«Poder llegar a la emoción del público es mi mayor meta»

La música produce una potente forma de conexión que, en los tiempos extraños que se viven, siempre actúa como un paliativo infalible para el alma. Y en ese contexto, la música clásica tiene una condición espiritual. Produce un sentimiento de felicidad. Existe una metafísica que las personas perciben. La escena del canto lírico tiene una respetada presencia pampeana. Lucas Arrieta nació en la localidad de Lonquimay, y desde hace más de ocho años vive en Buenos Aires. Siendo niño se acercó a la música, aprendió a interpretarla a través de un instrumento, hasta que con el poder de su voz también descubrió otro camino posible.

Hasta el momento de la partida hacia la gran urbe, su vida había transcurrido mayormente en el campo, acompañando a su padre en las tareas rurales. Fue a los 12 años cuando decidió estudiar piano con Teresa Salvadori, trasladándose a Santa Rosa para asistir a las clases de forma asidua. Ya siendo profesor, y luego de un corto tiempo sin estar tan vinculado con la música, fue la soprano Gladys Martino, su maestra de canto, quien le abrió la puerta de la motivación, impulsándolo a insistir y persistir en la búsqueda de mayores sensaciones como intérprete lírico. Fue así que continuó sus estudios en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, y actualmente trabaja como pianista acompañante, es tenor en el coro de la Escuela Superior de Guerra, además de dar clases particulares y recorrer diferentes escenarios del país para intervenir en conciertos, muchas veces acompañado por su mujer, la soprano Florencia Burgardt. En el 2018 viajó a Nueva York para cantar en diferentes sitios, como el Consulado Argentino, Americas Society y la Manhattan School Music, luego de ser uno de los cinco seleccionados en el XII Concurso de Canto Dr. Alejandro Cordero, convocado por la Fundación Teatro Colón.

Arrieta mantiene una permanente disciplina, sumada a los años de estudio y una buena técnica vocal. Plantado ante el público, transmite el dominio que ejerce a ese instrumento del cuerpo humano en una escena como la ópera, que ofrece posibilidades expresivas propias. El canto lírico es la mayor manifestación del arte musical. «Mi profesión de cantante lírico me ha enseñado lo que es la constancia, el coraje, el sacrificio…Y también me dio y sigue dando satisfacciones con creces. Gracias a ella descubrí que mi cuerpo es un instrumento lleno de posibilidades y emociones, me ha llevado a conocer otros lugares en el mundo y hasta formar una familia. Poder llegar a la emoción del público es mi mayor meta. Creo que es el fin real de un artista, poder conmover, que te recuerden por eso. Y también poder sembrar, que otros se sientan atraídos por mi arte y quieran aprenderlo», contó Arrieta, entrevistado por El Lobo Estepario.

¿Qué le hubiese gustado ser?

Cantante y productor agropecuario. Debido a tal contraste, sobre todo en distancia, he optado solo por lo primero. Al menos hoy día.

¿Un lugar para vivir en el mundo?

Lonquimay. En el campo.

¿Qué desea para su vejez?

Volver a La Pampa, y poder transitarla allí.

¿En qué tarea no se siente inteligente?

En todo lo relacionado con números.

¿Cuál fue el momento más feliz de su vida?

Cuando nació mi hijo.

¿Su primer trabajo?

Docente de música.

¿El último libro que leyó?

Pampa de furias, de José Adolfo Gaillardou (Indio Apachaca).

¿El mejor libro que leyó?

Lo que el viento se llevó. La novela escrita por Margaret Mitchell.

¿Mira T.V?

No.

¿Quién influyó en su camino?

Alejandro Matos, mi profesor de Música en la escuela primaria. Hacía hablar al pobre piano viejo y desafinado que había en la Escuela. Y aunque así fuera, sus notas me hacían estremecer. Ahí comencé a sentir la necesidad de acercarme a ese instrumento tan completo.

¿Qué hito de la historia mundial le hubiese gustado vivir personalmente?

La inauguración de la Basílica de San Pedro, en Roma.

¿Cuál fue la vez que más lloró?

Cuando falleció mi padre.

¿El mejor político en la historia del país?

