 fue contratado por la Dirección Nacional del Antártico para participar en la Pre-campaña de verano, como integrante del grupo Mamíferos Marinos y Monitoreo del Ecosistema Antártico; desde noviembre de 1996 hasta julio de 1997 fue contratado por la Administración de Parques Nacionales, para el rodaje de 20 cortometrajes para televisión. Obtuvo el Premio Conservar el futuro 2003, entregado por la Administración de Parques Nacionales, por sus cortos sobre Parques Nacionales y otros trabajos documentales, y la distinción Francisco de Asís 2005, entregada por la Asociación de Cs. Naturales del Litoral. Ha realizado trabajos audiovisuales para la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Ambiente Humano, Dirección Nacional de Bosques, Dirección Nacional de Fauna, Ministerio de Turismo de la Nación, Administración de Parques Nacionales, Ministerio de Cultura y Educación de La Pampa, Fundación Biodiversidad, Icaro Producciones, Wetlands Internacional, Fundación Naturaleza para el Futuro, Museo Argentino de Ciencias Naturales, INTA, Aves Argentinas, FVSA, Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente, Grupo de Reflexión Rural, Fundación Reserva del Iberá, The Conservation Land Trust, Mesa Agroforestal Santafecina, Secretaría de Turismo de La Pampa, Secretaría de Turismo de Corrientes, Dirección de Recursos Naturales de La Pampa, Consejo de Defensa de la Patagonia Chilena, Fundación Flora y Fauna Argentina, Fundación Azara. Sus documentales fueron emitidos por la televisión argentina tanto de aire como de cable, y en canales del exterior (Televisión Española, Telesur, etc.). Sus trabajos: Documentales y series: Fragmentos de una tierra olvidada (1993); Salvaje, virgen, secreto (1994/96; ternado para el premio Fund TV en el rubro documental, 1996); El bosque de caldén (1996; ganador en el Primer Concurso de Programas Culturales para TV, del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales); Las Islas Shetlands del Sur (1998); Los tres países de La Pampa (1998, codirigido por Roberto Sessa; ganador concurso INCAA, programas de televisión de las provincias, y uno de los videos fue premiado en el Festival Latinoamericano de Video de Rosario; selección oficial de concurso en el V Festival Internacional de Cine y Video del Medio Ambiente de Gavá, Barcelona); El tesoro del bosque (1999); La Pampa (1998-2000); Manejo de pastizales naturales (1999); Reservas Naturales Urbanas (2001; selección oficial 19 Festival Internacional du Film Ornithologique, Menigoute, Francia, 2003); Guanacos (2002); Curiyú (2002); La siembra letal (2003, Premio al mejor Reportaje en el Festival Telenatura, Universidad de Navarra, España); Hambre de soja (2004; selección oficial de varios festivales; Declarado de interés por las cámaras de diputados de las provincias de Santa Fe y Chaco); Tatú Carreta (2004); Jaaukanigás, gente del agua (2004; Declarado de interés por la Cámara de Diputados de Santa Fe); Conservación y uso sustentable de la nutria (2004); En nombre del Ayuí (2005); Riesgo químico infantil (2005); Iberá, vivir en las aguas brillantes (2006); El terraplén de Yahaveré; Iberá, tierra sin ley; Iberá en venta; Las arroceras de Colonia Pellegrini (2006/07); Teatro en Yahaveré; Anímese y verá; El taller de San Miguel (2006/07); El país de los hielos azules (2007); Los humedales de la Argentina (2007); Colonia Pellegrini, la conservación al servicio de la gente (2007); Bosques para siempre (2008); El regreso del Yurumí (2009); Iberá, vida y secretos de su naturaleza y su gente (2006/09); Patagonia sin represas (2009); Sombras del pastizal, el dilema de los venados correntinos (2009); Carretera Austral (2010); Camino costero, la conectividad de la gente (2010); Pastizales de Samborombón (2010); Turberas y cambio climático (2010); Iberá en movimiento (2011); Migratorias en Valdés (2011); Alianza del pastizal (2011); Cuando los árboles matan (2012); El ocaso del Macá Tobiano (2012; Premio al mejor documental de Ong, Festival Telenatura, España, 2013; Selección oficial del festival de cine ambiental de Doñana, 2013; Premio del público en el Festival de cine ambiental de Colombia, 2014); Proyecto Ubanex (2012); Monitoreo ambiental y servicios ecosistémicos (2012/13); Proyecto yaguareté en Iberá (2013); El tesoro del bosque, productos forestales no madereros de las selvas (2013); El Delta en peligro (2014); Yaguareté, la última frontera (2014); Campo San Juan (2015); Pecaríes en el Iberá (2016); La región chaqueña (2017); Nueva familia de billetes (2017); Chaco Gualamba, la última oportunidad (2018); La amenaza silenciosa (2018); Héroes de la conservación (2019). Documentales institucionales: El pastizal y el venado (1996); Transportadora de Gas del Norte S.A (1998); La Pampa (1998); Plan Solidaridad (2001); Backstage live (2002); Proyecto Guenguel (2002); Estancia Don José (2005); Pesca con mosca en el Iberá (2011); La ruta escénica del Iberá (2011); Hotel Cataratas (2014). Cortos y microprogramas: Dirección de Fauna Silvestre (1993); Bichitos del campo (1994); La página de Pepe (1994); El mundo según Parques Nacionales (1997); Los Parques Nacionales (2001); Reservas naturales y aves (2002); Sixto Palavecino y el Tatú Carreta (2004); Biodiversidad es futuro (2004); Jaaukanigás, gente del agua (2004); Suma Paz y el Venado de las pampas (2004); Inta expone (2011/12 ); Fundación Azara (2016); Bosque Chaqueño (2017); La amenaza silenciosa (2018).

La siembra letal (2003)


Hambre de soja (2004)

El mundo pequeño (2006)

Habitantes del Iberá interior (2007)

Humedales de la Argentina (2007)

Patagonia sin represas, Chile (2009)

El ocaso del Macá Tobiano (2012)

Cuando los árboles matan (2012)

Yaguareté, la última frontera (2014)


Chaco Gualamba, la última oportunidad (2018)

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Autor

Raúl Bertone