Lila Downs, entre los orígenes y el sueño de un futuro mejor

La cantante mexicana planea un nuevo disco, que editará en forma independiente, y confiesa su amor por Mercedes Sosa.

El año pasado Lila Downs hizo dos shows en el Gran Rex para presentar su último disco hasta la fecha, Balas y chocolate. Las entradas se agotaron muy pronto y ella, igual que muchos de sus seguidores argentinos, se quedó con ganas de más. Pasaron apenas siete meses y la mexicana está de vuelta en el país. Otra vez desembarcará en el teatro de la calle Corrientes, hoy, a las 21, luego de pasar por Salta y Córdoba. Es que la Argentina, además de su propio país y España, ya es una de las plazas fuertes para esta artista carismática y politizada que nació en Tlaxiaco, ciudad del estado de Oaxaca, hace 47 años.

Con Balas y chocolate (2015) ganó el Grammy Latino destinado al Mejor Álbum Folklórico, un premio con el que ya se había quedado otras dos veces, por sus discos Una sangre (2005) y Pecados y milagros (2012). Cuando su carrera parece estar definitivamente consolidada, paradójicamente evalúa terminar la relación con el sello multinacional que la edita para probar suerte por su cuenta. “Mi relación era buena hasta este disco -explica-. Pero con Balas y chocolate no nos ayudaron demasiado. No sé si fue algo deliberado o simplemente somos un número más. No quiero pensar conspirativamente, pero hubo una especie de censura con el tema «La patria madrina» (N. de la R.: En él se cita a Simón Bolívar, José Martí y Vicente Guerrero. Una estrofa dice: «Todos quieren tajo del petróleo business / y a quemar la madre tierra con urgencia / para hacer más carros, para gastar más dinero / como si pudieras comprarte la felicidad»). Hice el video con Juanes, que aparece como invitado, y no fluyó tanto como pensábamos que debía. Aun así, es disco de oro. Estoy considerando la posibilidad de editar por mi cuenta el próximo álbum. Algunas veces hay que mostrar los dientes. No entiendo cómo alguna gente no balancea mejor. Se puede hacer negocios, se puede ganar dinero, pero hay un límite. ¿Para qué exprimir hasta la última gota? Muchos me dicen que así son las cosas. Pero yo creo que podemos ser mejores, confío en eso, apuesto a eso.”

Balas y chocolate es un disco enérgico y variado -hay ranchera, cumbia, klezmer, blues y folklore mexicano-, pero también de temperamento oscuro, un tono inducido por dos malas noticias: el diagnóstico de una complicada enfermedad que recibió Paul Cohen, marido y colaborador habitual de Lila, y la angustia que produjo en México la desaparición de 43 estudiantes a manos de la policía de Iguala, sospechada de tener fuertes vínculos con el narcotráfico.

“Estos últimos años han sido duros en mi país -dice Downs, hija de una indígena mixteca (etnia del sur de México) y de un cineasta de Colorado, Estados Unidos-. El tema de los estudiantes, las inundaciones, la corrupción de los políticos… Muchos mexicanos no sabemos cómo responder, cómo reaccionar, sufrimos. Pero también celebro estar viva y seguir haciendo canciones que inciten a la bondad. Siempre he trabajado desde la reflexión y la humildad.”

-¿Cómo será su próximo disco?

-Con Paul estamos planeando un disco más jazzero. El estilo musical irá por ahí, pero también habrá boleros, como “Algo contigo”, “Cómo fue” y “Piensa en mí”. Quizá grabe dos discos, uno en inglés y otro en español. Hay un standard que quiero hacer hace años, “You Must Believe In Spring” (N. de la R.: tema compuesto por Michel Legrand para el musical de Jacques Demy Les Demoiselles de Rochefort), por ejemplo. Aunque me encanta cantar para 40.000 personas, ahora sueño con la idea de hacerlo en lugares más pequeños, más íntimos. Uno de los ejes temáticos será mi relación con los Estados Unidos, que es larga y compleja.

-¿Es una relación de amor-odio?

-Claro, como la de muchos de los que viven entre fronteras. Pero naturalmente me he nutrido de los artistas de los Estados Unidos: desde John Coltrane y Bob Dylan, a través de mi padre, hasta Madonna en los 80, pasando por Jimi Hendrix y Janis Joplin. Obviamente, Billie Holiday… Pero debo confesar que fue cuando descubrí a Mercedes Sosa que cambió por completo mi mundo.

¿Con qué soñaba en su niñez? ¿Imaginaba este presente?

-Pensaba que iba a ser cantante de ópera. Me interesaban también la filosofía y la literatura. Y siempre trabajé mucho para conocer mi origen, creo que para terminar con la confusión y con el enojo que tuve por mucho tiempo. En la adolescencia empecé a tomar verdadera conciencia de las diferencias sociales en mi país y me dolió mucho. México es muy clasista.

-La pérdida de la inocencia.

-Sí, nos pasa a todos. Hay una enorme preocupación por acumular poder. Lo veo en mucha gente, también en mí misma. Quiero volver a las fuentes de la sencillez y la humildad de mi pueblo, a esa raíz indígena que nos acerca a la Madre Naturaleza.

-¿Qué aspectos de su personalidad no le gustan demasiado?

-Soy muy autocrítica y me gusta. Pero creo que también es mi gran debilidad. Muchas veces no sé delegar responsabilidades, soy demasiado hippie (risas). Y hay que saber cuándo ser hippie y cuándo ser líder.

-¿De qué cosas querría olvidarse para siempre?

-De la violencia y de la indiferencia. Son cosas que me atormentan.

En abril de 2014, luego de un prolongado proceso de grabación por la dificultad para combinar las agendas de tres artistas con muchos compromisos propios, apareció el álbumRaíz, que unió a Lila Downs con la española Niña Pastori y la santafecina Soledad Pastorutti. Ganó el Grammy Latino como Mejor Álbum Folklórico, pero no hubo manera de coordinar presentaciones en vivo. “Me gustó porque me gustan los desafíos -señala Downs-, pero fue imposible reunirnos en vivo por temas de logística. Cada una quería una banda con sus propios músicos, y eso era imposible. Una pena… Ojalá podamos hacer algo más en el futuro”.

Fuente: La Nacion, Alejandro Lingenti. Nota Diario de Cultura

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