Adquiriendo otras sensibilidades en el diario vivir

El teatro es un campo inagotable de diversión y educación al mismo tiempo. Terreno fértil para los niños en esa búsqueda de estimulación. La expresión verbal y corporal se impone como un ideal a perseguir. No referimos a la intención de crear futuros actores. Se traduce, sí, en la posibilidad de divertirse, de agilizar la mente, de inventar e interpretar historias. De jugar.
Esa es la manera. Jugando, un niño descubre el teatro. Lo hace de una manera natural. Formas de expresarse, de crear, de imitar, de ensayar. Una obra, casi siempre, deja una moraleja final, y esa experiencia marca identificaciones. En fin, un complemento necesario para su formación, encontrándose con muchas habilidades desconocidas. Un chico obtiene así seguridad y motivación personal.
Nora Lía Sormani escribió hace diez años un libro bellísimo titulado “El teatro para niños. Del texto al escenario” (Homo Sapiens Ediciones). Un fragmento del mismo expresa textualmente: “A pesar de su carácter efímero, el teatro no pasa sin dejar huella. Favorece en los niños una positiva formación humanista, convirtiéndose en un poderoso instrumento de combate contra el escepticismo, la ignorancia y la mediocridad propiciados por este apabullante siglo XXI”. Simbólico. Podemos decir que desde edades tempranas los niños están actuando, explorando, adquiriendo otras sensibilidades en el diario vivir.
Sin duda contribuyeron mucho a la consolidación del teatro para chicos la inclusión de la obra de la genial María Elena Walsh en el imaginario popular y el prestigio alcanzado por las puestas en escena de Hugo Midón. Y otro pionero que debería destacarse siempre es Javier Villafañe, titiritero y trotamundos, autor de obras de títeres decisivas como La calle de los fantasmas, El soldadito de guardia o El casamiento de doña Rana. Otras creaciones inolvidables fueron ¡Chímpeti, Chámpata! o El caballo celoso.
Existe un listado interminable de referentes centroamericanos como el guatemalteco Manuel Galich (El canciller Cadejo, Gulliver Junior y Entremés de los cinco pescaditos y el río revuelto), María Clara Machado (Pluft el fantasmita, El caballito azul o El rapto de las cebollitas), Dora Alonso (Pelusín y los pájaros, Espantajo y los pájaros, Cómo el trompo aprendió a bailar o Una fiesta para el conejo), Fryda Schultz de Mantovani (Cuentos para la noche de Noel y Mamá Mazapán), el panameño Rogelio Sinán (La cucarachita Mandinga, La gloria de ser hormiga), Mane Bernardo y Sarah Bianchi (El encanto del bosque, Una peluca para la luna), Oswaldo Díaz (Cada mayo una rosa, Blondinete el mago), Héctor Balsas (El bosque encantador), René Fernández (Romance del papalote que quería llegar a la luna), Francisco Garzón Céspedes (El pequeño buscador de nidos), y María Rosa Finchelman (Donde menos se piensa…salta el estornudo), entre otros creadores.
La irreverencia de los títeres, la versatilidad del unipersonal, la poética corporal de la danza y la acrobacia, la intimidad generada por los narradores y el humor de los clowns encuentran en los niños interlocutores potentes. Y a veces se fusionan en espectáculos eclécticos que inauguran nuevas estéticas. Desde hace algunas semanas se está dictando en nuestra ciudad un taller de juego teatral denominado “Piedra libre a la expresión”, iniciativa que pertenece a la Asociación Italiana “XX de Septiembre”. Se trata de una actividad que comprende a niños de 5 a 10 años, realizándose en diferentes grupos a cargo de la docente Kela Ursino.

– ¿Cómo surge la idea de un taller de juego teatral?
– El taller de Juego Teatral fue un sueño realizado. Siempre hice cosas relacionadas con expresión y por motivos de trabajo, familia u otras actividades, fuí postergando mi sueño de tener un taller de teatro. El presidente de la Asociación Italiana, José Luis Angelucci, fue quien me ofreció en su momento realizarlo en la entidad como un servicio, y apostando a los niños. Obviamente me interesó la idea, nos pusimos en marcha y desde el 2 de agosto lo estoy desarrollando. Puedo decirte que ha superado las expectativas, es muy importante el interés demostrado por los chicos.

– ¿De qué manera el teatro infantil estimula a los niños?
– El teatro y la expresión corporal debe ser vista como una experiencia que se adquiere a través del juego, donde el niño comienza a conocerse a sí mismo, y también a conocer a los demás en simulaciones espontáneas, de situaciones o de juegos. Brindando la posibilidad de descubrir a través de la expresión corporal, la comunicación y el juego teatral, abrimos la puerta a nuestros niños para que puedan lograr conquistar su propia palabra, su propio juego, su propia mirada y su propia interpretación.

– ¿Hasta dónde se puede explorar el campo del teatro con presencia infantil?
– Es un campo inagotable ya que se convierte en un recurso que fortalece y que articula el pensar, el sentir y el hacer. Los niños juegan a crear, a inventar, y a su vez aprenden a participar y a colaborar con el grupo, a ser solidarios y a compartir.

– ¿En qué creés puede derivar en un futuro esta actividad?
– El hecho que los niños empiecen a hacer teatro no quiere decir que se conviertan en actores en un futuro. Lo más importante es educar a través del teatro y en ese sentido es un proceso dónde los niños pueden reflexionar sobre sí mismos, sobre los demás y todo lo que tiene que ver con su entorno. El teatro es un terreno inmenso de diversión y educación a la vez.

– Formaste un grupo con otras colegas que impulsan la misma práctica ¿Qué camino recorrieron hasta este momento?
– Soy docente de Nivel Inicial y trabajo desde hace veintisiete años. Durante este último tiempo, con un grupo de colegas impulsadas por el amor a los niños y a la profesión, comenzamos a realizar obras infantiles para exponerlas cada 28 de mayo, que es el Día de los Jardines de Infantes. La actividad va dirigida a todos los jardines públicos y privados de General Pico, y así, año tras año, armamos las obras. Cuando la Asociación UNADENI se disuelve, quisimos ponerle un nombre al grupo para identificarnos y fue entonces cuándo surgió “Kuadriyé”, integrado por diez maestras. Luego se fueron incorporando otras docentes para colaborar. Hemos presentado distintas obras como “Que vivan los cuentos”, “La juguetería”, ”El reino del revés “, “Mi país, mi lugar”, “Patoruzito en la Ciudad”, “La magia de Reciclar”, esta última con reconocimiento de Italia. También pertenezco al Grupo Musical Infantil “Perro Salvaje” y este año participamos en la musicalización en vivo de la obra “Murrungato del Zapato”, que por primera vez la hicimos abierta al público, el pasado 3 de agosto, y a sala llena en el Teatro Pico.

– Una referencia de Gloria Bonany, tu maestra…
– El teatro me acompaña desde pequeña. Mis comienzos fueron a los ocho años, asistiendo a los talleres de expresión corporal y juego teatral que dirigía Gloria Bonany. A ella le debo mucho, fue mi maestra, la que me dio las herramientas, la que me capacitó para dar talleres y, lo más importante, me brindó la posibilidad de poder descubrirme.

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Autor

Raúl Bertone