«Desde algún lugar», el paso de Violeta Parra por General Pico en formato fanzine

Seis meses de 1961, hace casi 64 años, Violeta Parra vivió en General Pico, que la recibió ese escaso período y se transformó en escala de un viaje que uniría el Chile natal con Europa. La multifacética artista nacida en el sur del país trasandino tenía más de 40 años y su volcánica creatividad ya había traspasado los límites originarios para llegar a Francia, Inglaterra y otros países. Aquí dejó sus huellas, actuando en la Peña El Alero y dictando sus cursos de arte. Tras esa etapa piquense, se reencontró con sus hijos en Buenos Aires, actuó en la gran urbe, y luego se embarcó hacia el Viejo Continente, donde se afianzó el reconocimiento a su figura. En junio del ’65 regresó a Chile, e instaló una gran carpa en la comuna de La Reina. En ese mismo lugar se suicidó el 5 de febrero de 1967. Un año antes escribió Gracias a la vida, el himno que resumió su paso por este mundo.

El legado de Violeta es eterno, y por ende su figura continúa generando interés y devoción. En los últimos meses del año pasado apareció Desde algún lugar, un fanzine que editó 7 Sellos Editorial Cooperativa, inspirado y dedicado a la artista chilena y su paso por La Pampa. Sus autores fueron Matías Bonavitta y Nicolás Giorgis, y en la contratapa podemos, leer en el comienzo del texto: «Como un retacito inconsciente que brota, Violeta Parra resignifica la coyuntura actual: Violeta vivió temporariamente en General Pico, La Pampa, durante el gobierno de Arturo Frondizi (1958/1962). Eran tiempos del Plan CONINTES para reprimir las protestas ante un sistema desigual e indiferente. Hoy, 2024, bajo un duro clima socioeconómico, sentimos que Violeta inyecta sentido frente al apagón de la sensibilidad».

Un fanzine es pura producción artesanal y sigue siendo, aún hoy, un espacio de resistencia al conformismo que domina la industria editorial. Esto le otorga una frescura y una libertad que lo convierten en un sitio privilegiado de experimentación en las formas y en los contenidos. La vigencia como publicación, con su estética particular, mantiene vivo el espíritu. Desde algún lugar invita a explorar historias, sensaciones, pensamientos, arte visual, fotografías, audiovisuales (código QR), partituras y cifrados (incluye Musicografía Braille en QR), y un álbum musical instrumental en charango/ronroco/bichito (QR). «El arte puede no acopiar capital, pero moviliza la dimensión sensible de la vida. Está a favor de una humanidad menos oprimida y más poética. Y es en este horizonte que resignificamos la obra de Violeta Parra como una brújula de lucha y ternura», aparece en otro fragmento de la contratapa.

Anta la pregunta sobre qué los convocó a recrear el paso de Violeta Parra por General Pico, Bonavitta respondió que «algo interior nos fogoneó. Si bien desde chicos venimos oyendo algún que otro relato, esta vez nos sentimos interpelados de otra forma, no sabría decir con seguridad qué. Yo hace muchos años que toco repertorio de Violeta Parra, pero el 2024 tan duro fue distinto, nos hizo resignificar su obra, nos inyectó sentido frente al apagón de la sensibilidad actual y de ahí surgieron las ganas de labrar este material. De a poquito le fuimos echando ramitas y palitos a ese fueguito interior que vaya a saber desde qué momento estaba encendido».

En lo que respecta al proceso creativo, el músico y docente señaló que «fue muy sentido para nosotros. Se puso en juego la intuición, cierta deriva sobre lo que queríamos generar. Fue algo lúdico, sin pautas rígidas. Cuando algo nos cautivaba, comenzábamos a pensar en ideas que luego pasábamos a un terreno más lúcido. De esta manera, poco a poco fuimos viendo que cositas dejábamos y cuáles no. Más que nada jugando, probando narrativas visuales, probando narrativas escritas, sumando también, toda la parte sonora a través de los enlaces en QR junto a su sección de cifrados y partituras visuales, y en Braille para brindar accesibilidad al trabajo. Realmente disfrutamos mucho el proceso, le dimos afecto y lugar al despliegue subjetivo de ese proceso. El fanzine es un formato muy agradable en ese sentido, no solo permite compartir líneas de exploración de modo lúdico, sino que, además, habilita el hacer sin tantas ataduras. Es decir, hay pocas ambiciones y mucho corazón. Insisto, tiene eso tan valioso que habita la producción artesanal, me refiero a cierta ética creativa que en estas épocas de hiperconsumismo y tanto objeto en serie sin rasgos singulares, está extraviada».

