Continuador de esa senda labrada por la sensibilidad de grandes pintores costumbristas que tuvo nuestro país, como Mauricio Rugendas, Prilidiano Pueyrredón, Elodoro Marenco o Florencio Molina Campos, Carlos Alberto Montefusco plasma en sus obras la naturaleza que lo rodea. Y en esa inmensidad, el campo y su variada paleta de referencias criollas adquiere fuerte predicamento. Criaturas, humanas o animales, el paisaje, nuestros orígenes indios y criollos, todo eso expresado en los sutiles trazos que deja el pincel sobre la tela.
El Museo Las Lilas, de San Antonio de Areco, albergará hasta el 29 de diciembre una muestra del artista nacido el 25 de diciembre de 1964, en el barrio de Crucecita, partido de Avellaneda. La misma, denominada Una luz en el monte, reúne 40 obras que recorren los 30 años de Montefusco con el arte. Se puede visitar los días jueves a domingo, y feriados, de 10 a 14 , y de 15 a 19 horas. Ingreso hasta 60 minutos antes de cada cierre. Esta tarde, desde las 17, habrá visitas guiadas a cargo del artista.
Montefusco expone de forma ininterrumpida desde 1993, cuando su primera vez en Tandil. Al año siguiente, sus trabajos se mostraron en la Galería El Socorro, un reducto tradicional del arte, ubicado en la calle Suipacha, en Buenos Aires. En 2012, la Asociación Argentina Criadores de Hereford le encargó la cabeza de toro que hoy es símbolo de la raza. En 2014 fue llamado por el diario La Nación de Buenos Aires, para ilustrar una de las obras literarias más importantes de nuestro país, el Martín Fierro, de José Hernández. Fueron entregas semanales en 32 fascículos. Poco tiempo después fue autor de Brochero arreando almas…al cielo, un libro compuesto de textos e ilustraciones, con el que Montefusco nos invita a acompañar al inolvidable cura serrano mientras, caballero en su mula, atraviesa la soledad de las altas cumbres, azotado por el viento y el frio de la pampa de Achala, rumbo a Traslasierra, para llevar su mensaje.
En una de las entrevistas realizadas por El Lobo Estepario, Montefusco lanzó: «Desde que tengo uso de razón que dibujo y pinto. Los personajes de mis obras, en especial de nuestra Argentina rural, sobreviven a pesar de la tecnificación, y compartimos con ellos, la esencia de ser argentinos. Esa esencia criolla, trasciende nuestro origen genético. El aire que respiramos y la tierra que nos nutre es la misma que alimentó a los viejos pobladores indios y gauchos. Estos antepasados culturales nos han dejado tradiciones y costumbres que son parte nuestra, incluso sin saberlo, ya que esa cultura aparentemente lejana nos alimentó igual que el paisaje”.