En el teatro las emociones juegan un papel clave, fluyen libremente. Permite explorar y transmitir una amplia gama de sentimientos. En ese sentido, toda obra crea una experiencia emocional única. El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana, escribió el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca. Las emociones están presentes en todo lo que hacemos en nuestra vida. En el teatro, como imitación de la realidad, lo están aún más. El sentimiento de libertad que despierta un escenario, donde quienes actúan se revisten con la “máscara” del personaje y viven otras vidas, otras situaciones diferentes a las nuestras.
Cuando niño, Juan José Penna encontró un cálido refugio en el teatro. De a poco fue creando y actuando en todos los niveles de acción y emoción. Como toda persona sensible y perceptiva, se encuentra en permanente evolución, buscando emociones nuevas. En los últimos meses viene protagonizando, junto a Lorena Allemandi, la comedia El último cartucho, bajo la dirección de Julieta Martín. «El teatro ocupa, desde hace mucho tiempo, un buen espacio en mi vida. Siento un enorme respeto por la gente que se dedica plenamente al teatro, que lo estudia profundamente en todas sus aristas. La creación ya sea del texto, de los personajes, de la escenografía, las luces, el vestuario, etc. Por eso es que me suele costar definirme como actor y me identifico como alguien que hace teatro. Hacer teatro, para mí, es sentir pasión por avanzar en el camino que hay entre la representación y la interpretación. Transitarlo requiere despojarse de lo que uno es para ponerse en la piel del personaje y explorar emociones y situaciones a través de ellos», señaló Penna, entrevistado por El Lobo Estepario.
Nacido en Buenos Aires en 1955, sus inicios fueron de la mano de Manuel Malatesta, consejero en el establecimiento educativo al que concurría. Allí formó parte del Grupo de Teatro Vocacional del Colegio León XIII (1961/67). Luego el rugby, el trabajo y el estudio (es médico clínico) ocuparon todo su tiempo. Una vez arribado a Alta Italia para cumplir su tarea como rector del colegio secundario, se vinculó al Grupo de Teatro Independiente de Alta Italia FC, que dirigía Cándido Londero (1985/90). Intervino en El asistente, De mí no se ríe nadie, Hay baile en el rancherío, La barra provinciana y Paparruchas, una obra infantil.
Tiempo después se trasladó a General Pico, ciudad donde reside, integrando los grupos de teatro independiente del Hospital Gobernador Centeno, El Viejo Galpón, Sociedad Italiana XX de Septiembre y Ruido y Nueces, además del Campamento Teatral de Trenel. Actuó en Diálogo de lechería, La patente, Hay que apagar el fuego, El andador y La pequeña habitación al final de la escalera. En cine, participó en el largometraje Oscuro pesar, de Rodi Duarte, dirigida por Juan Manuel Naves en 2005. También intervino en el corto Una vuelta de tuerca, basado en un cuento de su autoría, dirigido por Ana Fresco y Mariano Ananía.
«Es muy interesante experimentar esa creatividad con diferentes técnicas y con estilos y géneros diversos, intentando lograr una conexión con el público, alguna empatía, una respuesta emocional que quizás justifiquen conversaciones o debates posteriores. Suele suceder incluso, que al adentrarnos en el personaje, logremos una mayor comprensión de nuestras propias emociones y perspectivas. Por otra parte, el trabajo en grupo me gusta mucho; ver a los compañeros de tablas tratando de lograr lo mismo, debatir las formas y recursos, tener la orientación de la dirección, los consejos de la gente de la producción y de todo el resto del equipo es algo que disfruto. En este momento estamos ofreciendo con Lorena Allemandi, una actriz con mucha experiencia y Julieta Martín, una joven actriz y directora muy bien formada, la obra El último cartucho, de Jean-Pierre Martinez. Se trata de una comedia con un interesante humor absurdo, llevamos ya nueve funciones y ha tenido una muy buena aceptación de parte del público», concluyó Penna.
¿Qué le hubiese gustado ser?
Los romanos hablaban de negotium para las ocupaciones que daban rentabilidad y otium para aquellas que no eran lucrativas. Mis vocaciones fueron la medicina rural y la docencia como negotium pero que me dieron placer ejercerlas, y el deporte y el teatro para el otium que cubrieron sobradamente mis ganas de tener otros roles. Digamos que si usamos el pluscuamperfecto me hubiese gustado ser lo que soy, pero quizás un poco mejor en todo.
¿Un lugar para vivir en el mundo?
Definitivamente General Pico
¿Qué desea para su vejez?
Una vida sencilla e independiente, con familia, amigos, deportes, teatro, viajes, lecturas, aire libre. Hacer todo lo que pueda con todo lo que vaya quedando.
¿En qué tarea no se siente inteligente?
Soy muy malo para la música. Tengo pésimo oído. Escucho música todo el día pero siempre que intenté tocar un instrumento, fui un desastre.
¿Cuál fue el momento más feliz de su vida?
Elegir un momento es difícil, definir felicidad más aún, pero creo que los mejores momentos fueron cuando mis hijos eran chicos y vacacionábamos juntos.
¿Su primer trabajo?
Cadete en una oficina del centro de Buenos Aires
¿Cuál es el buen cine?
El que emociona, conmueve y te deja pensando.
¿El último libro que leyó?
Kioto, de Yasunari Kawabata.
¿El mejor libro que leyó?
Es difícil…Me quedo con En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
¿Mira T.V?
Películas y series.
¿Quién influyó en su camino teatral?
El Consejero de mi escuela primaria, de apellido Malatesta. Me sumé al grupo de teatro cuando lo formó, en realidad lo hice para escaparme del aula, donde me aburría. Pero resultó que descubrí un mundo fabuloso de fantasía, expresión y libertad que fui conociendo y valorando de a poco.
