CICLO DE TEATRO en OTOÑO: “La isla desierta” de Roberto Arlt.
Grupo de teatro “Es lo que hay”
Actrices: María del Carmen Escudero, Eliana
Andrea Pizzichini, Graciela Gauna, Yamila Estefanía Furlong, Graciela María
Buffa, Fabiana Patricia Yeger, Bibiana Noemí Buffa, Lidia Susana Fernández y
Lucia Fuchs.
Dirección: Valentina Olguín
En la última noche del ciclo de teatro, se hace
presente la obra “La isla desierta”, que es una adaptación realizada por las
actrices -gente de Eduardo Castex- del trabajo escrito originalmente por el
dramaturgo Roberto Arlt.
Con el escenario preparado -seis escritorios,
asientos, máquinas de escribir y demás enseres propios de una oficina- los
espectadores esperan la aparición de las actrices, quienes de una en una
ingresan por los escalones desde abajo, para ubicarse en sus respectivos
lugares de trabajo, -en mi mente aparece la coreografía de la película El baile
(1983) dirigida por Ettore Scola- cada una con su personalidad y sus prejuicios
de vida, estos seres humanos domesticados por su espacio laboral sueñan con
otra vida tal vez futura o se preguntan si podían haber cambiado el rumbo
cuando todavía eran más jóvenes. En un espacio claustrofóbico, el exterior está
presente por el sonido del ir y venir de los barcos.
La jefa de personal -quien a su vez tiene
contralora- inspecciona disciplinariamente la óptima realización de cada tarea;
no obstante, aparecen en todas ellas sus miedos latentes, sus ilusiones, sus
instintos y sus deseos.
En esta obra teatral realizada por mujeres
destaca el tratamiento coral.
Desde lo visual incide por un lado “la evocación
de lo deseado” por alguna de ellas -dejando a las otras en posición de
inmovilizadas- que se produce e interrumpe con un sonido exterior o interior,
acción que me recuerda otra película dirigida por Ettore Scola, Nos habíamos
amado tanto (1973) y, por el otro “la ilusión puesta en escena” con el mapa
desplegable que cubre toda la parte superior de sus cuerpos dejando ver
solamente la parte inferior -desde la cintura hasta los pies- y la posterior
aparición de ellas luciendo sus lentes de sol.
Otros detalles que suman alguna que otra
metáfora son la sorpresa y deleite que les producen los tatuajes de una de
ellas -la que cambió su rumbo-, el juego con los documentos de oficina
arrojados al aire y los zapatos colocados en el canasto de papeles.
Hay un hombre que recuerda/Y aunque la memoria
muerde y no le engaña/En la tela de araña cayó y la mantis ya se lo comió/No le
tuvo piedad y después de jugar se lo desayunó. Andrés Calamaro. Alta suciedad
(1997). El tercio de los sueños.
La isla desierta de Roberto Arlt, una obra
estrenada por el Teatro del Pueblo de Buenos Aires, en 1937 que aún adquiere
vigencia y relevancia en nuestros días.
Por Rosa Audisio
«La isla desierta», de Roberto Arlt
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