Arturo Illia. No me interesa la política en absoluto, creo que es un lugar donde hay que tener cierta formación para opinar, y no me considero alguien así para hacerlo. Y más cuando veo cómo se nos ríen en la cara. Poco he leído de Illia, pero todos coinciden en su humildad, en su honradez. Creo que un político se debería destacar por ello para tener credibilidad y afecto.

¿La mejor persona que haya conocido?

Mi pareja. Nos conocimos haciendo lo mismo, cantando. Es quien dio un gran giro a mi vida, es con quién puedo hablar todo, con quien me siento seguro y querido. Con ella formé un hogar y puedo dar todo lo que tengo.

¿Qué profesión u oficio nunca ejercería?

Político.

¿Un personaje nefasto en nuestra historia?

Hitler.

¿Le preocupa la muerte?

Más que preocupación, la muerte me genera curiosidad. Eso de querer saber qué pasa después. De sí será cómo yo lo imagino. ¿Cómo voy a morir? ¿voy a sufrir?.

¿El arte salva?

Sí. Creo que el arte salva, es una manera de expresarnos, de sacar el ser interior. Cuando las cosas de la vida diaria no funcionan, ahí está el arte. Eso que nunca termina y siempre buscamos mejorar. Que trasciende.

¿Qué opina del aborto?

Es matar a un ser inocente.

¿Qué le gustaría saber del futuro?

Cómo voy a morir.

¿A quién no dejaría entrar a su casa?

No dejaría entrar a aquellos que mienten, que juegan con la vida de la gente, con sus bolsillos, etc. Políticos deshonestos. Caigo sin querer en citarlos a ellos. Tampoco dejaría entrar a la envidia. No sirve, no aporta.

¿Donaría sus órganos?

No logro decidirme donar mis órganos y me planteo si ese pensamiento no es egoísta, teniendo en cuenta que si me tocara personalmente, desearía que salven la vida de un ser querido con el órgano de otra persona. Es una decisión que aún no tomé, más que sí o no.

¿Recuerda su primera maestra?

Sí. La señora Tani, maestra de primer grado. Recuerdo su gran presencia, su guardapolvo bien blanco, sus caricias y su manera cariñosa de llamarme hijo cuando me entregaba el cuaderno con las correcciones.

¿Qué opina de la religión?

Es importante tener fe, creer. Es alimento para el espíritu, sea cual fuere la religión que uno profese.

¿Una película?

Lo que el viento se llevó, dirigida por Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood.

¿Una ópera?

Madama Butterfly, de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica.

¿Cuál es la persona que más le gustaría ver en estos momentos?

A mi madrina. Fue como una segunda madre para mí.

¿Qué sabe o recuerda de la dictadura militar?

No sé mucho, pero como toda dictadura no condujo a nada bueno. Murieron también muchos inocentes.

¿Cuál es su idea de la felicidad?

Son solo momentos.

¿Qué es lo que más valora en sus amigos?

La fidelidad.

¿Qué nos dejará la pandemia?

Miedo y división.

¿A quién le gustaría parecerse intelectualmente?

A una amiga que ya no está.

¿Le niega o le negó el saludo a alguien?

No.

¿Qué le gustaría saber ante todo?

Si existe vida después de la muerte.

¿Qué instrumento musical le gustaría tocar?

El cello.

¿Su peor defecto?

Tengo muchos, pero no sé cuál será el peor.

¿Qué le gusta regalar?

Vinos.

¿Qué piensa del periodismo en general?

Es algo necesario.

¿Justificaría en algún caso la tortura y aún la muerte?

No.

Se incendia su casa, sólo puede llevarse una cosa, ¿cuál?

El piano.

¿Una canción?

Luna tú, de Alessandro Safina.

¿Cuál lugar de la casa es el mejor para leer?

El patio.

¿Si fuese presidente, qué es lo primero que haría?

Haría hincapié en una buena educación, en crear trabajo bien remunerado, buscar la unión de todos los habitantes de este país, y en tantas cosas más.

Foto de portada: 25 de mayo de 2022. Arrieta interpretando el Himno Nacional en Lonquimay, su localidad natal.

 

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Autor

Raúl Bertone