«Me encerré en mi habitación a contemplar su fotografía»

Hampshire House, sábado 12 de marzo de 1949.

Telefoneé diez veces diarias como una tonta. Me gusta pasar las noches en blanco en conversación, como a usted. ¿Dónde parará la libertad de que hablo, si debo estar todas las noches en casa a las dos? También es una tontería telefonear a un hotel que se halla en íntimo contacto con la prensa. Descubrí a mi regreso de las montañas que se ha escrito demasiado sobre nosotros. Y en la ciudad se dice que mi matrimonio ha fracasado y que de ahora en adelante usted hará todas mis películas. Se rumorea que lo seguí a Nueva York: un nuevo triángulo dramático ha surgido en Hollywood. Y así, por el estilo, se expresa la prensa sensacionalista. Como ello me apena, no quiero echar más leña al fuego con conferencias telefónicas cotidianas. Entiéndame y ayúdeme. No tuve tiempo para despedirme de la gente y ponerme sentimental, por lo menos, hasta que vi a Peter en el aeropuerto, solitario y silencioso. Una vez más advertí mi egoísmo, y ahora, mientras estoy aquí, no hago más sino ir al teatro y esperar, una vez más. Todo el mundo me pregunta qué hay entre nosotros dos. Por eso, me encerré en mi habitación a contemplar su fotografía. Aún lo sigo haciendo.

Ingrid

Compartir

Autor

Raúl Bertone