A diferencia de los docentes urbanos que toman interminables colectivos, Marisa Negri se toma cada día una lancha para ir a dar clases. Por eso no es casualidad que sus poemas testimonien esa experiencia, o que en cierto modo sean un diario de a bordo en clave existencial, una respiración estética de su viaje fluvial de cada día. Y eso puede leerse en “Inmóvil”.
“No se puede salir de las islas./ A veces viajo a la ciudad y en ella se quedan mis manos. Levo una réplica fantasma que me permite sacar el boleto pero que ha perdido irremisible la ductilidad de la caricia. Otras veces lo que no puedo llevar son los pies, que se quedan plantados en la tierra blanda y barrosa después de la creciente. Arrastro entonces un cuerpo que tropieza. Cuando nada de la anatomía responde dejo pasar el llamado de las lanchas y el día es una fruta dorada suspendida en el agua”.
Sin embargo, esta tarde y con toda esa experiencia del río y del Tigre, la autora y docente se ha trasladado a Villa María, en el corazón de la pampa gringa. Y en la Medioteca dará un taller para docentes, bibliotecarioas y estudiantes: “Poetas en el aula”; para luego leer sus trabajos en el marco del festival Internacional de Poesía Córdoba con sub sede en la ciudad.
-Entonces, Marisa ¿cómo definirías tu proyecto de poetas en el aula?
-La propuesta se desprende del trabajo que venimos realizando con la poeta Alejandra Correa en nuestros talleres virtuales. En el taller de hoy, haré foco en las poetas Susana Thénon, Cecilia Meireles, Rosabetty Muñoz y Edith Vera; voces singulares y muy diferentes entre sí. Las tres últimas, además, se han dedicado a la docencia”.
-Edith es un mito de las letras villamarienses ¿Cómo la conociste?
-Fue gracias al libro que escribió Marta Parodi y que tan amorosamente me hizo llegar Anabella Gill en mi anterior visita a la ciudad. Sobre Edith puedo decirte que su poesía es delicada y profunda y que me conmovió desde la primera lectura. Las circunstancias políticas por las que fue separada de su cargo docente, la hicieron retirarse del mundo. Y como ocurre generalmente en estos casos, también se silenció su obra. Releerla es un acto político también, y su inclusión en el taller es en el narco de la revalorización de su obra en la ciudad.
-¿Creés que la poesía está lejos de las aulas?
-Sin dudas, por eso, tanto en los talleres como en el resto de las actividades, nuestra intención es acercar la poesía a los niños y jóvenes, a los padres y docentes. La idea es tender un puente, habilitar la escucha y la lectura, pero también la escritura de poemas como espacio de juego, creación e identidad. Este año, además, celebramos diez festivales; una tarea que se sostiene gracias a una red solidaria de poetas y docentes que cada año abren la escuela para estos encuentros.
-A pesar de la realidad educativa, te las ingenias para que la poesía sea tu invitada de cada día…
-Sí. Doy clases en los dos primeros años del secundario y la poesía siempre está presente en mi aula. De hecho, llevamos un blog que se llama “Encuadernar las islas”, que actualizamos con las producciones de los chicos y los materiales de lectura.
SOBRE EL CANON EN LAS AULAS
-¿Cuál es tu objetivo al hacerles vivir la poesía a los chicos?
-Acercar a los chicos a la poesía es abrirles la puerta a un inmenso poder. Y ese poder es el de la propia voz. La escuela muchas veces se encarga de homogeneizar, uniformar, establecer un canon de lecturas que persiguen un fin didáctico o moralizante. Faltan lectores apasionados que decidan alejarse de ese canon que se repite hasta el hartazgo. ¿Vamos a seguir leyendo “Relato de un náufrago” otro año más? Pongo este ejemplo que podría ser cualquier otro, sin nada contra García Márquez. Pero creo que grafica bien lo que quiero decir.
-¿Qué pensás, entonces, del canon que se baja a los secundarios?
-Que las selecciones de poesía en los libros de texto suelen ser mediocres, pero incluyen letras de canciones como un “toque innovador”, para volver siempre a la trilogía Borges, Lugones, Storni,,, Y ahí se termina el mundo… “Poesía en la Escuela” nació justamente como contrapropuesta a todo eso…
-¿Qué balance hacés de estos diez años?
-Muy positivo. Porque las aulas se llenaron de poetas y poemas. Y junto con el Ministerio de Educación en 2015 gestionamos la maravillosa colección “Juan Gelman”, con 80 títulos de poesía universal que se repartieron en todas las bibliotecas y secundarios del país. Además, realizamos encuentros nacionales y capacitaciones docentes. En 2013 hicimos el festival en Tucumán, Salta y Jujuy y los chicos respondieron muy bien. Desde la revista “Poesía en la Escuela” (2011)y “Pie firme sobre cálido cielo” (2016) dimos cuenta de cómo han tomado la palabra los chicos, para sentir y pensar sobre el mundo que habitan.
LIBROS SOBRE EL AGUA
-Sos de Buenos Aires pero das clases en el Tigre ¿Cómo llegaste allí?
-Mi relación con el delta es antigua; ya que de muy pequeña venía los fines de semana. En 2011 comencé a construir mi casa y me instalé. Desde entonces, trabajo en una escuela rural como profesora de Prácticas del Lenguaje y formo parte de la Biblioteca Popular Santa Genoveva del Arroyo Feliciaria.
-Y en ese contexto llevás un proyecto de bibliolancha…
-Sí. Como la escuela en donde trabajo queda a una hora y media de navegación, ese trayecto es habitado por los libros del programa “Libros para viajar”, que coordino para la biblioteca. Son cajas con materiales diversos de lectura para todas las edades, cuidadosamente elegidos según los intereses de los pasajeros, que somos siempre los mismos: maestros, profes y ocasionalmente algún papá, junto a los chicos de las escuelas y jardines. La poesía también flota sobre el agua.
Y una buena prueba de esto que dice Marisa es “Primer amor”, escrito y respirado en cubierta.
“Ella sube a la lancha escolar con un ramo para su maestra, deja la mochila rosada a un costado y se dedica a acomodar las flores para que formen un dibujo perfecto sobre su falda; un lirio amarillo domina la escena pero lo que embriaga el aire es el jazmín. Él la mira, quisiera hablarle pero ella está ausente dentro de su pequeño jardín almidonado, entonces le acerca una culebra de plástico y las flores caen. Ella lo mira con furia. Por fin lo mira”.
Iván Wielikosielek
(Esta nota apareció en Puntal Villa María el viernes 13 de abril de 2018)