Citrus Organic Trío, que integra el piquense Sebastián González, se lució noches atrás en el teatro-bar Lucille, en la ciudad de Buenos Aires. El conjunto, que sale al ruedo con Diego Ball (guitarra), Jorge Gaitán (teclados) y González (batería), propuso un amplio repertorio de jazz instrumental, que combinó a la perfección clásicos standards y composiciones propias.
“La banda es un organ trío, que es un formato de jazz estandarizado donde no hay bajo. Lo que estamos haciendo es un poco de standards de jazz de los años ‘50, sobre todo de la época del hard bop, con composiciones de Clifford Brown, Max Roach y Miles Davis. También algo de los ‘40, como Charlie Parker y de los ‘60 con John Coltraine. Y la mitad del repertorio son temas nuestros”, señaló González a la Agencia Provincial de Noticias.
El grupo se prepara para una fecha muy especial en el Teatro El Fino, una suerte de meca del jazz en Buenos Aires. Será el 29 de agosto, desde las 20 horas. “Durante todo el año estuvimos tocando por lo menos dos veces por mes. La semana que viene hacemos una cata de jazz, que es algo más íntimo, y en agosto tenemos una fecha interesante en El Fino Jazz Club, un lugar muy icónico. Nos pone muy contentos tocar ahí”, explicó González.
El amor de González por la batería nació desde muy pequeño. «Tengo el recuerdo de contar con 7 u 8 años y que me lleven a un baile de Ferro de Pico, y quedarme detrás del escenario mirando al baterista. No puedo recordar quién era, posiblemente hayan sido Los Brockers, que tocaban muy bien. Me quedé fascinado y tardé años en encontrar un profesor que me enseñara. Y llegó Daniel Sosa desde Buenos Aires, fue a la escuela a dar clases de música y dijo que era profesor de batería. Fue mi momento, dije ‘es ahora’. Y estudié varios años con él”.
Tiempo después fue uno de los integrantes originales de la emblemática banda piquense Queso y Dulce, junto a Daniel González, Aldo Iranzo y Walter Ribeiro. “Mis comienzos fueron en el rock, cuando armamos Queso y Dulce, año 88 u 89. Después me vine a estudiar a Buenos Aires y ellos continuaron con otro baterista”. El destino y la búsqueda musical lo llevaron a viajar y a vivir en varias partes del mundo. “Me fui a España y a Italia, donde hice rock pesado, y más adelante hice jazz-rock en México con una banda que había sido muy famosa en los ’60, que se llamaba 39.4 y que era como si acá se juntara Vox Dei. Hice una gira con ellos y grabamos un disco en vivo. Y en un momento, cuando te das cuenta que no te vas a hacer rico con la batería, empezás a tocar lo que te gusta. Hace rato que vengo tocando solo jazz”, concluyó el músico piquense.