Tanto Bonavitta como Giorgis habían experimentado con este tipo de publicaciones cuando el nuevo milenio se instalaba entre nosotros. «Como dice la canción de Violeta, para nosotros fue realmente Volver a los 17, porque regresamos a esos momentos adolescentes, en donde fabricábamos nuestros propios fanzines con los materiales que teníamos al alcance, para luego fotocopiarlos. Haciendo un ejercicio de comparación entre aquellos años y hoy, creo que lo semejante es el caos, cierto territorio social cercano a desbarrancarse. A medida que fuimos haciendo el fanzine, fuimos notando ciertas zonas en común. Quienes hacíamos fanzines en aquellos tiempos nos topábamos con una metodología artesanal o punk que no requería de mucha infraestructura. Sin darnos cuenta, mediante ese método retratábamos algo generacional, algo personal e íntimo sin perder el hecho político que se refleja ya desde el mismo espíritu material del fanzine. Hoy pareciera que estamos viviendo algo muy parecido, un horizonte de precariedad que impacta sobre el modo de hacer y autogestionarse artísticamente», agregó.

«El álbum musical incluido está grabado en una doméstica portaestudio tal como lo hacíamos en pleno 2000. Esta vez, tal como en aquellos años, tras el estallido de la crisis del corralito, no hubo espalda para pagar un estudio. Pero en los bordes igual se sigue. Hoy como en aquellos años hay un ánimo de resistencia que se resume en cierto carácter que podríamos adjetivar como terco, porque igual se intenta seguir haciendo y seguir grabando a pesar de los obstáculos. Y sin tener que rendirse ante la aprobación de un sonido mainstream. No es nada nuevo, hoy como antes nos liberamos de ese ideal inalcanzable de sonar “profesional”, para conectarnos más con lo esencial de la música. En otras palabras, apelamos a una “barbarie sonora” que brinda un punto de fuga frente a la presión económica que hoy requiere sonar bajo la “civilización técnica” de un estudio profesional. En definitiva, es la misma disputa argentina de siempre. Cando hay crisis, perdemos en la carrera tecnológica de los utensilios de grabación, no obstante, el arte busca resolver como seguir expresándose, y eso es lo que hemos hecho acá».

Consultado por el material que aparece en el fanzine, detalló que «nos propusimos pasear sobre lo cotidiano, como plataforma en el que se trazan diversas atmósferas de sentidos sobre Violeta en estas tierras. Desde las causas que la llevaron a estar en La Pampa, el contexto político, las amistades, hasta los recuerdos, impresiones y afectos que incluso hoy circulan. Se recogen también algunas fotografías, recortes de diarios. Transcribiendo, además, música visual y en Braille, ofreciendo con esto un álbum de versiones de sus temas en charango, ronroco y bichito. Es importante decir que este trabajo no implicó una investigación propiamente dicha, aunque sí requirió tomar algunas notas sobre el terreno. Pero sin descartar nada, ni poner las cosas en su lugar como quien separa la ropa sucia de la limpia. Escindir lo objetivo de lo subjetivo no nos tentó. Cultivamos la idea de que, en cualquier ciencia, por más dura que se la crea, hay elementos teñidos tanto de lúcidas vigilias como de oníricos desconocimientos. El trabajo también subraya la importancia de la Peña El Alero, espacio que abrigó la estadía artística de Violeta por Pico. Hoy devenido en un Centro Cultural comunitario e independiente con algo más de seis décadas de permanencia, se ha convertido en un espacio que día a día la recuerda».

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Autor

Raúl Bertone