¿Qué hito de la historia mundial le hubiese gustado vivir personalmente?
Me hubiera gustado cruzar los Andes con San Martín o estar al lado de Gandhi cuando se les plantó a los ingleses.
¿Cuál fue la vez que más lloró?
La verdad, de grande. Cuando se murió un íntimo amigo.
¿El mejor político en la historia del país?
No me decido.
¿La mejor persona que haya conocido?
Roberto Petit de Meurville
¿Extraña algo de su niñez?
El club Gimnasia y Esgrima, dónde me encontraba con mis amigos y jugábamos un rugby ingenuo. Ojalá en Pico Rugby les estemos dando a los chicos la posibilidad de vivir algo parecido.
¿Qué profesión u oficio nunca ejercería?
Policía.
¿Un personaje nefasto en nuestra historia?
López Rega.
¿Le preocupa la muerte?
No, para nada.
¿El arte salva?
Es indispensable, superador individual y colectivamente. El arte fortalece espiritual y mentalmente, favorece y desarrolla la empatía y nos ayuda a ponernos en el lugar del otro, tratar de entender lo que quiso hacer o decir. El arte es todo eso y más, pero muchas veces no es suficiente, ayuda pero no te salva.
¿Qué opina del aborto?
Creo que no hay que prohibirlo, hay que evitarlo.
¿Qué le gustaría saber del futuro?
Tengo mucha curiosidad por los alcances de la inteligencia artificial y preocupación por las guerras.
¿A quién no dejaría entrar a su casa?
Tengo especial repugnancia por todos los que están relacionados con la trata de personas, ya sea de niños o adultos. Después, creo que me sentaría a hablar con cualquiera.
¿Donaría sus órganos?
Sí, ya estoy anotado.
¿Recuerda su primera maestra?
Sí, el maestro Sirulo. Recuerdo solamente su simpático apellido, era bajito, con guardapolvo almidonado y corbata. Siempre hablaba sonriendo y me retaba por hablar en clase o en la fila.
¿Qué opina de la religión?
Fui a un colegio católico, pero soy agnóstico.
¿Una película?
El padrino, de Francis Ford Cóppola.
¿Un dramaturgo?
Antón Chéjov.
¿Una obra de teatro?
Made in Lanús, de Nelly Fernández Tiscornia.
¿Cuál es la persona que más le gustaría ver en estos momentos?
A mi abuela materna, la nonna Pepina. ¡Preferiblemente verla amasando, jaja!
¿Qué sabe o recuerda de la dictadura militar?
La viví muy de cerca. Tengo amigos muy queridos que están desaparecidos, otros muertos, un tío militar y otro tío ejecutivo que sufrió atentados terroristas. Viví gran parte de mi adolescencia y juventud bajo regímenes de facto. Estuve cuando las facultades fueron tomadas por los alumnos y también invadidas por los militares. Recuerdo todo, pero todo. Desde la época de Isabelita y la mafia sindical, el terrorismo en época democrática, la dictadura militar acompañada por civiles, los arrestos y asesinatos. Los atropellos, la represión, la censura estúpida e inútil, las canciones de protesta, el doble discurso de muchos. Las mentiras, la desinformación. Recuerdo todo, pero todo. A los milicos infiltrados en la facultad y a los estudiantes crónicos que movilizaban a sus compañeros. Recuerdo la guerra por Malvinas!! Sí, recuerdo.
¿Cuál es su idea de la felicidad?
Pienso que es una utopía, una palabra muy sobrecargada de significados, Pero si tengo que definirla, creo que pasa principalmente por la tranquilidad espiritual, paz interior y el bienestar físico. Sentirse bien más allá de las dolencias o limitaciones que el cuerpo y las situaciones nos impongan.
¿Qué es lo que más valora en sus amigos?
La sinceridad y la presencia.
¿Qué nos dejó la pandemia?
Pudimos revalorar la solidaridad de algunos y la mezquindad de otros.
¿A quién le gustaría parecerse intelectualmente?
Una persona que me inspira respeto es Pacho O’Donnell. Pero prefiero seguir mi modesto e independiente camino intelectual.
¿Le niega o le negó el saludo a alguien?
Sí, a una persona que consideraba amigo.
¿Qué le gustaría saber ante todo?
Saber envejecer, que es lo que me toca.
¿Qué instrumento musical le gustaría tocar?
El piano.
¿Su peor defecto?
Tengo varios, pero creo que el peor es que soy cabeza dura.
¿Qué le gusta regalar?
Libros.
¿Qué piensa del periodismo en general?
Es indispensable pero aunque la objetividad es imposible, mentir es criminal. Digamos que acepto las diferentes miradas sobre un hecho determinado, pero no la mentira o el ocultamiento de ese hecho.
Se incendia su casa, sólo puede llevarse una cosa, ¿cuál?
El casco de Bombero con mi número 52 que me dieron en el cuartel cuando pasé a la Reserva. (¡Además del teléfono jaja!).
¿Una canción?
Juntos a la par, de Pappo.
¿Un disco?
The Wall, de Pink Floyd.
¿Cuál lugar de la casa es el mejor para leer?
En el sillón del living, al lado del hogar.
¿Si fuese presidente, qué es lo primero que haría?
Hay que hacer muchas cosas al mismo tiempo y todas tienen importancia. Pero si no paramos la corrupción, ni el problema de la inflación, ni el de la pobreza, ni la inseguridad, ni la droga, se van a solucionar.
¿Si fuese Dios, qué es lo primero que haría?
El ser humano no le salió muy bien. Creo que lo haría de nuevo.
¿Cuál fue la persona que más lo ayudó?
Mi esposa Virginia.