La primera vez de Gardel en el cine

La casona San Sebastián surge con su historia en un rincón del bello paraje de Dolores. Albergó a figuras de la política y la cultura de este país a comienzos del siglo 20. En este vecindario perteneciente a la localidad cordobesa de San Esteban, la paz se conserva. Uno recorre este sitio de antiguo trazado de calles angostas y es absorbido por una tranquilidad infinita, donde el tiempo parece estancarse en las épocas en las cuales la prisa y las preocupaciones eran poco menos que excepcionales.
Este vecindario en pleno Valle de Punilla guarda una entrañable historia. En 1917 fue escenario de gran parte del desarrollo de Flor de durazno, la única película silente en la que actuó y el único largometraje que realizó en Argentina Carlos Gardel. Se trata de uno de los primeros films mudos del país y se basó en la obra homónima de Gustavo Martínez Zuviría, más conocido como Hugo Wast.
Allí, en pocos metros y rodeado del esplendor de la naturaleza, emergen, además de la casona San Sebastián, la capilla Nuestra Señora de los Dolores –construída en 1750-, y la casa que perteneció a Martínez Zuviría, nacido el 23 de octubre de 1883, y que lleva el nombre de la novela que compuso en 1911. La película se filmó entre junio y julio de 1917, su adaptación estuvo estrictamente vinculada a la novela y mantuvo los contrastes entre lo rural y lo urbano, atento a que también se registraron imágenes en Buenos Aires.
Dirigida por Francisco Defilippis Novoa, la película fue proyectada para la prensa en Buenos Aires el 25 de septiembre de 1917, y tres días después se estrenó en función benéfica en el Cine-Teatro Coliseo, ubicado en la calle Charcas 1109, y el 29 de septiembre en el Cine Select, situado en Suipacha 482. En el diario La Nación, en su edición del 30 de septiembre, se puede leer: “(…) bellísima y sentimental novela de Martínez Zuviría, ha sido adaptada a la escena cinematográfica por el Sr. F. Defilippis Novoa, en forma tal que nuestra prensa y conocedores del arte, la consideran como la más completa y feliz de las obras de ésta índole realizada en el país”.
El film, perteneciente al sello Patria Films, narra una historia melodramática de corte criollista. Fabián debe ausentarse del pueblo y Rina, su novia, es seducida por Germán, quien la abandona embarazada. Avergonzada y despreciada por su padre, viaja a Buenos Aires donde sufre varias humillaciones hasta que vuelve al hogar paterno. Ya de regreso, Fabián, perdona a su antigua novia y se casa con ella. El matrimonio tiene un niño que al morir hace revivir viejos rencores, desencadenando un trágico final para todos los protagonistas.
Flor de durazno contó con una serie de intérpretes que luego realizarían una interesante carrera en la incipiente industria local, como Argentino Gómez, Rosa Bozán y, principalmente, Ilde Pirovano, quien se lució en esta cinta. La película fue un gran éxito de taquilla; sin embargo, Gardel –que en ese entonces no era demasiado conocido en el mundo de la canción y pesaba 120 kilos repartidos en casi 1,70 metros de estatura-, no quedó muy conforme con el resultado. Vestido con un traje de marinero se movía con cierto aire cómico y propio de las escenas del cine donde la gesticulación del intérprete era lo que llegaba al público, ante la falta de sonido. «Yo soy cantor, para actor no sirvo”, le dijo a Razzano poco después de terminar el rodaje.
A partir de ese momento permanecería concentrado en su carrera musical. Ese mismo año estrenó en el teatro Empire Mi noche triste, el primer tango canción, incluido en su primer disco junto a Flor de fango, etapa iniciada junto al oriental Razzano con el sello Disco Nacional (hoy EMI). No volvería a estar frente a la cámara de cine sino hasta 1930, cuando el director Eduardo Morera lo invitara a participar en una serie de cortometrajes musicales con sonido óptico denominada Encuadres de canciones.
Su verdadera y breve carrera cinematográfica empieza con Luces de Buenos Aires, filmada en la Paramount de París en 1931 y a la que van a suceder ocho películas más, con tres, cuatro o cinco canciones en cada una. Su desempeño como actor es más bien modesto pero utiliza a lo máximo las posibilidades del cine sonoro recién creado y sus secuencias cantadas son prolijamente filmadas y brillantemente puestas en escena. Con el cine, medio a la vez visual y acústico, Gardel accede a millones de oyentes y espectadores y confirma su estatuto de artista internacional. Pero aunque parezca imposible, el debut de Gardel, la Voz por antonomasia, ocurrió en el cine mudo. Cine mudo pero argentino.

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Autor

Raúl Bertone