8º FESTIVAL NACIONAL DE CINE DE GENERAL PICO
IMPRESIONES TEXTUALES I
Resulta interesante escuchar los planteos de Pablo Torre (1952) sobre lo que él conocía a y de su padre, y darnos cuenta que esas cavilaciones lo llevaron a la realización de Mi padre y yo que además de un descubrimiento personal constituye una experiencia extraordinaria para los espectadores.
La mirada del hijo -sobre un director viajero y famoso internacionalmente- conlleva penas y alegrías que probablemente la madurez mitiga, en este caso por medio de la lectura de cartas otrora enviadas -gran ejercicio afectivo- y, la concreción de esta película.
Sutil, sin golpes bajos, expresa el sentir de un hijo sobre su progenitor con quien no tenía contacto diario y, que como todo niño se crea una imagen de fantasía de ese mundo que no comprendía, en la niñez y en la primera juventud descifra hasta donde puede; en el colegio todos los padres de los demás chicos eran ingenieros, bancarios, comerciantes, el de él era atípico y hasta a veces, con solo mencionarlo era denostado por otros mayores vinculados a ligas morales de la época.
Leopoldo Torre Nilsson (1924-1978) quería ser escritor pero su padre (Leopoldo Torres Ríos 1899-1960)) lo hizo director de cine, de algún modo nos remitió a Ennio Morricone (1928-2020) que deseaba ser médico y su padre lo indujo a la música. No obstante errores o aciertos, el legado de Nilsson y el de Morricone influyó en la vida de miles de personas y eso los hace inmortales.
Torre, en un documental que es documento fundamental mezcla la fama, el exilio y la añoranza pero a su vez da cuenta de los golpes militares en Argentina, Onganía y Videla que influyeron negativamente en la expresión del rosto y la salud de Babsy. Algunos recuerdos afloran con verdad verdadera, sus gustos por las carreras de caballos, su producción de películas a jóvenes directores como en el caso de Leonardo Favio, la anécdota del momento en que compartió hotel con The Beatles en Nueva York, los encuadres torcidos y la opinión de Tita Merello (1904-2002), el temor de Alfredo Alcón hacia los caballos y la solución en oportunidad de El santo de la espada (1970), la actitud de Isabel Sarli hacia Pablo siendo aún un niño, la búsqueda que realiza -Pablo adulto- de la baldosa estrella con el nombre de Leopoldo Torre Nilsson en la calle Corrientes y, la elección de ambos -padre e hijo- de ver una película en lugar de visitar la Fontana di Trevi que inmortalizara Federico Fellini (1920-1993) en la La dolce vita (1960), entre otros.
Las secuencias finales en la librería, los olores que transmite, los fragmentos fílmicos que habitan nuestro imaginario y la ternura desplegada por su hijo son conmovedores, de alguna manera similares -en cuanto a la emoción que traspasan- a las del legado de Alfredo a Salvatore en Cinema Paradiso (1988) dirigida por Giuseppe Tornatore (1956).
Nos queda un sabor agradable en boca y en corazón, agradecemos la mirada y el sentimiento de Pablo y nos conmueve el respeto y la valorización de sus mayores.
Leopoldo Torre Nilsson realizó 28 películas, las 2 primeras las co dirigió con Leopoldo Torres Ríos; en su larga trayectoria adaptó a escritores como Dalmiro Sáenz, Roberto Arlt, Manuel Puig, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Beatriz Guido quien fuera su compañera de vida aunque no la madre de sus hijos. En 1957, La casa del ángel protagonizada por Elsa Daniel y Lautaro Murúa lo catapultó a la fama mundial igualándolo a Ingmar Bergman y Kenji Mizoguchi. Su última filmación fue Piedra libre (1976), protagonizada por Marilina Ross, Luisina Brando y Juan José Camero. Muchos actores forman parte de la memoria colectiva de los argentinos por personajes interpretados bajo su dirección, Tita Merello, Elsa Daniel, Leonardo Favio, Graciela Borges, Alfredo Alcón, José Slavin, Isabel Sarli, Lautaro Murúa y Norma Aleandro, entre otros.
La sugerencia de Óscar Aizpeolea (1949) director de cine argentino radicado en Colonia Barón de proyectar La vuelta al nido (1938) dirigida por Leopoldo Torres Ríos, El pibe cabeza (1975) por Leopoldo Torre Nilsson y Mi padre y yo (2024) por Pablo Torre en el 8º FESTIVAL NACIONAL DE CINE DE GENERAL PICO da cuenta de un verdadero Rescate, la reivindicación deun apellido conectado con el cine de autor a través de varias generaciones y, que aún hoy se perpetúa.
Por Rosa Audisio