Instrumento mágico el charango. Ese sonido etéreo llenando el aire. El matiz hace que uno pierda la noción del tiempo con la melodía adueñándose del ambiente. Matías Bonavitta aprendió a transmitir sus emociones a través de él. Y se permite realizar la búsqueda de otras formas, explorando caminos, con un lenguaje musical libre de ataduras.
El primer charango que llegó a sus manos fue un regalo de su padre. Con el tiempo fue sumando aprendizaje, una práctica constante, que no se detiene. Sus primeros maestros fueron Patricio Sullivan, Pedro Medrano y Francisco Nieves. Con ellos fortaleció ese camino incipiente de búsqueda. Hoy expone su virtuosismo a la hora de tocar el instrumento, decidido a revalorarlo, aportando señas o timbres, interpretando repertorio clásico y contemporáneo.
Bonavitta fue invitado a participar en el Festival de Música Popular Sonamos Latinoamérica, cuya nueva edición tendrá lugar entre los días 27 al 29 de octubre. Se trata de un proyecto nacido hace 15 años en Santa Fe, creado por el compositor Oscar Gomitolo, y que en esta ocasión se desarrollará en Perú. Habrá propuestas artísticas de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Uruguay y del país sede. El desarrollo del mismo podrá seguirse de forma gratuita a partir de las 7 p.m. (hora peruana), a través de la página web Sonamos Latinoamérica y de su canal de YouTube.
Sonamos Latinoamérica es un encuentro donde la cultura se comparte. Un esfuerzo conjunto de artistas independientes decididos en recuperar y poner de manifiesto todo aquello que los rodea e identifica. Buscando mostrar músicas en sus diversas formas de abordaje, desde lo tradicional hasta aquellas que requieren de herramientas contemporáneas. Para Bonavitta se trata de una nueva experiencia, otra ventana que se abre, con la premisa de sostener la importancia del charango, y del roncoco, instrumento perteneciente a la misma familia, cuando se trata de resumir la identidad latinoamericana.
“Es un festival que vengo siguiendo hace varios años, en sus programaciones he podido disfrutar a artistas que admiro como el charanguista peruano “Chano Díaz Límaco”, e incluso, descubrir ritmos y sonoridades que no conocía como me pasó con la viola caipira, un cordófono de diez cuerdas que se toca en Brasil y que desconocía su existencia. Así que me siento muy contento de participar en este espacio que tanto placer me ha dado siendo parte de su público. Mi participación va a transcurrir en torno a dos composiciones propias que derivan de un trabajo que vengo labrando hace un tiempo, titulado Tejido de cuerdas y pájaros, que aborda en charango y ronroco una selección de obras del cancionero folclórico de La Pampa», comentó el músico, nacido en Pellegrini y radicado en General Pico.
En el transcurso de la charla con El Lobo Estepario, Bonavitta señaló que «si bien es una propuesta solista, bastante sencilla, durante su desarrollo sin darme cuenta me desayuné con el hecho de que no solo había encarado un proceso de creación de arreglos y adaptación de piezas musicales que originalmente fueron concebidas sin la presencia de dichos instrumentos, sino que también me había animado a componer obras en charango y ronroco siguiendo algunos colores que yo entiendo o siento que suelen darse en ese cancionero: arpegios de milonga, tempos cadenciosos, rasgueos suaves con aire de huella, entre otros elementos».
Personalmente siento que el charango es más que un pequeño instrumento de cuerdas, siento que es paisaje, con una vibración como ancestral ¿cómo vas forjando esa conexión?
El título de este trabajo me simboliza un sentido determinado. Puntualmente se liga a algo que dijo mi abuela mientras me veía mover los dedos un día que nos visitó y que años después resignifiqué: «tocar el charango es como tejer al crochet». En ese momento no le di importancia al comentario, pero tras este trabajo sí, porque creo que se refería a la paciencia y al contraste entre las agujas grandes de la lana y las chiquitas del hilo, estas últimas desplazadas asociativamente sobre la figura del charango. Pienso que sin decirlo directamente ella percibió que de forma parecida a las manos tejedoras, cuyos dedos desprenden el vellón hasta el último fleco o maniobran minúsculos hilos que diseñan formas, el charango también exige enhebrar hilitos y ubicar urdimbres, aunque esta vez sobre las cuerdas y sus tejidos sonoros. Ambas artes involucran una humilde y artesanal mano de obra hecha de tiempo y esfuerzo. En cuanto a la imagen de los “pájaros”, siento que el mundo sería árido sin sus cantos; esos silbos que habitan montes, lagunas, salitres y vereditas, estetizan el paisaje; parece trillado lo que digo, pero sus melodías hacen la vida más vivible, por eso siempre han sido asociados a la emancipación.
Franz Liszt señaló cierta vez que «la música es el corazón de la vida». Como rama del arte que se expresa implica tener en cuenta la noción de creatividad. ¿de qué forma habitan en vos el poder manifestar sentimientos y sensaciones a través de las composiciones?
Generalmente no le doy un sentido al arte, más bien me presto a su deriva y a su opacidad. Aunque viendo este trabajo a posteriori tengo la sensación de que las composiciones que participan de Sonamos Latinoamérica, llevan impreso cierto deseo de conectarse con un paisaje menos colonial, buscando quizás, inconscientemente, transitar un horizonte pampeano a la vez que americano, en donde la usanza del charango y el ronroco interactúa con algunas expresiones pampeanas.